El
Papa Francisco animó a los cristianos a responder a la llamada de Dios del
mismo modo en que respondió la Virgen María durante la anunciación: “Aquí
estoy”
El Papa Francisco durante el rezo del Ángelus. Foto: Captura de Youtube |
En
su reflexión antes del rezo del Ángelus de este sábado 8 de diciembre,
Solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la Plaza de San Pedro, el Santo
Padre expuso las dos posibles respuestas a la llamada de Dios.
Para
ilustrarlo recurrió a las lecturas del día donde, por un lado, en la primera
Lectura, del Libro del Génesis, donde se narra el episodio del pecado original,
“encontramos un hombre que desde el principio dice ‘no’ a Dios”.
Por
el contrario, en el Evangelio de San Lucas “vemos a María que en la anunciación
dice ‘sí’ a Dios”.
“En
ambas lecturas es Dios quien busca al hombre. En el primer caso va junto a
Adán, después del pecado, y le pregunta: ‘¿Dónde estás?’, y él re contesta: ‘Me
he escondido’”.
En
el segundo caso, en cambio, “va junto a María, sin pecado, que responde: ‘He
aquí la sierva del Señor’. ‘Aquí estoy’ es lo contrario de ‘me he escondido”,
subrayó Francisco. “El ‘aquí estoy’ abre a Dios, mientras que el pecado cierra,
aísla, te hace quedarte sólo contigo mismo”.
El
Papa continuó: “‘Aquí estoy es la palabra clave de la vida. Marca el pasaje de
una vida horizontal, centrada en uno mismo y en sus propias necesidades, a una
vida vertical, dirigida a Dios”.
“‘Aquí
estoy’ es estar disponibles para el Señor, es la cura del egoísmo, el antídoto
ante una vida insatisfactoria en la cual siempre falta algo. ‘Aquí estoy’ es el
remedio contra el envejecimiento del pecado, es la terapia para permanecer
joven por dentro. ‘Aquí estoy’ es creer que Dios cuenta más que mi ‘yo’. Es
decidir someterse al Señor, dóciles a sus sorpresas”.
Por
ello, “decirle ‘aquí estoy’ es la alegría más grande que podemos ofrecerle.
¿Por qué no comenzar así la jornada? Sería bello decirle cada mañana: ‘Aquí
estoy, Señor, para que hoy se cumple en mí tú voluntad’”.
El
Papa resaltó la entrega total de María a los planes de Dios. “María añade: ‘Hágase
en mí según tu palabra’. No dice ‘hágase según mi’, sino ‘según tu’. No pone
límites a Dios. No pienso: ‘me dedico un poco a Él, me doy prisa y luego hago
lo que quiero’”.
“No,
María no ama al Señor cuando le apetece. Vive fiándose de Dios en todo y para
todo. Ese es el secreto de la vida”. En cambio, “el Señor sufre cuando le
responden como Adán: ‘tuve miedo y me he escondido’”.
Sufre
porque “Dios es Padre, el más tierno de los padres, y desea la confianza de sus
hijos. Cuántas veces, en cambio, sospechamos de Él y pensamos que nos mandará
pruebas, nos privará de la libertad, nos abandonará”.
“Pero
se trata de un gran engaño, es la tentación del principio, la tentación del
diablo: insinuar la desconfianza de Dios. María, en cambio, vence esta primera
tentación con su ‘aquí estoy’. Y hoy miramos a la belleza de la Virgen, que
nació y vivió sin pecado, siempre dócil y transparente a Dios”.
Sin
embargo, aclaró el Santo Padre, “eso no quiere decir que para ella la vida
fuera fácil. Estar con Dios no resuelve mágicamente los problemas. Lo recuerda
el final del Evangelio de hoy. Dice: ‘El ángel se alejó de ella’”.
“Se
alejó, es un verbo fuerte. El ángel dejó a la Virgen sola en una situación
difícil. Ella conocía de qué modo particular se iba a convertir en Madre de
Dios, pero el ángel no lo había explicado a los demás”.
Así,
“los problemas comenzaron pronto: pensemos en las situaciones irregulares según
la ley, en el tormento de Dan José, en los planes de vida que saltaron, en lo
que habría dicho la gente…”.
“Pero
María pone la confianza en Dios delante de los problemas. Es abandonada por el
ángel, pero cree que, con ella, en ella, ha permanecido Dios. Y se fía. Está
convencida de que, con el Señor, también de modo inesperado, todo irá bien”.
El
Papa finalizó: “Esa es la actitud sabia: no vivir dependiendo de los
problemas”. “Pidamos a la Inmaculada la gracia para vivir así”.
Fuente:
ACI Prensa