“Agnes ha vivido la mayoría de su vida más allá
del alcance de un sacerdote o de los sacramentos. Sin embargo, domingo tras
domingo ella trata con humildad de enseñar en su gente algo de su propia y
sencilla grandeza”
La Parroquia de San José en la isla de
Tristán da Cunha, en Sudáfrica, es considerada la parroquia más remota de la
Tierra. Para poder visitarla una vez al año -explica la agencia Gaudium
Press-, un sacerdote debe hacer un viaje de dos semanas
por barco.
Contra lo que podría esperarse en esas condiciones, la fe de los
católicos locales se mantiene firme y es alimentada por el recuerdo de una
heroica seglar, según relató el Administrador Apostólico de Falkland Islands,
Abad Hugh Allan O.Praem.
Tristán da Cunha no sería una isla
habitada si no fuera por el exilio de Napoleón en la isla de Santa Helena.
Como medida de precaución, los
británicos instalaron un puesto militar en la isla para evitar un intento de
liberación de quien fuera el emperador francés pero pronto se dieron cuenta de
que el lugar era tan remoto que era improbable un rescate desde esa ubicación.
Algunos de los militares pidieron quedarse en la isla y dieron inicio a una
pequeña comunidad que no contaba con presencia católica.
La fe católica llegaría con una mujer,
Agnes Rogers, recordada como la “Abuelita Aggie”, quien llegó a servir como empleada
doméstica para el administrador de la isla. Lo que la buena mujer no esperaba
era encontrar que no había sacerdote en el lugar ni tampoco un templo católico.
Al ser la única creyente católica, fue presionada por los habitantes e
incluso discriminada a causa de su fe pero su firmeza y su convencimiento
superó las pruebas y pudo finalmente establecer una pequeña capilla en su casa,
lo cual dio origen a la parroquia de San José.
En 1932 obtuvo la gracia de la primera
visita de un sacerdote católico a la isla, el P. LH Barry, quien fue el primer
sacerdote que la Abuelita Aggie vio en 23 años. “Ella oyó misa y acudió a los
sacramentos y su alegría era enorme y conmovedora de ver”, reportó el
sacerdote. Sólo hasta 1955 se produciría una nueva visita sacerdotal. El
presbítero quedó maravillado por encontrar una fe viva entre los habitantes: “En
Tristán da Cunha, la isla más solitaria del mundo, escuché la primera confesión
de niños demasiado jóvenes para recordar cómo se vería un sacerdote. Ellos
estaban mejor preparados que muchos de los niños que viven a la vista de las
iglesias citadinas”.
Nuevamente la figura de la Abuelita Aggie
se destacó, por su interés de tener bien preparados a los niños para la
ocasión. “Agnes ha vivido la mayoría de su vida más allá del alcance de un
sacerdote o de los sacramentos. Sin embargo, domingo tras domingo ella trata
con humildad de enseñar en su gente algo de su propia y sencilla grandeza”,
comentó el sacerdote visitante.
En la actualidad la parroquia católica
es mantenida activa por 3 catequistas, todos descendientes de la Abuelita
Aggie, y un sacerdote visita el templo una vez al año, usualmente en
septiembre. “Tristán da Cunha tiene una población de 263 personas, de las
cuales más de un tercio son católicos. Esto podría parecer un pequeño
número para viajar tan grandes distancias para ir a visitarlos, pero la
amabilidad y la profunda fe de los isleños hace que el largo viaje valga muy
bien la pena”, comentó a The Catholic Herald el Administrador Apostólico.
“El lema de la Isla es 'Nuestra fe es
nuestra fuerza'. Un ejemplo brillante de esta fuerte fe es la construcción de
su nuevo templo en los años 90”, relató el Abad. “Era un tiempo cuando la
prolongada ausencia sacerdote y otras presiones habían llevado a una caída a la
asistencia al templo. Los fieles que quedaban decidieron orar una novena juntos
pidiendo al Señor devolver a sus familias y amigos a la Iglesia. Habiendo hecho
esto, ellos cayeron en cuenta de que cuando Dios hubiera respondido sus
oraciones necesitarían un templo más grande, así que comenzaron a construir uno
mayor. Precisamente los números se incrementaron y el nuevo templo fue
llenado”.
El Administrador Apostólico anunció que
se encuentra en preparativos para abrir un proceso de canonización de la
Abuelita Aggie, quien
los pobladores locales ya consideran como una Santa.
Fuente:
ReL