El beato Hermann nació con el paladar hendido, parálisis
cerebral y espina bífida, pero también tenía una mente brillante
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| Th. Fink Veringen | CC BY-SA 4.0 |
Dios a menudo usa instrumentos débiles para
lograr un bien mayor. Ese fue el caso del beato Hermann von Reichenau.
Hermann nació
con el paladar hendido, parálisis cerebral y espina bífida. Su infancia resultó
ser extremadamente difícil, pero sus padres querían lo mejor para él. A los
siete años de edad, se las arreglaron para que se quedara en un monasterio
benedictino cercano, donde sería educado y criado.
Hermann
floreció en el monasterio y rápidamente se descubrió que, aunque su cuerpo
estaba lisiado, su mente era extraordinaria. Se convirtió en un erudito en
astronomía, teología, matemáticas, historia y poesía. Hermann también era un
maestro del lenguaje y llegó a dominar el árabe, el griego y el latín.
Pero lo que
era aún más notable era su gentil disposición y su devota vida interior. Poseía
una gran alegría y, a pesar de sus defectos físicos, siempre sonreía.
Más tarde en
la vida se quedó ciego y fue entonces cuando comenzó a componer hermosos
himnos. Aunque su cuerpo le fallaba, su mente y su corazón estaban ardiendo con
el amor de Dios y lo inspiró para crear algunos de los himnos más conocidos de
todos los tiempos.
En
particular, Hermann compuso los siempre populares Salve
Regina (Ave, Santa Reina) y Alma
Redemptoris Mater (Madre amorosa del Redentor). Ambos himnos se han
incorporado a la Liturgia de las Horas de la Iglesia y se incluyen después de
recitar la Oración Nocturna. El Salve
Regina en particular es uno de los himnos marianos más conocidos de la
Iglesia.
Cuando leemos
o cantamos estos dos himnos después de conocer la historia del beato Hermann,
son aún más extraordinarios. Los himnos son canciones de júbilo llenas de amor
y devoción que provienen del corazón de un hombre que sufrió mucho durante su
vida. Nos recuerdan el poder de la fe y que no importan los sufrimientos que
tengamos que soportar, siempre podremos alabar a Dios y darle gracias por las
cosas maravillosas que ha hecho por nosotros.
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, ¡Dios te salve!
A
ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A
ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea pues,
señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh
clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María.
Alma Redemptoris Mater
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que cae y se quiere levantar.
Ante el asombro de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros, pecadores.
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que cae y se quiere levantar.
Ante el asombro de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros, pecadores.
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia






