Antes del Ángelus
Ángelus 21 Octubre 2018 © Vatican Media |
“El
camino del amor siempre está” en pérdida “porque amar significa dejar de lado
el egoísmo, la auto-referencia, para servir a los demás”, recuerda el Papa
Francisco.
De
acuerdo con su costumbre, el Papa comentó el Evangelio este domingo 21 de
octubre de 2018, antes del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, frente a unas
20,000 personas.
Señaló
que, a menudo, el celo apostólico puede ser “contaminado” por “el espíritu del
mundo”, el “interés profesional”, y ha indicado “el antídoto” en el “servicio”
de los demás.
Aquí
está nuestra traducción, del italiano, del comentario del Papa Francisco.
AB
Palabras del Papa
Francisco ante el Ángelus.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La
página del Evangelio de hoy (cf. Mc 10, 35-45) describe a Jesús que, una vez
más y con gran paciencia, trata de corregir a sus discípulos convirtiéndolos de
la mentalidad del mundo a la de Dios. La ocasión surge de los hermanos Santiago
y Juan dos de los primeros que Jesús encontró y les pidió que lo siguieran. Ya
han recorrido un largo camino con él y pertenecen al grupo de los doce
apóstoles.
Por
lo tanto, mientras se dirigen a Jerusalén, donde los discípulos esperan
ansiosamente que Jesús, con motivo de la Pascua, finalmente establezca el Reino
de Dios, los dos hermanos se vuelven valientes y le dirigen su petición al
Maestro: “Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda
cuando estés en tu gloria” (v. 37).
Jesús
sabe que Santiago y Juan están animados por un gran entusiasmo por él y por la
causa del Reino, pero también sabe que sus expectativas y su celo están
contaminados por el espíritu del mundo. Por lo tanto, responde: “No sabéis lo
que estás pidiendo” (v. 38). Y mientras hablaban de “tronos de gloria” sobre
los cuales sentarse junto a Cristo Rey, Él habla de pasar la prueba que él pasará
por una copa por beber y de un “bautismo” para ser recibido, es decir, habla de
su pasión y muerte. Santiago y Juan, siempre anhelando el privilegio esperado,
dicen además: sí, “podemos”.
Pero,
incluso aquí, realmente no se dan cuenta de lo que dicen. Jesús anuncia que su
copa la beberá y su bautismo lo recibirán, es decir, ellos también, como los
otros apóstoles, participarán en su cruz, cuando llegue el momento. Sin embargo
– concluye Jesús – “eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a
mí concedérselo; es para aquellos para el cual ha sido preparado “(v. 40). Cómo
decir: ahora síganme y aprendan el camino del amor “en una pérdida”, y el Padre
celestial pensará en ello, el camino del amor siempre es en pérdida porque
amar significa dejar de lado el egoísmo, la autoreferencialidad para servir a
los demás.
Entonces,
Jesús se da cuenta de que los otros diez apóstoles están enojados con Santiago
y Juan, demostrando así que tienen la misma mentalidad mundana. Y esto le
permite darles una lección que vale para los cristianos de todos los tiempos,
incluso para nosotros. Él dice: “Ya saben que los jefes de las naciones las
gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe
ser así entre vosotros; al contrario el que quiera ser grande entre vosotros
que sea su servidor, y el que quiera ser el primero de vosotros que sea el
esclavo de todos “(v. 42), es la regla del cristiano.
El
mensaje del Maestro es claro: mientras los grandes de la Tierra se construyen
“tronos” para su propio poder, Dios escoge un trono incómodo, la cruz, desde
donde reina dando la vida: “Así como el Hijo del Hombre – dice Jesús – que no
ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de
todos” (v. 45).
El
camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la
búsqueda de los primeros lugares, es la medicina para los trepadores en esta
búsqueda de los primeros lugares que contagia a tantos contextos humanos y que
no ahorra ni siquiera a los cristianos ni al pueblo de Dios, ni siquiera a la
Jerarquía Eclesial.
Por
lo tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como una llamada a
la conversión, para testimoniar con valor y generosidad una Iglesia que se
inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez. Que la
Virgen María, que se adhirió plenamente y humildemente a la voluntad de Dios,
nos ayude a seguir con alegría a Jesús en el camino del servicio, el camino
principal que conduce al Cielo.
Raquel Anillo
Fuente:
Zenit