Palabras
del Papa antes del Ángelus
![]() |
| Ángelus del 20 de enero 2019 © Vatican Media |
A
las 12 horas de hoy, el Santo Padre Francisco se asoma a la ventana del estudio
en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y los
peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Estas son las palabras del Papa
al presentar la oración mariana:
Palabras del Papa antes
del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
El
domingo pasado, con la fiesta del bautismo del Señor, comenzamos el camino del
tiempo litúrgico “ordinario”: es el tiempo para seguir a Jesús en su vida
pública, en la misión por la cual el Padre lo envió al mundo. En el Evangelio
de hoy (cf. Jn 2, 1-11) encontramos el relato del primero de los milagros de
Jesús, que el evangelista Juan llama “señales”, porque Jesús no los hizo para despertar
asombro, sino para revelar el amor del Padre. El primero de estos prodigiosos
signos tiene lugar en el pueblo de Cana, en Galilea, durante una fiesta de
bodas. No es casual que al comienzo de la vida pública de Jesús haya una
ceremonia de boda, porque en Él Dios se ha casado con la humanidad: esta es la
buena noticia, aunque los que lo han invitado aún no saben que en su mesa está
sentado el Hijo de Dios y que el verdadero novio es Él. De hecho, todo el
misterio de la señal de Caná se basa en la presencia de este novio divino,
Jesús, que comienza a revelarse. Jesús se manifiesta como el novio del pueblo
de Dios, anunciado por los profetas, y nos revela la profundidad de la relación
que nos une a él: es una nueva Alianza de amor. En el contexto de la Alianza,
se comprende plenamente el significado del símbolo del vino, que está en el
centro de este milagro.
Justo
cuando la fiesta está en su apogeo, el vino se ha terminado; Nuestra Señora lo
nota y le dice a Jesús: “No tienen vino” (v. 3), hubiera sido horrible
continuar la fiesta con el agua, una vergüenza y la Virgen se da cuenta y como
es madre advierte inmediatamente a Jesús.
Las
Escrituras, especialmente los Profetas, indicaron el vino como un elemento
típico del banquete mesiánica (cf. Am 9,13-14; Gl 2,24; Is 25,6). El agua es
necesaria para vivir, pero el vino expresa la abundancia del banquete y la
alegría de la fiesta. Una fiesta sin vino…
Al
convertir en vino el agua de la tinaja utilizada “para la purificación ritual
de los judíos” (v. 6), era una costumbre antes de entrar en la casa
purificarse, Jesús hace un signo elocuente: transforma la Ley de Moisés en el
Evangelio, portador de alegría.
Luego
miramos a María. Las palabras que María dirige a los sirvientes vienen a
coronar el cuadro conyugal de Caná: “Lo que Él te diga, hazlo” (v. 5). Incluso
hoy, la Virgen María nos dice a todos: “Hagan lo que Él les diga”. Estas
palabras son una herencia preciosa que nuestra Madre nos ha dejado. Y los
siervos obedecen en Caná. Jesús les dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las
llenaron hasta el borde. Él les dijo de nuevo: Saquen ahora un poco y
llevénselo al mayordomo. Y los trajeron “(versículos 7-8).
En
esta boda, realmente se estipula una Nueva Alianza y la nueva misión se confía
a los siervos del Señor, es decir a toda la Iglesia: “Hagan lo que Él les diga”
Quisiera
subrayar una experiencia que seguramente muchos de ustedes hemos tenido en
nuestra vida, cuando estamos en situaciones difíciles, cuando tenemos problemas
que no sabemos cómo resolver, cuando sentimos muchas veces ansia y angustia,
cuando nos hace falta la alegría hay que ir donde la Virgen y decirle “no
tenemos vino se terminó el vino, mira como estoy, mira mi corazón mi alma”, es
la Madre y ella seguro irá donde Jesús y dirá mira este o esta, no tienen vino
y después regresará donde nosotros y nos dirá “Cualquier cosa que les diga
haganla”. Para cada uno de nosotros extraer de la tinaja es equivalente a
confiar en la Palabra y en los Sacramentos para experimentar la gracia de Dios
en nuestra vida. Entonces también como maestros de mesa que probó el agua
convertida en vino, podemos exclamar: “Has guardado el vino mejor hasta ahora” (v.
10), siempre Jesús nos sorprende.
Que
la Santísima Virgen nos ayude a seguir su invitación: “Hagan lo que Él les
diga”, para que podamos abrirnos completamente a Jesús, reconociendo en la vida
cotidiana los signos de su presencia vivificadora.
Raquel
Anillo
Fuente:
Zenit






