En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de
todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario
de Loreto
MADRE DEL SALVADOR
También aquí, como en las
consideraciones anteriores, necesitamos entender porqué el nombre de Salvador
va asociado al título dado a María en las Letanías.
Antes de su venida, Jesús
era conocido como Mesías, pero cuando apareció en la tierra fue conocido bajo
tres títulos nuevos:
• Hijo de Dios
• Hijo del hombre
• SALVADOR
El primero expresa su
naturaleza Divina; el segundo su naturaleza humana; el tercero su ministerio
personal.
El Ángel que se apareció a
María le llamó Hijo de Dios; el que se apareció en sueños a José le llamó Jesús
que quiere decir Salvador; también le dieron este nombre los ángeles que se
aparecieron a los pastores en la noche de su Nacimiento. Pero El en el
Evangelio se llama a sí mismo de un modo particular: Hijo del hombre.
Verdaderamente es nuestro
Salvador, porque con su Pasión y Muerte nos ha redimido y nos ha liberado del
pecado. Unió en la unidad de su Persona Divina la naturaleza divina y la
naturaleza humana.
Dios verdadero, debía ser
verdadero hombre para poder realmente sufrir y morir y al mismo tiempo para que
el precio de nuestro rescate, su Pasión y Muerte, tuviera el valor infinito que
exigía la Majestad de Dios y la culpa cometida por el ser humano ... Y, María
Santísima es Madre de Jesucristo, Madre del Dios - Hombre; así, Ella es MADRE
DEL SALVADOR.
Pero hay una segunda razón
de este título y es que Ella cooperó y coopera de modo singular en la obra
redentora de Jesucristo, como corredentora al pie de la Cruz y como
corredentora en el corazón de sus hijos.
Sobre la Cruz debía
consumarse el sacrificio de la redención y la victoria sobre el pecado y María
Santísima está íntimamente asociada a la Cruz. Ella ofreció generosamente al
Padre en el Calvario, la Carne y la Sangre del Hijo, que era también carne y
sangre suya.
Después del amor a Dios no
hay afecto que tanto nos aparte del pecado y sea tan fuerte y eficaz para
librarnos de él como el amor a María, Madre del Salvador y Madre nuestra.
En la persona de Juan, el
discípulo amado, Jesús nos entregó a su Madre cuando le dijo a Ella: "Ahí
tienes a tu hijo" y nos la dio a nosotros por Madre cuando le dijo a él:
"Ahí tienes a tu madre".
VIRGEN PRUDENTÍSIMA
Con este título, la Iglesia
tributa a María un gran elogio, pues la prudencia es la primera de las virtudes
cardinales y es la virtud moral que consiste en discernir y distinguir lo que
es bueno para seguirlo o malo para apartarse de él. Prudencia es cautela, es moderación,
sensatez, buen juicio ... además, es la que dirige y regula todas nuestras
acciones.
La vida cristiana sin la
prudencia pierde toda belleza, toda fecundidad de bien. La prudencia, virtud
moral se adquiere de ordinario con los años... María es tanto más digna de
alabanza porque fue prudentísima desde su tierna edad; excepcional prudencia
más celestial que terrena, más infundida por Dios que adquirida con el estudio,
con la práctica o con la edad.
San Bernardo no acaba de
admirar la prudencia de María en el coloquio que tuvo con el Arcángel Gabriel,
y con la prudencia, todas las virtudes cardinales. Ante el anuncio de que
concebirá al mismo Hijo de Dios, permanece constante en la resolución de su
virginidad. Ella no es incrédula como Zacarías, sabe por el Profeta Isaías que
el Divino Mesías prometido ha de nacer de una virgen, pero pregunta el cómo,
requiere una explicación, ésta es prudencia sobrenatural y divina.
Concluye San Bernardo que
Ella fue prudente en su interrogatorio. Por este solo rasgo de la vida de María
conocemos que era poseedora perfecta de la prudencia y de todas las demás
virtudes cardinales y como consecuencia también de las virtudes morales.
¡Oh Virgen PRUDENTÍSIMA!,
derrama un rayo de tu prudencia sobre nosotros, que ilumine nuestro obrar y nos
guíe al hablar. ¡Oh Madre Santísima!, enséñanos a callar, cuando debemos ser
prudentes.
VIRGEN VENERABLE
La veneración es aquel
honor y reverencia que se le da a una persona en testimonio de su excelencia,
de su virtud sobrenatural, de su santidad y consiste en una gran consideración
de nuestra mente hacia la persona dotada de estas cualidades en un
correspondiente afecto del corazón, estima y aprecio.
Por consiguiente la
santidad es objeto de veneración. Si queremos conocer por que merece María el
título de Venerable hemos de considerar la grandeza de su santidad.
Muchos cristianos confunden
la perfección cristiana o la santidad con los medios para obtenerla; otros
hacen consistir la santidad en las penitencias exteriores; otros en largas
oraciones; otros en despojarse de toda cosa por amor al prójimo y así por el
estilo. Estas y semejantes prácticas son medios muy útiles para llegar a la
santidad; serán, con la gracia Divina, principio y señal, fruto y efecto de la
santidad, pero no son la santidad esencial. De hecho ha habido santos que no lo
dieron todo a los pobres, que no practicaron penitencias extraordinarias, que
no hicieron largas oraciones. La santidad es la perfección en el amor.
La esencia de la perfección
evangélica consiste en la unión con Dios. Dios es santo por naturaleza;
nosotros cuando estamos unidos a Él, somos santos por gracia. La unión con Dios
es efecto de la caridad, cuando el cristiano observa y vive perfectamente el
precepto básico de la ley evangélica: "Ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" y el segundo: "Ama
al prójimo como a ti mismo" (cfr. Marcos 12, 28-34) (cfr. Mateo 22, 37-40),
está viviendo la santidad.
La medida de la santidad de
María es su ardiente Caridad de Madre de Dios.
Para conocer lo digna que
es de VENERACIÓN, sería necesario profundizar en los abismos inaccesibles de su
corazón y medir su amor y esto solo Dios puede hacerlo.
La gracia de Dios es la que
nos hace santos, es por eso que la plenitud de la gracia confiere la plenitud
de la santidad. La gracia, semilla y fruto de la santidad, hace que Dios esté
en nosotros y nosotros en Dios.
María fue declarada y
proclamada solemnemente de parte de Dios, por medio del Arcángel Gabriel: LLENA
DE GRACIA Y POSEEDORA DEL SEÑOR.
¡Cuán SANTA y VENERABLE
ERES, OH MADRE!
VIRGEN DIGNA DE ALABANZA
Debemos imitar las virtudes
de la Virgen María y procurar que los demás también lo hagan y que se conozca y
admire su singular santidad. Es una exigencia del amor, que es difusivo por
naturaleza, propagar, glorificar, hacer conocer a la persona amada. Este es el
sentido de esta invocación VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
María vivió en la piadosa
sombra de una oscuridad que conmueve, en profunda y perfecta humildad. Aparece
en la primera parte del Evangelio y después solamente reaparece en el Calvario
cuando participó en las penas de la Cruz.
Después de Jesucristo, el
alma más santa y más excelsa fue sin duda la de María Santísima, por eso debe
ser, la más exaltada y colmada de alabanzas.
Estas alabanzas y esta gloria
tuvieron principio antes que Ella estuviera sobre la tierra participando del
privilegio del Hijo. Fue exaltada mucho antes de nacer.
La Iglesia en su Liturgia,
ha coronado a María con las fiestas en su honor introducidas en el año
eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías, las procesiones, la
solemne coronación de sus imágenes, etc.., que manifiestan el amor de la
Iglesia hacia su Madre Celestial.
Para Ella, el genio de los
grandes Doctores de la Iglesia, la pluma de los Teólogos, la palabra enamorada
de los oradores sagrados y la oración confiada de todos los que la aman.
Bienaventurada la boca que
habla de María Santísima frecuentemente y con reverencia.
Bienaventurada la persona
que a través de la pluma celebra y escribe con santo entusiasmo las grandezas y
la gloria de tan excelsa Madre. VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
Por: Redacción Mercaba






