27.1.19

HISTORIA Y EXPLICACIÓN DE LA LETANÍA LAURETANA (V)

En honor de nuestra Madre Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó por primera vez en el Santuario de Loreto

VIRGEN PODEROSA

Se distinguen dos clases de poder: propio y participado.

Sólo Dios es PODEROSO por virtud propia, Aquellos (as) a quienes Dios les comunique poder es por voluntad de El (poder participado)

Cuando decimos que María Santísima es omnipotente, no la igualamos a Dios, ni decimos que Ella lo sea por sí misma, este poder, del cual Ella está revestida le viene de Dios, le fue comunicado por gracia especial de Dios.

María es poderosa porque su poder se asocia al de su Hijo Jesucristo. Su divina Maternidad es el fundamento principal de su poder.

Es imposible determinar los límites de esta omnipotencia participada.

Existen dos mundos: el mundo de la materia y el mundo sobrenatural de las almas.

Dos órdenes de omnipotencia: La omnipotencia de Dios Creador y la omnipotencia de Dios Redentor y Santificador.

La omnipotencia participada de María brilla principalmente en el universo sobrenatural en el cual Ella ha sido constituida Madre espiritual de los redimidos, cooperadora de Cristo en la redención y en la salvación de las almas. Decimos principalmente, porque también en el orden físico Ella ejerce un gran poder, como lo prueban las numerosas curaciones que concede a sus devotos. Basta recordar los milagros de Lourdes.

El poder de María Santísima tiene por fin cooperar a la obra de la Redención, a la cual están llamados todos los seres humanos sin distinción y, a alcanzar los bienes de los que tienen necesidad, ej. La perseverancia final, don que corona, según San Agustín, todos los dones, y una santa y muchas veces, alegre muerte.

VIRGEN CLEMENTE

La clemencia según Santo Tomás de Aquino es aquella virtud que templa el rigor de la justicia con la misericordia; que concede y obtiene el perdón o la disminución del castigo merecido. Comparte con la mansedumbre el cometido de poner un justo y racional freno a los ímpetus de la ira y si la mansedumbre frena el afecto interno, que es la raíz o el principio, la clemencia modera el afecto exterior.

Esta hermosa y amable virtud, prosigue Santo Tomás, nace del amor. Quien ama a una persona no quiere que ésta sea castigada…

De esto se sigue que cuando el perdón total o la disminución de la pena son compatibles con el verdadero bien, entonces la amorosa clemencia perdona o impetra el perdón.

La clemencia, resplandece en María Santísima más que en cualquier otra persona. Ella se ocupa y se preocupa de impetrar el perdón para los pecadores. Por eso la Iglesia la honra con el título de Virgen Clemente.

De esta virtud de María vamos a tratar en la invocación "Refugio de los pecadores", aquí hablaremos solamente de su fundamento, esto es, de su tierno amor a la humanidad.

Nuestra Madre Santísima nos ama porque ama a Dios. El amor de Dios y el amor del prójimo son dos amores inseparables y nadie nos ama como Ella.

No se puede medir el amor Infinito del Corazón de Jesús, aquel Corazón inflamado con las llamas del Amor Divino y que fue atravesado por la lanza. Ningún otro corazón está tan cerca del amor de Jesús, como el de su Madre. Ninguno alcanza tan encendida caridad. Ella nos ama en Cristo, ama en nosotros la Sangre del Hijo derramada en el Calvario y aplicada en los Sacramentos. Ella más que nadie conoce en Dios el altísimo valor de un alma.

No hay otro amor más hermoso y más fuerte que el de María porque brota de la purísima fuente del amor de Dios.

Por dos títulos María es nuestra Madre:

• Ante todo porque ES LA MADRE DE JESUCRISTO.

• Porque Ella nos engendró al pie de la Cruz sobre el Calvario, allí fuimos confiados a Ella como hijos en la persona de Juan.

Los dolores que no tuvo en el divino parto natural, debió sufrirlos en el parto espiritual cuando fue constituida Madre de todos nosotros.

De la misma forma que Dios adornó a María con la santidad más eminente, así la dotó de un corazón, en profundidad y en extensión, el más amante de todos los corazones; con el que nos ama a todos, justos y pecadores, aquellos que aunque estén en pecado buscan salir de él y se proponen dejarlo. Ella escucha sus súplicas y los reconcilia con Dios y lo hace como una madre que tiene más cuidado de un hijo enfermo que de un hijo sano ... como deja el buen pastor las noventa y nueve ovejas para ocuparse de aquella que huyó del redil.

VIRGEN FIEL

En dos sentidos puede entenderse este título.

La palabra fidelis o deriva de Fides (FE) y entonces alabamos a la Bienaventurada Virgen porque se distinguió en la fe y ejerció perfectamente esta primera Virtud Teologal o la palabra fidelis que es adjetivo de fidelitas (FIDELIDAD) y en este caso se da gloria a la Virgen María porque fue muy fiel a las Promesas que le hizo a Dios y a los deberes que Jesús le asignó. ¡Con qué fidelidad respondió a los planes de Dios y con cuánto amor aceptó de su Divino Hijo ser nuestra Madre!.

Procuraremos conocer una y otra virtud de esta Virgen Fiel.

La fe, con relación al entendimiento, debe tener dos cualidades principales: ser sencilla y firme.

La sencillez exige nuestro pronto asentimiento, a todas las verdades propuestas por la fe, aún a los más inaccesibles misterios, asentimiento que se apoya únicamente en la autoridad de Dios revelante.

Para introducirnos en el mundo de la materia, Dios nos dio los ojos del cuerpo; para introducirnos en el mundo de los principios, de la ciencia, de las leyes que gobiernan todo lo creado, nos dio la luz de la inteligencia; para introducirnos en el mundo sobrenatural, nos dio la luz de la fe y puso como Maestra a su Iglesia que, con autoridad materna e infalible, nos introduce en este tercer mundo que supera infinitamente en magnitud y magnificencia a los otros dos.

Debemos ir a través de la vida con la sencillez de un niño conducido de la mano de su madre. Jesús dijo: "quien no acoge el reino de Dios como un niño no entrará en él" (Lc. 18;17).

No olvidemos que la fe es un don de Dios que se manifiesta a los humildes y a los sencillos: "Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños". (Mt. 11:25).

• La fe debe ser firme, no dudosa ni vacilante. Esta certeza inmutable, que debe extenderse a todas las verdades reveladas, tiene un fundamento más sólido e infalible que cualquier testimonio de la razón, de los sentidos o de la experiencia, porque estos elementos de certeza humana pueden ser débiles y falibles, mientras que el fundamento de la veracidad de Dios es luz eterna, indefectible e inmutable.

¿Dónde estaría el mérito de la fe, sí se apoyase, no sobre la autoridad de Dios, sino sobre la razón y sobre el testimonio de los sentidos?

Nuestra fe está fundada, además, sobre la infalibilidad de la Iglesia, columna y fundamento de verdad, a la cual Jesucristo ha prometido asistir hasta la consumación de los siglos.

FE

--- María Santísima poseyó en grado heroico todas las virtudes y debió poseer en grado singular la Fe, que es la primera de todas ellas; Ella llevó a la máxima altura su propia santidad, y debió poner el más sólido fundamento. Ella agradó a Dios más que ninguna criatura porque tuvo muy viva la fe .... fe formada por la mas ardiente caridad.

• El Arcángel le anuncia el altísimo misterio y Ella da el humilde y dócil asentimiento de su Fe y exclama "he aquí la esclava del Señor, HÁGASE en mí..."

• El mismo Mensajero le anuncia la maternidad milagrosa de Isabel, Ella lo cree y va solícita para asistir a su anciana prima.

• En la pobreza de la gruta de Belén nace el Hijo de Dios como el más pobre de los niños. Ella es la primera en adorarlo.

• El Rey de Reyes debe huir al destierro, escondido bajo el velo de la Madre y sustraerse a la ira de un rey terrenal y Ella, adora el misterio de la aparente debilidad del Omnipotente.

• Los habitantes de Nazaret verán durante treinta años, en Jesús, a un joven humilde y lo creerán hijo del carpintero. La fe de María ve y adora en El al Divino Artífice del cielo, de la tierra y de los siglos.

• Ella ve a su Hijo perseguido, calumniado, condenado, llevado a la cruz, traicionado por un discípulo, negado por otro, abandonado de todos (menos San Juan), comparado con vulgares ladrones, crucificado, muerto. Ella se mantuvo en la sombra y no quiso mostrarse como Madre del triunfador (durante la vida pública de Jesús ... cuando hizo milagros) pero su Fe la llevó al Calvario como Madre del Condenado, y adora en el Altar de la Cruz, al Pontífice Eterno, al triunfador de la muerte y del mal.

¡Qué fe la de María Santísima!, sencilla, firme, constante, vivísima, hecha más espléndida por el dolor.

El Espíritu Santo hizo a María depositaria de esta fe y Ella instruyó en esta virtud a los Apóstoles durante el tiempo que transcurrió entre la Ascensión de Jesús y la de su propia, amorosa y gloriosa muerte.


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