En la
Misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, recordó que el niño Jesús, se
encontraba donde nadie pensaba: “No está en el palacio real de Jerusalén, sino
en una humilde morada de Belén”
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TIZIANA FABI/AFP/East News |
El papa Francisco insistió en los regalos
deseados por Jesús, “la gratuidad, la
misericordia hacia el que no puede restituir es preciosa a los ojos de
Dios”. Y rememoró que la
verdadera luz “tenue” de Dios está “en el amor humilde”.
“Pero la luz de Dios no va a aquellos que
brillan con luz propia”,
dijo hoy el papa Francisco durante la Misa por la Solemnidad de la Epifanía del
Señor, celebrada en la basílica de San Pedro este domingo 6 de diciembre 2019.
“Cuántas veces hemos seguido los seductores
resplandores del poder y de la fama, convencidos de prestar un buen servicio al
Evangelio”, aseguró el Papa.
“Dios se propone, no se impone; ilumina, pero no
deslumbra. Es siempre grande la tentación de confundir
la luz de Dios con las luces del mundo”, sostuvo el Obispo de
Roma que ha dado inicio a esta celebración a las 10.00 horas de Roma, después
de dirigirse en procesión hasta el altar mayor de la basílica vaticana y besar
allí una imagen del Niño Jesús.
Sucesivamente,
pronunció ante los presentes una homilía en la que se centró en la humildad de
Dios que no se manifestó con el nacimiento de su hijo, Jesús, ante los
poderosos, sino ante los humildes: María, José, los pastores y de los reyes
magos.
Ellos “han dejado sus casas y se han convertido en
peregrinos por los caminos de Dios. Porque solo quien deja los propios
afectos mundanos para ponerse en camino encuentra el misterio de Dios”.
“La luz de
Dios va a quien la acoge”, insistió en su homilía Jorge Mario Bergoglio. “Cuántas veces, incluso como Iglesia, hemos
intentado brillar con luz propia”, añadió.
“Pero
nosotros no somos el sol de la humanidad. Somos la luna que, a pesar de sus
sombras, refleja la luz verdadera, el Señor: Él es la luz de mundo (cf. Jn
9,5); él, no nosotros”.
Así, exhortó
a buscar la luz de Dios y para ello “es necesario levantarse, es decir
sobreponerse a nuestro sedentarismo y
disponerse a caminar, de lo contrario, nos quedaremos parados, como los
escribas consultados por Herodes, que sabían bien dónde había nacido el Mesías,
pero no se movieron”.
Y después,
indicó que es necesario “revestirse de Dios que es la luz,
cada día, hasta que Jesús se convierta en nuestro vestido cotidiano”.
Pero,
insistió, para “vestir el traje de Dios, que es sencillo como la luz, es
necesario despojarse antes de los vestidos pomposos, en caso contrario seríamos
como Herodes, que a la luz divina prefirió las luces terrenas del éxito y
del poder”.
“Los magos,
sin embargo, realizan la profecía, se levantan para ser revestidos de la luz. Solo ellos ven la estrella en el cielo; no
los escribas, ni Herodes, ni ningún otro en Jerusalén”.
Por ende, invitó a imitar a los magos. “Ellos no
discuten, sino que caminan; no se quedan mirando, sino que entran en la casa de
Jesús; no se ponen en el centro, sino que se postran ante él, que es el centro;
no se empecinan en sus planes, sino que se muestran disponibles a tomar otros
caminos”.
En este
sentido, cuestionó: ¿Hemos llevado algún
presente a Jesúspara su fiesta en Navidad, o nos hemos intercambiado
regalos solo entre nosotros?
Invitó a
remediar: “Si hemos ido al Señor con las manos vacías”. Ilustró que en el evangelio “nos muestra, por así decirlo, una
pequeña lista de regalos: oro, incienso y mirra”.
Oro: Necesitados de
Dios
El Oro está representando la centralidad de
Dios en la vida para“no considerándonos
autosuficientes sino necesitados”. El oro nos recuerda que “a Dios hay que
darle siempre el primer lugar. Se le adora”. Pero “para hacerlo es necesario
que nosotros mismos cedamos el primer puesto”.
Incienso: Oración
que va al cielo
Luego, destacó, está el incienso, “que
simboliza la relación con el Señor, la oración, que como un perfume sube hasta
Dios (cf. Sal 141,2). Pero, así como el
incienso necesita quemarse para perfumar, la oración necesita también “quemar”
un poco de tiempo, gastarlo para el Señor”. Y hacerlo de verdad, no solo
con palabras”.
Ungüento: La carne de los
necesitados
Francisco expresó que a propósito de
hechos, ahí está la mirra, “el ungüento que se usará para envolver con amor el
cuerpo de Jesús bajado de la cruz (cf. Jn 19,39)”. “El
Señor agradece que nos hagamos cargo de los cuerpos probados por el
sufrimiento, de su carne más débil, del que se ha quedado atrás, de
quien solo puede recibir sin dar nada material a cambio”.
Anuncio del día de la
Pascua 2019
En esta jornada en la que la Iglesia
católica celebra la Epifanía del Señor, durante la misa, se anunció que la
Pascua será celebrada el día 21 de abril de 2019.
El 30 mayo la
ascensión del Señor, el 9 de junio la fiesta de pentecostés y el 20 junio la
fiesta del Santísimo Cuerpo del Señor, mientras que el Adviento iniciará el 1
de diciembre.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia