Decir el benedícite consiste en dar
gracias a Dios y en pedir Su bendición
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Derivada de la tradición judía y monástica, la
oración del "benedícite" es un momento privilegiado de oración en
familia que se recita al principio y al final de la comida. Nos permite dar
gracias a Dios por los dones que nos ofrece
La etimología latina de la palabra ‘benedícite’
significa ‘bendecid’ y ‘decir bien’, y expresa así el significado de este
ritual.
En efecto, en
la tradición cristiana, decir el benedícite consiste en dar
gracias a Dios y en pedir Su bendición con una oración antes de comer.
Bendecir a Dios y dar
gracias
Decir el benedícite es una manera
de agradecer
a aquellos que prepararon la comida y se reunieron alrededor de la mesa para
compartirla.
Es una
muestra de gratitud: “Con este gesto, demostramos que somos conscientes de que
no damos todo por sentado”, explica el padre Eric Millot, vicario de la
diócesis de Dijon, Francia.
“En primer
lugar, la comida se inicia pidiendo la bendición de Dios con una oración o un
canto. Luego, al final, hacemos lo que llamamos una acción de gracias, para dar
gracias al Señor”.
Puede ser un canto, una oración usada en
las liturgias o la lectura de un pasaje de la Palabra de Dios.
Siendo el
alimento el fruto de la creación, debemos dar gracias a Dios por permitir que
sus hijos reciban su pan de cada día.
“No podemos
olvidar que es en el marco de la bendición judía de la comida que Jesús
instituyó la Eucaristía y en cierto modo la transmitió a los cristianos para
que no olvidemos que todo alimento es un don de Dios”, añade el padre Eric
Millot.
Un tiempo de oración que
compartir en familia
A través de los tiempos, el benedícite se
practicó con más o menos frecuencia. “Los ancianos no comían sin hacer una
señal de la cruz”, recuerda el vicario de la diócesis de Dijon.
“Hoy, en las
familias cristianas, hay un redescubrimiento del
benedícite con el que los niños están particularmente asociados”.
Por ejemplo,
hay dados para echar a suertes una oración y los niños suelen estar muy
orgullosos de recitarla.
Hay un
aspecto muy lúdico en ello y es importante para la vida familiar orar juntos
antes de comer lo que el Señor ha santificado.
En
comparación con las comidas diarias que se toman con celeridad, con poco tiempo
o en soledad, reunirse en familia es un momento esencial para compartir.
Tomarse el tiempo para rezar juntos antes
de la comida le da una dimensión espiritual al acto.
También es
una forma de educar a los niños mostrándoles que no abalanzarse sobre la comida
es una muestra de respeto y buenos modales.
“Aunque el benedícite es
un verdadero momento de oración”, dice el padre Eric Millot, “no está
formalizado por reglas estrictas y podemos dejar volar nuestra imaginación para
pedir la bendición de Dios. Cada uno es libre de dar gracias a Dios como
quiera, a veces incluso con mucho humor, como atestiguan algunas canciones
scouts”, añade.
Compasión y caridad
El benedícite cristiano también da
testimonio de un espíritu de apertura. Durante esta oración, debemos guardar un
pensamiento para los más desfavorecidos y
podemos mencionarlo durante la oración.
“En Corintios II, justo después del pasaje sobre
la Eucaristía, san Pablo expresa un sentimiento de vergüenza ante la idea de
que algunas personas disfruten de un banquete mientras otras pasan hambre”,
recuerda el padre Eric Millot.
Decir el benedícite,
por lo tanto, nos permite ser conscientes de la suerte que tenemos por poder
comer.
Como describe
Jean-Joseph Gaume en su libro Le
Bénédicité au XIXème siècle, en el pasado, durante las fiestas religiosas,
ciertas comidas se tomaban justo después de la misa, en el nártex de las
iglesias, es decir, en la entrada.
Durante estas
comidas, era costumbre que todos trajeran algo de comer y compartieran su
comida con los más pobres.
“La comida
cristiana es diferente de un ‘picnic donde cada uno lleva lo suyo’, es un
tiempo de convivencia, en el que nadie queda fuera y que se presta a la
oración”.
Morgane Macé
Fuente: Aleteia