5.9.18

¿POR QUÉ LOS MONJES EMPEZARON A ELABORAR CERVEZA?

La orden cisterciense es la más célebre en lo que a elaboración de cerveza se refiere

¿Por qué los monjes empezaron a elaborar cerveza en los monasterios? Hay tres razones fundamentales, según la web especializada en cerveza The Beer Times: la higiene, la nutrición y la economía monástica

La primera razón por la que los monjes comenzaron a elaborar cerveza en los monasterios es que el agua era insalubre, por lo que hervirla para hacer cerveza la purificaba. «No sabían muy bien por qué, pero se dieron cuenta de que los que bebían cerveza enfermaban menos», explica el sitio web. De hecho, hay que recordar que durante la Edad Media, cuando empezaron a florecer los monasterios, el agua se rescataba del río que, por otra parte, era considerado como un basurero y llegaba contaminado. 

La segunda razón es que la cerveza es muy nutritiva y los monjes la utilizaban para poder beberla en tiempos de ayuno, algo que, por ejemplo, hacían los religiosos del monasterio de Neudeck ob der Au en Baviera (Alemania). Su cerveza contenía una gran cantidad de carbohidratos y nutrientes que los ayudaban a soportar el ayuno. Su sabor era dulce y el nivel de alcohol era bajo. Por su fuerte consistencia la llamaban «el pan líquido». Todavía hay monasterios donde los monjes solo pueden consumir cerveza durante los viernes y la Semana Santa.

El tercer motivo fue que, cuando dieron el paso de venderla, los monjes sacaban un dinero para mantener los grandes edificios monásticos y a sus habitantes. Elaborar cerveza era rentable y además, permitía financiar también obras de caridad.

La orden cisterciense es la más célebre en lo que a elaboración de cerveza se refiere. Todo comenzó en 1098, cuando un grupo de monjes benedictinos de Molesmes, en Francia, decidió fundar su propio monasterio en un lugar cercano, Citeaux. Dos siglos más tarde eran una de las órdenes más poderosas de Europa.

A día de hoy, las cervezas trapenses o trapistas siguen siendo cervezas elaboradas en monasterios trapenses, aunque de forma oficial únicamente se fabrica cerveza trapense en once de los 171 monasterios que existen. En Bélgica hay seis de ellos, los otros se encuentran en los Países Bajos, Austria, Italia y Estados Unidos. Estas cervezas son generalmente turbias y de fermentación alta, y deben ser preparadas respetando los criterios definidos por la Asociación Internacional Trapense si quieren poder llevar el logo «Authentic Trappist Product» (ATP), emitido por esa asociación.

En España existe la Cardeña, elaborada por los monjes del Monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, que ante la necesidad de conseguir recursos económicos para mantener la comunidad y ayudar a los más necesitados, decidieron ponerse manos a la obra.

Fuente: Alfa y Omega


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