10.10.18

PAPA FRANCISCO TE INVITA A VIVIR EL EQUILIBRIO ENTRE CONTEMPLACIÓN Y SERVICIO

La palabra clave para no equivocarnos en nuestra vida como cristianos es estar “enamorados” del Señor y tomar de Él la inspiración para nuestras acciones

Marta y María protagonistas del Evangelio de hoy, nos enseñan cómo debe vivirse la vida del cristiano, "el enamorado" del Señor. Francisco habló de ello en la homilía de la misa en la Casa Santa Marta, invitando a reflexionar sobre la manera en que trabajamos y el tiempo que dedicamos a la contemplación

La palabra clave para no equivocarnos en nuestra vida como cristianos es estar “enamorados” del Señor y tomar de Él la inspiración para nuestras acciones. Así era Pablo, el apóstol que hoy describe la vida en la Primera Carta a los Gálatas. Un equilibrio entre “contemplación y servicio”, dos cualidades muy ilustradas por el Evangelio de Lucas, centrado en las figuras de María y Marta, hermanas de Lázaro de Betania, en cuya casa Jesús es huésped.

Cristianos atareados pero sin la paz del Señor

“Son dos hermanas que, con su manera de actuar”, explica Francisco en la homilía de la misa, “nos enseñan cómo debe seguir adelante la vida del cristiano”. “María escuchaba al Señor”, mientras Marta estaba “distraída” porque estaba “ocupada con las tareas”.

Marta es una de esas mujeres “fuertes”, subraya el Papa, capaz de reprochar al Señor por no haber estado presente en la muerte del hermano Lázaro. Sabe “avanzar”, es valiente, observa, pero carece de “contemplación”, incapaz de “perder tiempo mirando al Señor”:

Hay muchos cristianos que van, sí, el domingo a misa, pero luego están atareados, siempre. No tienen tiempo ni para los hijos, ni para jugar con los hijos: es feo, esto. “Tengo mucho qué hacer, estoy atareado…”. Y, al final, se vuelven creyentes de esa religión que es el frenetismo: son del grupo de los ajetreados, que siempre están haciendo … pero deténte, mira al Señor, toma el Evangelio, escucha la Palabra del Señor, abre tu corazón…

No: siempre el lenguaje de las manos, siempre… Y hacen bien, pero no el bien cristiano: un bien humano. A ellos les falta la contemplación. A Marta le faltaba eso. Valiente, siempre hacia adelante, tomaba las cosas en mano, pero le faltaba la paz: perder tiempo para mirar al Señor. 

La contemplación no es no hacer nada

Al contrario, lo de María – aclara Francisco – no es un “no hacer nada”. Ella “miraba al Señor porque el Señor tocaba el corazón y desde ahí, desde la inspiración del Señor, es de donde viene el trabajo que se debe llevar a cabo luego”.

Es la regla de san Benito, “Ora et labora”, que encarnan monjes y monjas de clausura, los cuales ciertamente – subraya el Papa – no “están todo el día mirando al cielo. Rezando y trabajando”. Y, sobre todo, es lo que ha encarnado el apóstol Pablo, como está escrito en la Primera Lectura de hoy: “cuando Dios lo eligió” – observa Francisco – “no fue a predicar” enseguida, sino que “se fue a orar”, “a contemplar el misterio de Jesucristo que le fue revelado”:

Cada cosa que hacía Pablo la hacía con este espíritu de contemplación, de mirar al Señor. Era el Señor que hablaba desde su corazón, porque Pablo era un enamorado del Señor. Y esta es la palabra clave para no equivocarse: enamorados.

Nosotros, para saber de qué parte estamos, si exageramos porque entramos en una contemplación demasiado abstracta, incluso gnóstica, o si estamos demasiado ocupados, tenemos que hacernos la pregunta: “¿Estoy enamorado del Señor? ¿Estoy seguro, estoy segura que Él me ha elegido? O vivo mi cristianismo así, haciendo cosas… sí, hago esto, lo hago, lo hago, pero ¿mi corazón, contempla?”.

Contemplación y servicio: el camino de nuestra vida

Es como cuando un marido vuelve a casa del trabajo y encuentra a su mujer que lo acoge: quien está realmente enamorada no lo recibe y luego se pone a atender las cosas de la casa, sino que “saca tiempo para estar con él”. Entonces, nosotros también tomemos tiempo para el Señor al servicio de los demás:

Contemplación y servicio: este es nuestro camino de vida. Cada uno piense: ¿cuánto tiempo al día dedico a contemplar el misterio de Jesús? Y luego: ¿cómo trabajo? ¿Trabajo tanto que parece una alienación, o trabajo coherente con mi fe, trabajo como un servicio que viene del Evangelio? Nos hará bien pensar en esto.

Por Gabriella Ceraso

Vatican Media


Fuente: Aleteia


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