Cansados
y fatigados, los misioneros a veces pierden su celo por Dios y no consiguen más
que cumplir “mecánicamente” su misión
Fred De Noyelle I Godong |
Los misioneros modernos, clérigos o laicos,
se sienten con frecuencia “exhaustos” después de algunos años de evangelización
de la fe cristiana. En los casos extremos, este agotamiento puede llevarles a
renunciar de su misión apostólica y a regresar al mundo laico, quemados por su
experiencia.
La buena noticia es que esta
fatiga puede evitarse. Una vez más, en los santos está la respuesta,
en este caso para evitar el agotamiento apostólico.
Dom Jean-Baptiste Chautard, un
monje trapense francés del siglo XIX, ofrece el secreto de los santos en su
popular obra El alma de todo apostolado. Los
siguientes extractos de este libro son algunos consejos para ayudar a los
misioneros a no abandonar su vocación:
“Nuestra
vida interior será como el tallo lleno de savia vigorosa, y las obras que
ejecutemos, su eflorescencia”.
“A toda alma
de apóstol debe inundar la luz e inflamar el amor, antes que ella con
sus reflejos ilumine y caldee a los demás. Lo que vieron con sus ojos y
palparon con sus manos, enseñarán a los hombres”.
“La
vida activa debe proceder de la vida contemplativa, traducirla
y continuarla al exterior, separándose de ella lo menos posible”.
“Todo
apóstol, antes de dar suelta a la lengua, debe elevar a Dios con avidez su
alma, para exhalar lo que bebiere y distribuir su plenitud, dice san Agustín”.
“Antes
de comunicar hay que recibir, escribe el Seudo-Dionisio, y los
ángeles más elevados no transmiten a los que están más bajos, sino las luces cuya
plenitud recibieron”.
“¿Quién no conoce esta frase
clásica de san Bernardo dirigida a los apóstoles? ‘Si sabes obrar con cordura,
sé concha y no canal’. Por el canal corre el agua sin dejar una gota. El
depósito, en cambio, una vez lleno, deja correr lo que le sobra para fertilizar
los campos. ¡Cuántos que se consagran a las obras no son sino canales, y quedan
completamente secos precisamente cuando están empeñados en fecundar los
corazones! ‘Hoy hay en la Iglesia exceso de canales y pocos depósitos’,
agregaba con tristeza el Santo Abad de Claraval”.
Verdad y amor divinos
“Una madre no puede amamantar a su hijo si
no se alimenta ella; del mismo modo, los confesores, directores
de almas, predicadores, catequistas y profesores, deben de antemano asimilar la
sustancia de que han de aumentar después a los hijos de la Iglesia. La verdad y
el amor divinos son los elementos de esta sustancia. Sólo la vida
interior interpreta la verdad y la caridad de Dios de una
manera eficaz para hacer de ellas un aumento capaz de engendrar la vida”.
“Los que se sienten llamados a
las obras de la vida activa, dice el Santo Doctor [Santo Tomás], están en un
error si creen que ese deber les dispensa de la vida contemplativa. Ese deber
se agrega a esta vida y en nada disminuye su necesidad. Así las dos vidas no se
excluyen, sino que se reclaman, se suponen, se mezclan y se completan”.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia