Tercera
parte del ‘Instrumentum Laboris’, sobre ‘Elegir’
Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes © Vatican Media |
Ya están disponibles los Informes de
los 14 Círculos Menores para reflexionar sobre la tercera parte del Instrumentum
Laboris, dedicada a Elegir: Caminos de conversión pastoral y
misionera, a la luz de las contribuciones que surgieron
durante el debate celebrado en las Congregaciones Generales anteriores.
En la mañana
del sábado, 20 de octubre de 2018, durante la 17ª Congregación General de la XV
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y
el discernimiento vocacional.
De los 14
Círculos Menores, 4 de ellos son de lengua inglesa, 3 son de lengua francesa, 1
de lengua germánica, 2 de lengua hispánica, 3 de lengua italiana y 1 de lengua
portuguesa.
Los relatores
de los Círculos Menores en lengua hispana son el Cardenal José Luis Lacunza
Maestrojuán, Obispo de David (Panamá) y Mons. Mariano José Parra Sandoval,
Arzobispo de Coro (Venezuela), y los moderadores son el Cardenal Óscar
Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), y el
Cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, Prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe.
A
continuación, ofrecemos los 2 informes en español, publicados por la Oficina de
Prensa de la Santa Sede, el sábado, 20 de octubre de 2018:
***
Relatio – Circulus Hispanicus A
Moderator: Em.mo Card. RODRÍGUEZ MARADIAGA,
S.D.B., Óscar Andrés
Relator: Em.mo. Card. LACUNZA MAESTROJUÁN, O.A.R., José Luis
Desde el inicio, se plantea la necesidad de
agilizar el trabajo y darle un poco más de discernimiento para no debatir ideas
desde la cabeza sino desde el corazón.
La Parte III
es la más difícil y la que menos tiempo tenemos para trabajarla. Se propone
elaborar una estructura en la que se retome todo el camino de la Iglesia desde
el Vaticano II. Para ello, se sugiere poner todo en 3 capítulos en lugar de 4,
que quedarían así, tomando en cuenta la propuesta de San Juan Pablo II para la
Nueva Evangelización:
1- Una
Iglesia en proceso de Conversión Pastoral (Ardor)
2- Una
Iglesia Sinodal (Método)
3- Una
Iglesia misionera en comunión orgánica (Expresión)
La propuesta
fue aceptada, incluso se propuso hacer de ella un modo que se votó y aprobó de
forma unánime.
A partir de
ahí se hicieron diversos comentarios tratando de ver cómo se encajaban en ella
los distintos temas expuestos en las reuniones generales de manera que se
asumieran las perspectivas, los estilos, el protagonismo de los jóvenes, todo
ello desde la perspectiva de una Iglesia en salida. También, en esa misma
línea, hay que repensar la parroquia para que sea lugar de encuentro, de
escucha, de comunión y de misión, para lo cual hay que pensar en una pastoral
menos sacramental o sacramentalista y en el presbiterio y episcopado con
sentido de comunidad desde la óptica de la Iglesia Pueblo de Dios.
Quizá podría
ser muy significativo que, en la Eucaristía de cierre del Sínodo, el Santo
Padre haga un signo de envío como compromiso de la Asamblea de llevar a la
práctica la experiencia vivida.
Se le dio
muchas vueltas al tema de la conversión: ¿de quién? ¿a qué? ¿de dónde? ¿a
dónde? Conversión no es crítica de lo anterior como si todo hubiera sido malo,
es buscar el “plus” del “duc in altum”, aspirar a ser mejor y a servir más, y
requiere escucha, salida, discernimiento, acompañamiento. Ha de tenerse en
cuenta que la persona es el centro y hay que educar en y para la libertad y en
diálogo con los diferentes, presentando a Jesús que es quien hace atractiva a
la Iglesia.
¿Qué
significa creer en los jóvenes? Es invitarlos a participar, siguiendo la
pedagogía de Jesús para evangelizar: orar, escoger colaboradores, meterse en
las casas, se dejaba invitar, usaba aspectos de la vida cotidiana para las
parábolas, curaba, predicaba en contra vía, amó hasta el extremo de dar su
vida, resucitó y vive en nosotros, en Pentecostés nos envió el Espíritu que es
fuego…
Las bancas de
nuestros templos están vacías por falta de sintonía con la gente y
espacialmente con los jóvenes, por lo que se necesita una liturgia más
participada, cantos, moniciones, ofrendas, revisar fórmulas de oraciones y
plegarias. Si los jóvenes abandonan la celebración de la Eucaristía, es un
primer síntoma de pérdida hasta de fe. Hemos dejado de hablar el lenguaje
actual y cada vez nos entiende menos gente. Necesitamos reaprender como parte
de la conversión pastoral.
Vivir y
estructurar la Iglesia en clave sinodal requiere que nos escuchemos y demos
cabida a todos, pero también que, sin dejar de lado otras nuevas, hagamos
efectivas las estructuras eclesiales que ya existen en orden a favorecer la
corresponsabilidad y colegialidad tanto en las diócesis como en las parroquias.
Se mencionó la posibilidad de que, a distintos niveles, hubiera un “post
sínodo” que, después de un período de tiempo, permitiera contemplar y evaluar
la efectividad del sínodo.
A partir de
ahí, el Círculo se dividió en tres grupos, según las tres partes de la
propuesta, con el fin de que cada uno integrara en ella los temas existentes en
la propuesta actual y otros que el grupo considerara imprescindibles. Al final,
cada grupo presentó su propuesta al plenario, se revisaron y fueron sometidas a
votación. El Círculo aprobó 4 Modos.
***
Relatio – Circulus Hispanicus B
Moderator: Em.mo Card. LADARIA FERRER,
S.I., Luis Francisco
Relator: S.E. Mons. PARRA SANDOVAL Mariano José
El círculo
menor Hispánicus B después de un intercambio de ideas entre sus miembros
decidió que para esta III parte debía presentar para la elaboración del
documento final orientaciones de fondo y propuestas puntuales.
De esta
manera se llegó a estas conclusiones:
Sería
interesante superar el riesgo de aproximarnos a los jóvenes con perspectivas
pastorales parciales, que debilitasen la intención de nuestro trabajo conforme
a la finalidad de nuestro sínodo que pretende llegar a todos los jóvenes, sin
excepción.
A la hora de
hacer realidad el tema del sínodo: Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional, hay palabras clave como “escucha y acompañamiento” por ejemplo.
Otra palabra reiterada es el testimonio (quizás la cita más frecuente en el
sínodo ha sido la de Pablo VI: los hombres de hoy escuchan más a los testigos
que a los maestros y si sigue a los maestros es porque son testigos)
Los jóvenes
no solo son receptores sino están llamados a ser protagonistas en la misión de
la Iglesia: evangelizar, comunicar la buena noticia del Señor. Fascinados por
Jesús y con el fuego del Espíritu Santo contagiar la alegría de la fe es un
compromiso personal y comunitario.
Es importante
que juntos (jóvenes y adultos) descubramos y profundicemos en el Kerygma: el
encuentro gozoso y desafiante con Cristo muerto y resucitado.
Los jóvenes
con su fuerza apostólica y su servicio a los que sufren, son protagonistas del
anuncio, de la misión y compasión que la Iglesia vive. El desafío mayor es que
los jóvenes que sufren (pobres) sean también protagonistas de la misión de la
Iglesia.
En el Nº 173
se hace referencia al kerygma, pero creemos que debe tener un lugar más
relevante.
El Papa
Francisco en la Evangelii Gaudium (14) nos sugiere tres escenarios en nuestra
evangelización que nos permita atender a tres tipos de destinatarios distintos:
los presentes, los alejados y los ausentes. El reto es llegar a los 3
escenarios, no solo a uno de ellos.
Hoy en la
Iglesia se nos invita a retomar la acción de aquel hombre que cuenta la
parábola del Buen Samaritano, cuando se acercó al herido junto al camino. Este
“acercarse” lo hizo implicarse en el mundo, en el dolor del otro, hacerlo suyo,
asumir su mundo y su historia. Le dio lo que tenía, y lo dejó libre. El corazón
joven salta cuando descubre que en Jesús hay misericordia para todos.
Hoy la
Iglesia debe hacer lo mismo con todos los jóvenes: Y aquí, a ejemplo del Santo
Padre Francisco, proponemos un nuevo modismo: “projimorear” o “aprojimarse”, es
decir, acercarse a cada joven y hacerle sentirse amado, cercano, sentir que
podemos darle lo mejor, la medicina: Cristo, pero dejarlo libre. Esto es
“projimorear” hacer al otro un prójimo.”
Debemos
asumir una actitud acogedora y cordial para propiciar una integración y
acompañamiento de todas las personas incluyendo aquellas de diferentes
orientaciones sexuales, de modo que puedan crecer en la fe y en el vínculo con
Dios-amor, fuente de verdad y misericordia, y hacerlo en el marco de una vida
comunitaria.
Valoramos el
lugar de la mujer en la Iglesia y el reconocimiento de su igual dignidad con el
hombre. Así le ofrecemos a nuestra pastoral tanto el aporte femenino como
masculino, que se complementan y hacen fecunda la vida de toda la comunidad.
Por esta misma razón proponemos una mayor participación de la mujer en el
discernimiento pastoral colaborando activamente en la toma de decisiones.
Dentro de la
continuidad entre este Sínodo y el anterior (IL 11), parece interesante que esa
continuidad tenga también una expresión pastoral. Cuando acompañamos a los
jóvenes para que descubran la voluntad de Dios en su vida es bueno que la
vocación “fundante” al amor que han recibido, tengan la oportunidad de
concretarla con un acompañamiento adecuado por parte de la Iglesia. La pastoral
juvenil les propone un proyecto de vida desde Cristo: la construcción de una
casa, de un hogar edificado sobre roca (Cf. Mt 7). Ese hogar, ese proyecto para
muchos de ellos se concretará en el matrimonio y en la caridad conyugal. Es por
ello, necesario que la pastoral juvenil y familiar tengan una continuidad
natural, trabajando de manera coordinada e integrada entre ambas pastorales y
las demás pastorales afines (vocacional y catequética), para poder acompañar
adecuadamente el proceso vocacional.
En cuanto a
las escuelas y universidades católicas consideramos que es importante tener en
cuenta algunos criterios inspiradores señalados en la Veritatis Gaudium en
vista a una renovación y relanzamiento de las escuelas y universidades “en
salida” misionera, tales como, la contemplación
espiritual, intelectual y existencial del Kerygma; el dialogo a todos los
niveles, la interdisciplinariedad, el fomento de la Cultura del Encuentro, la
urgente necesidad de “crear redes” y la opción por los últimos, por
aquellos que la sociedad descarta y desecha. (cfr. VG 4)
Creemos
necesario que aparezca reflejada en el documento final una referencia concreta
al tema de la CONVERSIÓN PASTORAL Y PERSONAL. Conversión entendida como una
llamada constante del Espíritu para el quehacer cotidiano de la Iglesia (Ap. 2,
11) y de la exigencia que perennemente viene de la Palabra de Dios a la
revisión y al cambio. (1Tes, 1,9. Hch. 14, 15). Que supone una transformación
de Mentalidad, de criterios y de audacia pastoral, que garantice que la tarea
evangelizadora esté llena de cercanía, acogida y compasión. Que debe impregnar
todas las estructuras eclesiales, renovándolas e incluso abandonando aquellas
que no favorecen la trasmisión de la Fe.
Proponemos
que se establezcan Itinerarios de iniciación o crecimiento en la vida de
oración, que lleven a una experiencia concreta de encuentro directo y personal
con el Señor en la vida cotidiana. Damos particular importancia en los jóvenes
a la lectura orante de la Palabra de Dios (o método Lectio Divina) y la
incorporación de tiempos de solo silencio donde el orante simplemente pueda
estar en la presencia del Señor sin dar curso ya a la reflexión o a
pensamientos de modo que vaya creciendo en su vida una dimensión más
contemplativa.
Planteamos la
necesidad de que el Dicasterio correspondiente elabore una orientación en donde
de manera sistemática y clara se aborde la temática de la sexualidad, con
argumentos antropológicos, asequibles a todos los jóvenes, haciendo ver que la
virtud de la castidad es una afirmación gozosa, que crea las condiciones para
el amor humano y divino.
Considerando
que para los jóvenes de hoy no existe diferencia entre lo virtual y lo real, la
Iglesia debe asumir de un modo decidido todo lo nuevo que surge en el mundo de
la virtualización (como inteligencia digital, Big data, etc.). Además, la
Iglesia tiene la misión de ayudar a los adolescentes y jóvenes víctimas de
violencia en la red (pornografía, ciberbullying, etc.), dando sostén,
analizando el fenómeno, estructurando protocolos, produciendo materiales para
la sensibilización y formación, organizando eventos y activando instrumentos
para la promoción de una ciudadanía digital responsable. Asimismo la Iglesia
debe promover el compromiso de los gobernantes y de los colosos del Web en la
protección de los menores en la red.
Proponemos
igualmente la práctica la Sinodalidad, como forma
de ser Iglesia promoviendo la participación de todos los bautizados y
personas de buena voluntad, cada uno según su edad, estado de vida y vocación,
haciendo efectiva y real la participación activa de los jóvenes en cada
Diócesis, Conferencia episcopal e Iglesia universal.
Con respecto
a la temática sobre seminarios y casas de formación, se propone renovar el
modelo formativo de los candidatos asumiendo los criterios de la nueva Ratio
Fundamentalis en vista a la conversión personal y pastoral.
© Librería Editorial Vaticano
Fuente:
Zenit