Anteponer la experiencia de fe a la recepción de los sacramentos, una catequesis más experiencial y basada en la oración, la superación del modelo profesor-alumno…
![]() |
Una sesión de catequesis en la parroquia San Manuel González,
en San Sebastián de los Reyes (Madrid). Foto: Belén Díaz
|
Estos son algunos de los signos de un cambio de mentalidad a la hora de
dar la catequesis que poco a poco se va afianzando en España. La diócesis de
Madrid presentó la renovación de su catequesis.
«Hoy impera una
cultura laicista, y muchas familias que en principio eran cristianas han
perdido su capacidad de educar cristianamente a sus hijos. Está claro que
nuestra catequesis tiene que responder a estas nuevas necesidades», explica
a Alfa y Omega el cardenal Fernando Sebastián, uno de los
mayores expertos en transmisión de la fe que tenemos en España.
Por eso, «necesitamos con urgencia una revisión humilde, sincera y valiente de los usos actuales» de la catequesis, ya que «vivimos en un mundo pagano y seguimos actuando como en los tiempos del confesionalismo», lo que da lugar a «celebraciones falsificadas, con mucho aparato exterior y poca o ninguna fe interior».
Desde su
experiencia, señala que, en concreto, la renovación de la catequesis «tiene que
estar centrada en la promoción de la fe y de la conversión personal. Debe
cambiar realmente la vida de los catecúmenos», porque «si no hay conversión
real a la vida cristiana la catequesis es un fracaso». Hasta ahí, todos de
acuerdo. La cuestión es: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo se consigue esto? Todos los
expertos coinciden en que la catequesis ha de cambiar, pero a la hora de
llevarlo a la práctica, ¿quién se atreve a dar los pasos necesarios?, ¿quién le
pone el cascabel al gato?
Enseñar a vivir la
fe, no solo enseñar la fe
En Madrid ya se
han puesto a trabajar en este sentido. Manuel Bru, responsable de la Delegación
de Catequesis de Madrid, presentará durante un encuentro diocesano
de catequistas los nuevos materiales y orientaciones de la archidiócesis. El
gran objetivo, explica, es «enseñar a vivir la fe, no
simplemente enseñar la fe», por lo que «se hace necesario renovar los
itinerarios y recuperar el proceso de iniciación cristiana habitual en los
primeros siglos del cristianismo». Todo esto forma parte de «una sensibilidad
creciente en los últimos años, más en clave existencial, de conversión. No
asimilar la fe de manera intelectual, sino hacerla experimentar a los chavales,
sin dar por supuesta una experiencia que muchos no tienen», afirma Bru.
Se trata de
pasar a la acción y aplicar unas líneas en las que básicamente coinciden todas
las diócesis y expertos en catequesis.
Lo primero, el
kerigma
Esta
sensibilidad ya la puso por escrito el Papa Francisco en Evangelii
gaudium, cuando recordó que «en la catequesis tiene un rol fundamental el
primer anuncio o kerigma, que debe ocupar el centro de la actividad
evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial».
Este acento
primero, basado en el anuncio del amor de Dios, es en la transmisión de la fe
un paso previo a la enseñanza de la moral o de la doctrina. Lo afirma el
cardenal Sebastián al demandar «una catequesis más personal, más práctica, más
transformadora, con lo sustancial del kerigma propuesto de una manera positiva,
estimulante, personal y provocadora»; una catequesis «centrada en Jesús, en sus
enseñanza sobre Dios, sobre la vida eterna, el arrepentimiento de los pecados,
el cambio de vida, el ejercicio de la caridad…, temas culturales previos a la
fe y a la religiosidad, que ahora la gente no tiene, y que son absolutamente
necesarios para fundamentar una vida de religión y de fe».
Contra la
tiranía del calendario
Otro de los
elementos de la renovación catequética es una mirada nueva sobre el calendario
de la iniciación cristiana. Hasta ahora –y así se sigue haciendo en muchas
partes–, habría una primera etapa que acaba con la Primera Comunión; una
segunda que concluiría con la Confirmación; y después…
«Hay que romper
los automatismos. Cada persona tiene sus circunstancias y sus calendarios
propios. Cada uno tiene que recorrer su camino. La Primera Comunión hay que
celebrarla como una verdadera incorporación del catecúmeno a la comunidad
cristiana, no es un acontecimiento pasajero. No podemos dejarnos llevar de las rutinas,
porque así no lograremos nunca la renovación espiritual de nuestros
cristianos», asegura Sebastián.
En Madrid, una
palabra clave a partir de ahora va a ser flexibilidad. Así lo
explica el delegado de Catequesis: «La mayoría de los padres viene con una
fecha ya pensada, pero el criterio ahora es la necesidad de un discernimiento
personal para recibir los sacramentos, decirle al chico o a la chica: “espera
un año más”, o bien: “súmate a los de este año”. En la Primera Comunión es más
difícil, pero en la Confirmación se puede ir haciendo. Así, el proceso
catequético no esta fraccionado ni determinado por la recepción de los
sacramentos».
Una catequesis
orante
Además de la
primacía del kerigma y de un nuevo modo de concebir los tiempos de la
catequesis, la transmisión de la fe que se abre paso tiene muy presente la
oración, como una experiencia sobre la que gira todo lo demás. La propuesta de
la Delegación de Catequesis de Madrid es que la sesión principal con los
chavales se haga en un oratorio, o en la capilla ante el Santísimo, siempre en
un contexto distinto del aula de catequesis, donde haya un clima de silencio y
de oración, con música de fondo si es posible, con un testimonio en relación
con un texto del Evangelio. Con los más pequeños esto se está haciendo ya según
el modelo del Oratorio de Niños Pequeños –muchos catequistas están recibiendo
formación sobre esta dinámica–, y en los nuevos recursos para adolescentes el
modelo que se contempla es la lectio divina.
La figura del
catequista
Pero hay más claves,
como la figura del catequista. Bru aboga por «huir del modelo maestro-alumno» y
favorecer la formación del catequista. Para ello, todos los jueves funciona en
Madrid un curso de catequistas sobre un tema concreto, y además se ofrecerá una
formación complementaria los martes para introducir a los catequistas que lo
deseen en esta nueva orientación pastoral.
En cuanto a los
materiales, Madrid ha hecho una apuesta decisiva con una batería de materiales
propios nuevos, tanto impresos como digitales. Los destinados a adolescentes y
jóvenes han sido elaborados por la delegación y serán publicados por la
editorial PPC, al tiempo que se encuentran ya en preparación los que utilizarán
próximamente los más pequeños. Se trata de 82 videos cortos sobre preguntas
existenciales, escenas de películas, historias de santos, testimonios de
jóvenes, oraciones, dinámicas de grupo digitales, foros, galerías de fotos… Y
junto a todo ello, cada chaval podrá acceder a un área virtual donde podrá
consultar todo este contenido.
La segunda
novedad es que los materiales impresos no son libros de estudio, sino cuadernos
de trabajo sobre el credo, la llamada vocacional a la consagración o al
matrimonio, los tiempos litúrgicos… y siempre «con las tres etapas de la vida
catequética: despertar la inquietud, el anuncio kerigmático, y la formación en
la fe y en la vida, siempre tomando como guía y orientación los catecismos de
la Conferencia Episcopal», explica Bru.
Una relación
vital con el Señor
El modelo de
catequesis que se va a difundir a partir de ahora en Madrid está en la línea
también del que Acción Católica General propone ya desde hace algunos años a
las Iglesias locales que lo deseen como recurso complementario a su propio plan
diocesano, y también a aquellas que aún no lo tengan. Su propuesta se basa en
que la catequesis «no tenga en sí un destino sacramental, sino que en realidad
sea un proceso y un itinerario en el que hay momentos importantes, que son los
sacramentos, porque lo principal es propiciar una relación vital con el Señor»,
asegura el responsable de Jóvenes de AC, Fran Ramírez. «Para eso hay que
cambiar el chip: el chaval no es un mero receptor sino el protagonista, esto no
acaba con la Primera Comunión… Es un cambio de 180 grados».
En Acción
Católica prefieren utilizar el término acompañante a la hora
de referirse al catequista, porque este «no es un profesor que te enseña
conceptos, sino alguien que te introduce en los principios de la vida»; y
siempre respetando el protagonismo del chaval, «que no es un receptor pasivo».
Además, este acompañante «debe estar a su vez acompañado, formando parte de un
grupo de vida, en el que su labor en la catequesis es una llamada del Señor, no
una decisión voluntarista propia».
Para Ramírez,
«está claro que el cristiano tiene que vivir la fe en todas sus dimensiones:
orar, conocer, celebrar y vivir». Una de las propuestas de Acción Católica es
un recurso que se denomina Plan de vida cristiano. «Es una especie de diario,
un cuadrante de vida que incluye oración, formación y evangelización, según su
edad, y al final de curso se revisa con el acompañante que le guía en su
proceso», explica Fran Ramírez,
Juan Luis
Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y
Omega






