Al iniciar la
celebración eucarística, el sacerdote, después de la procesión de entrada,
inmediatamente hace una reverencia al altar y lo besa. Este signo
siempre ha llamado mi atención ¿Cuál es su significado? Vamos a
descubrirlo.
La Misa está
llena de muchos signos que la hacen rica y especial. El beso es uno de
los actos de expresión más usados en el mundo. A través de éste manifestamos el
cariño, el respeto y el amor que le guardamos a algo o a alguien. Este
gesto en la celebración eucarística cobra también un sentido de amor y respeto.
Ahora bien,
el altar, desde la antigüedad, era el lugar propio para el sacrificio, en él se
ofrecían ofrendas y sacrificios a Dios como signo de adoración y
agradecimiento. Para los cristianos es el centro del espacio
celebrativo, en torno al cual nos reunimos porque en él se hará presente
Cristo. El altar nos recuerda a Cristo resucitado y, a la vez, en él
se realiza el sacrificio, del cual nos hace parte. Cristo es el
sacerdote que ofrece el sacrificio, es la víctima que libremente se ofrece y, a
la vez, es el altar donde se lleva a cabo dicho sacrificio.
Asimismo, el
altar simboliza la mesa en la que Jesús instituyó el Sacramento de la
Eucaristía junto con sus discípulos; y que como a ellos, parte y
reparte para nosotros su pan.
Así nos lo
afirma el Catecismo de la Iglesia Católica cuando dice:
El altar, en
torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía,
representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la
mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto que el altar cristiano es el símbolo
de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la
víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial que se
nos da (1383 CEC).
La
Instrucción General del Misal Romano también nos dice:
El altar, en
el que se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales,
es también la mesa del Señor, para participar en la cual, se convoca el Pueblo
de Dios a la Misa; y es el centro de la acción de gracias que se consuma en la
Eucaristía. (296 IGMR)
En
consecuencia, este signo que hace el sacerdote de besar el altar, al principio
y al final de la Misa, es una señal de veneración a Cristo que se encuentra
representado en él. En la persona del sacerdote,
nosotros los fieles también formamos parte de ese beso, con el que recibimos al
Señor que momentos más adelante se hará presente.
Finalmente,
cuando un altar es consagrado y bendecido, según la tradición de la Iglesia: “Debe
observarse la antigua tradición de colocar bajo el altar fijo reliquias de
Mártires o de otros Santos, según las normas litúrgicas.” (1237, § 2. Código de
Derecho Canónico) Por lo tanto, cuando el sacerdote besa el altar,
besa a Cristo y con él a todos los santos que gozan ahora en su presencia.
Por: Daniel Alberto Robles Macías