En honor de nuestra Madre
Santísima, es la más popular de todas las Letanías, llamada así porque se usó
por primera vez en el Santuario de Loreto
VIRGEN PODEROSA
Se distinguen
dos clases de poder: propio y participado.
Sólo Dios es
PODEROSO por virtud propia, Aquellos (as) a quienes Dios les comunique poder es
por voluntad de El (poder participado)
Cuando decimos
que María Santísima es omnipotente, no la igualamos a Dios, ni decimos que Ella
lo sea por sí misma, este poder, del cual Ella está revestida le viene de Dios,
le fue comunicado por gracia especial de Dios.
María es
poderosa porque su poder se asocia al de su Hijo Jesucristo. Su divina
Maternidad es el fundamento principal de su poder.
Es imposible
determinar los límites de esta omnipotencia participada.
Existen dos
mundos: el mundo de la materia y el mundo sobrenatural de las almas.
Dos órdenes de
omnipotencia: La omnipotencia de Dios Creador y la omnipotencia de Dios
Redentor y Santificador.
La omnipotencia
participada de María brilla principalmente en el universo sobrenatural en el
cual Ella ha sido constituida Madre espiritual de los redimidos, cooperadora de
Cristo en la redención y en la salvación de las almas. Decimos principalmente,
porque también en el orden físico Ella ejerce un gran poder, como lo prueban
las numerosas curaciones que concede a sus devotos. Basta recordar los milagros
de Lourdes.
El poder de
María Santísima tiene por fin cooperar a la obra de la Redención, a la cual
están llamados todos los seres humanos sin distinción y, a alcanzar los bienes
de los que tienen necesidad, ej. La perseverancia final, don que corona, según
San Agustín, todos los dones, y una santa y muchas veces, alegre muerte.
VIRGEN CLEMENTE
La clemencia
según Santo Tomás de Aquino es aquella virtud que templa el rigor de la
justicia con la misericordia; que concede y obtiene el perdón o la disminución
del castigo merecido. Comparte con la mansedumbre el cometido de poner un justo
y racional freno a los ímpetus de la ira y si la mansedumbre frena el afecto
interno, que es la raíz o el principio, la clemencia modera el afecto exterior.
Esta hermosa y
amable virtud, prosigue Santo Tomás, nace del amor. Quien ama a una persona no
quiere que ésta sea castigada…
De esto se
sigue que cuando el perdón total o la disminución de la pena son compatibles
con el verdadero bien, entonces la amorosa clemencia perdona o impetra el
perdón.
La clemencia,
resplandece en María Santísima más que en cualquier otra persona. Ella se ocupa
y se preocupa de impetrar el perdón para los pecadores. Por eso la Iglesia la
honra con el título de Virgen Clemente.
De esta virtud
de María vamos a tratar en la invocación "Refugio de los pecadores",
aquí hablaremos solamente de su fundamento, esto es, de su tierno amor a la
humanidad.
Nuestra Madre
Santísima nos ama porque ama a Dios. El amor de Dios y el amor del prójimo son
dos amores inseparables y nadie nos ama como Ella.
No se puede
medir el amor Infinito del Corazón de Jesús, aquel Corazón inflamado con las
llamas del Amor Divino y que fue atravesado por la lanza. Ningún otro corazón
está tan cerca del amor de Jesús, como el de su Madre. Ninguno alcanza tan
encendida caridad. Ella nos ama en Cristo, ama en nosotros la Sangre del Hijo
derramada en el Calvario y aplicada en los Sacramentos. Ella más que nadie
conoce en Dios el altísimo valor de un alma.
No hay otro
amor más hermoso y más fuerte que el de María porque brota de la purísima
fuente del amor de Dios.
Por dos títulos
María es nuestra Madre:
• Ante todo
porque ES LA MADRE DE JESUCRISTO.
• Porque Ella
nos engendró al pie de la Cruz sobre el Calvario, allí fuimos confiados a Ella
como hijos en la persona de Juan.
Los dolores que
no tuvo en el divino parto natural, debió sufrirlos en el parto espiritual
cuando fue constituida Madre de todos nosotros.
De la misma
forma que Dios adornó a María con la santidad más eminente, así la dotó de un
corazón, en profundidad y en extensión, el más amante de todos los corazones;
con el que nos ama a todos, justos y pecadores, aquellos que aunque estén en
pecado buscan salir de él y se proponen dejarlo. Ella escucha sus súplicas y
los reconcilia con Dios y lo hace como una madre que tiene más cuidado de un
hijo enfermo que de un hijo sano ... como deja el buen pastor las noventa y
nueve ovejas para ocuparse de aquella que huyó del redil.
VIRGEN FIEL
En dos sentidos
puede entenderse este título.
La palabra
fidelis o deriva de Fides (FE) y entonces alabamos a la Bienaventurada Virgen
porque se distinguió en la fe y ejerció perfectamente esta primera Virtud
Teologal o la palabra fidelis que es adjetivo de fidelitas (FIDELIDAD) y en
este caso se da gloria a la Virgen María porque fue muy fiel a las Promesas que
le hizo a Dios y a los deberes que Jesús le asignó. ¡Con qué fidelidad
respondió a los planes de Dios y con cuánto amor aceptó de su Divino Hijo ser
nuestra Madre!.
Procuraremos
conocer una y otra virtud de esta Virgen Fiel.
La fe, con
relación al entendimiento, debe tener dos cualidades principales: ser sencilla
y firme.
La sencillez
exige nuestro pronto asentimiento, a todas las verdades propuestas por la fe,
aún a los más inaccesibles misterios, asentimiento que se apoya únicamente en
la autoridad de Dios revelante.
Para
introducirnos en el mundo de la materia, Dios nos dio los ojos del cuerpo; para
introducirnos en el mundo de los principios, de la ciencia, de las leyes que
gobiernan todo lo creado, nos dio la luz de la inteligencia; para introducirnos
en el mundo sobrenatural, nos dio la luz de la fe y puso como Maestra a su
Iglesia que, con autoridad materna e infalible, nos introduce en este tercer
mundo que supera infinitamente en magnitud y magnificencia a los otros dos.
Debemos ir a
través de la vida con la sencillez de un niño conducido de la mano de su madre.
Jesús dijo: "quien no acoge el reino de Dios como un niño no entrará en
él" (Lc. 18;17).
No olvidemos
que la fe es un don de Dios que se manifiesta a los humildes y a los sencillos:
"Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado
estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los
pequeños". (Mt. 11:25).
• La fe debe
ser firme, no dudosa ni vacilante. Esta certeza inmutable, que debe extenderse
a todas las verdades reveladas, tiene un fundamento más sólido e infalible que
cualquier testimonio de la razón, de los sentidos o de la experiencia, porque
estos elementos de certeza humana pueden ser débiles y falibles, mientras que
el fundamento de la veracidad de Dios es luz eterna, indefectible e inmutable.
¿Dónde estaría
el mérito de la fe, sí se apoyase, no sobre la autoridad de Dios, sino sobre la
razón y sobre el testimonio de los sentidos?
Nuestra fe está
fundada, además, sobre la infalibilidad de la Iglesia, columna y fundamento de
verdad, a la cual Jesucristo ha prometido asistir hasta la consumación de los
siglos.
FE
--- María
Santísima poseyó en grado heroico todas las virtudes y debió poseer en grado
singular la Fe, que es la primera de todas ellas; Ella llevó a la máxima altura
su propia santidad, y debió poner el más sólido fundamento. Ella agradó a Dios
más que ninguna criatura porque tuvo muy viva la fe .... fe formada por la mas
ardiente caridad.
• El Arcángel
le anuncia el altísimo misterio y Ella da el humilde y dócil asentimiento de su
Fe y exclama "he aquí la esclava del Señor, HÁGASE en mí..."
• El mismo
Mensajero le anuncia la maternidad milagrosa de Isabel, Ella lo cree y va
solícita para asistir a su anciana prima.
• En la pobreza
de la gruta de Belén nace el Hijo de Dios como el más pobre de los niños. Ella
es la primera en adorarlo.
• El Rey de
Reyes debe huir al destierro, escondido bajo el velo de la Madre y sustraerse a
la ira de un rey terrenal y Ella, adora el misterio de la aparente debilidad
del Omnipotente.
• Los
habitantes de Nazaret verán durante treinta años, en Jesús, a un joven humilde
y lo creerán hijo del carpintero. La fe de María ve y adora en El al Divino
Artífice del cielo, de la tierra y de los siglos.
• Ella ve a su
Hijo perseguido, calumniado, condenado, llevado a la cruz, traicionado por un
discípulo, negado por otro, abandonado de todos (menos San Juan), comparado con
vulgares ladrones, crucificado, muerto. Ella se mantuvo en la sombra y no quiso
mostrarse como Madre del triunfador (durante la vida pública de Jesús ...
cuando hizo milagros) pero su Fe la llevó al Calvario como Madre del Condenado,
y adora en el Altar de la Cruz, al Pontífice Eterno, al triunfador de la muerte
y del mal.
¡Qué fe la de
María Santísima!, sencilla, firme, constante, vivísima, hecha más espléndida
por el dolor.
El Espíritu
Santo hizo a María depositaria de esta fe y Ella instruyó en esta virtud a los
Apóstoles durante el tiempo que transcurrió entre la Ascensión de Jesús y la de
su propia, amorosa y gloriosa muerte.






