Francisco
previene contra la obstinación y la seducción
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| Misa en Santa Marta, 17 enero 2019 © Vatican Media |
“Podemos preguntarnos: ¿Yo tengo el corazón
duro, tengo el corazón cerrado?”, ha sugerido el Papa esta mañana, 17 de enero
de 2019, a la asamblea reunida en torno a la celebración de la Santa Misa, en
la capilla de Santa Marta.
“Miren,
hermanos, que en ninguno de ustedes haya corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo” ha sido el firme mensaje de “advertencia”, partiendo
de la Carta a los Hebreos de San Pablo, de la liturgia del día.
El Santo
Padre indicó tres palabras –tomadas también de la Primera Lectura– que pueden
ayudarnos a comprender: “dureza”, “obstinación” y “seducción”.
Dureza
Así, el Papa
ha meditado en voz alta: “¿Yo dejo que mi corazón crezca? ¿Tengo miedo de que
crezca? Y si crece siempre con las pruebas, con las dificultades, se crece como
crecemos todos nosotros desde niños: aprendemos a caminar cayendo, del gatear
al caminar, ¡cuántas veces hemos caído! Pero se crece con las dificultades.
Dureza. Y lo mismo, cerrazón. Pero quien permanece en esto… “¿Quiénes son,
padre?”. Son los pusilánimes. La pusilanimidad es una actitud fea en un
cristiano, le falta el coraje de vivir. Se cierra. Es pusilánime”.
En este
sentido, el Pontífice ha prevenido a la comunidad cristiana de este peligro de
“dejar que el corazón se endurezca”, y de forma particular, a los sacerdotes,
monjas y obispos, una comunidad que —-según ha dicho el Papa– que “corre el
riesgo de resbalar hacia corazón perverso”.
Obstinación
La segunda
palabra es “obstinación”: “Exhórtense más bien recíprocamente cada día,
mientras dura este hoy, para que ninguno de ustedes se obstine” está escrito en
la Carta a los Hebreos.
“La ideología
es una obstinación”, ha explicado el Papa. “La Palabra de Dios, la gracia del
Espíritu Santo no es ideología: es vida que te hace crecer, siempre, ir adelante
y también abrir el corazón a las señales del Espíritu, a los signos de los
tiempos”, pero la obstinación también es “orgullo, es soberbia”.
“¿Yo tengo un
corazón testarudo?” ha preguntado Francisco. “Cada uno piense: ¿Yo soy capaz de
escuchar a las demás personas? Y si pienso de otro modo, decir: “Pero yo pienso
así…”. ¿Soy capaz de dialogar? Los obstinados no dialogan, no saben, porque se
defienden siempre con las ideas, son ideólogos. Y cuánto mal hacen las
ideologías al pueblo de Dios, ¡cuánto mal! Porque cierran la actividad del
Espíritu Santo”.
Seducción
La última
palabra sobre la que el Papa Francisco se detuvo para comprender cómo no caer
en el riesgo de tener un corazón perverso es “seducción”, la seducción del
pecado, esa que hace el diablo, el “gran seductor”.
Y con la
seducción o te conviertes o cambias de vida, o tratas de hacer un compromiso:
un poco de aquí y otro poco de allí, un poco de acá y un poco de allá. “Sí, sí,
yo sigo al Señor, pero un poco me gusta esta seducción…”. Y tú comienzas a
hacer una doble vida cristiana.
Rosa
Die Alcolea
Fuente:
Zenit






