26.1.19

HISTORIA Y EXPLICACIÓN DE LA LETANÍA LAURETANA (IV)

En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto

MADRE DEL SALVADOR

También aquí, como en las consideraciones anteriores, necesitamos entender porqué el nombre de Salvador va asociado al título dado a María en las Letanías.
Antes de su venida, Jesús era conocido como Mesías, pero cuando apareció en la tierra fue conocido bajo tres títulos nuevos:

• Hijo de Dios

• Hijo del hombre

• SALVADOR

El primero expresa su naturaleza Divina; el segundo su naturaleza humana; el tercero su ministerio personal.

El Ángel que se apareció a María le llamó Hijo de Dios; el que se apareció en sueños a José le llamó Jesús que quiere decir Salvador; también le dieron este nombre los ángeles que se aparecieron a los pastores en la noche de su Nacimiento. Pero El en el Evangelio se llama a sí mismo de un modo particular: Hijo del hombre.

Verdaderamente es nuestro Salvador, porque con su Pasión y Muerte nos ha redimido y nos ha liberado del pecado. Unió en la unidad de su Persona Divina la naturaleza divina y la naturaleza humana.

Dios verdadero, debía ser verdadero hombre para poder realmente sufrir y morir y al mismo tiempo para que el precio de nuestro rescate, su Pasión y Muerte, tuviera el valor infinito que exigía la Majestad de Dios y la culpa cometida por el ser humano ... Y, María Santísima es Madre de Jesucristo, Madre del Dios - Hombre; así, Ella es MADRE DEL SALVADOR.

Pero hay una segunda razón de este título y es que Ella cooperó y coopera de modo singular en la obra redentora de Jesucristo, como corredentora al pie de la Cruz y como corredentora en el corazón de sus hijos.

Sobre la Cruz debía consumarse el sacrificio de la redención y la victoria sobre el pecado y María Santísima está íntimamente asociada a la Cruz. Ella ofreció generosamente al Padre en el Calvario, la Carne y la Sangre del Hijo, que era también carne y sangre suya.

Después del amor a Dios no hay afecto que tanto nos aparte del pecado y sea tan fuerte y eficaz para librarnos de él como el amor a María, Madre del Salvador y Madre nuestra.

En la persona de Juan, el discípulo amado, Jesús nos entregó a su Madre cuando le dijo a Ella: "Ahí tienes a tu hijo" y nos la dio a nosotros por Madre cuando le dijo a él: "Ahí tienes a tu madre".

VIRGEN PRUDENTÍSIMA

Con este título, la Iglesia tributa a María un gran elogio, pues la prudencia es la primera de las virtudes cardinales y es la virtud moral que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno para seguirlo o malo para apartarse de él. Prudencia es cautela, es moderación, sensatez, buen juicio ... además, es la que dirige y regula todas nuestras acciones.

La vida cristiana sin la prudencia pierde toda belleza, toda fecundidad de bien. La prudencia, virtud moral se adquiere de ordinario con los años... María es tanto más digna de alabanza porque fue prudentísima desde su tierna edad; excepcional prudencia más celestial que terrena, más infundida por Dios que adquirida con el estudio, con la práctica o con la edad.

San Bernardo no acaba de admirar la prudencia de María en el coloquio que tuvo con el Arcángel Gabriel, y con la prudencia, todas las virtudes cardinales. Ante el anuncio de que concebirá al mismo Hijo de Dios, permanece constante en la resolución de su virginidad. Ella no es incrédula como Zacarías, sabe por el Profeta Isaías que el Divino Mesías prometido ha de nacer de una virgen, pero pregunta el cómo, requiere una explicación, ésta es prudencia sobrenatural y divina.

Concluye San Bernardo que Ella fue prudente en su interrogatorio. Por este solo rasgo de la vida de María conocemos que era poseedora perfecta de la prudencia y de todas las demás virtudes cardinales y como consecuencia también de las virtudes morales.

¡Oh Virgen PRUDENTÍSIMA!, derrama un rayo de tu prudencia sobre nosotros, que ilumine nuestro obrar y nos guíe al hablar. ¡Oh Madre Santísima!, enséñanos a callar, cuando debemos ser prudentes.

VIRGEN VENERABLE

La veneración es aquel honor y reverencia que se le da a una persona en testimonio de su excelencia, de su virtud sobrenatural, de su santidad y consiste en una gran consideración de nuestra mente hacia la persona dotada de estas cualidades en un correspondiente afecto del corazón, estima y aprecio.

Por consiguiente la santidad es objeto de veneración. Si queremos conocer por que merece María el título de Venerable hemos de considerar la grandeza de su santidad.

Muchos cristianos confunden la perfección cristiana o la santidad con los medios para obtenerla; otros hacen consistir la santidad en las penitencias exteriores; otros en largas oraciones; otros en despojarse de toda cosa por amor al prójimo y así por el estilo. Estas y semejantes prácticas son medios muy útiles para llegar a la santidad; serán, con la gracia Divina, principio y señal, fruto y efecto de la santidad, pero no son la santidad esencial. De hecho ha habido santos que no lo dieron todo a los pobres, que no practicaron penitencias extraordinarias, que no hicieron largas oraciones. La santidad es la perfección en el amor.

La esencia de la perfección evangélica consiste en la unión con Dios. Dios es santo por naturaleza; nosotros cuando estamos unidos a Él, somos santos por gracia. La unión con Dios es efecto de la caridad, cuando el cristiano observa y vive perfectamente el precepto básico de la ley evangélica: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" y el segundo: "Ama al prójimo como a ti mismo" (cfr. Marcos 12, 28-34) (cfr. Mateo 22, 37-40), está viviendo la santidad.

La medida de la santidad de María es su ardiente Caridad de Madre de Dios.

Para conocer lo digna que es de VENERACIÓN, sería necesario profundizar en los abismos inaccesibles de su corazón y medir su amor y esto solo Dios puede hacerlo.

La gracia de Dios es la que nos hace santos, es por eso que la plenitud de la gracia confiere la plenitud de la santidad. La gracia, semilla y fruto de la santidad, hace que Dios esté en nosotros y nosotros en Dios.

María fue declarada y proclamada solemnemente de parte de Dios, por medio del Arcángel Gabriel: LLENA DE GRACIA Y POSEEDORA DEL SEÑOR.

¡Cuán SANTA y VENERABLE ERES, OH MADRE!

VIRGEN DIGNA DE ALABANZA

Debemos imitar las virtudes de la Virgen María y procurar que los demás también lo hagan y que se conozca y admire su singular santidad. Es una exigencia del amor, que es difusivo por naturaleza, propagar, glorificar, hacer conocer a la persona amada. Este es el sentido de esta invocación VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.

María vivió en la piadosa sombra de una oscuridad que conmueve, en profunda y perfecta humildad. Aparece en la primera parte del Evangelio y después solamente reaparece en el Calvario cuando participó en las penas de la Cruz.

Después de Jesucristo, el alma más santa y más excelsa fue sin duda la de María Santísima, por eso debe ser, la más exaltada y colmada de alabanzas.

Estas alabanzas y esta gloria tuvieron principio antes que Ella estuviera sobre la tierra participando del privilegio del Hijo. Fue exaltada mucho antes de nacer.

La Iglesia en su Liturgia, ha coronado a María con las fiestas en su honor introducidas en el año eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías, las procesiones, la solemne coronación de sus imágenes, etc.., que manifiestan el amor de la Iglesia hacia su Madre Celestial.

Para Ella, el genio de los grandes Doctores de la Iglesia, la pluma de los Teólogos, la palabra enamorada de los oradores sagrados y la oración confiada de todos los que la aman.

Bienaventurada la boca que habla de María Santísima frecuentemente y con reverencia.

Bienaventurada la persona que a través de la pluma celebra y escribe con santo entusiasmo las grandezas y la gloria de tan excelsa Madre. VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.

Por: Redacción Mercaba

Fuente: www.mercaba.org 

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