Crónica del viaje
apostólico a Emiratos Árabes
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El Papa bendice los rosarios de los fieles © Vatican Media |
Por
primera vez, un Papa ha ido a la península arábiga. Francisco ha “escrito
una nueva página en la historia del diálogo entre el cristianismo y el islam y
en el compromiso de promover la paz en el mundo sobre la base de la fraternidad
humana”.
Así
lo ha compartido con los fieles que han participado esta mañana en la audiencia
general, miércoles, 6 de febrero de 2019, en el Aula Pablo VI, a quienes ha
contado su experiencia en este viaje apostólico a Abu Dhabi, capital de los
Emiratos Árabes Unidos.
El
Pontífice ha revelado que además de los discursos, se dio un paso más: la firma
del documento firmado por el Gran Imán de Al-Azhar y él
sobre la Fraternidad Humana. En él, afirman la vocación común de
todos los hombres y mujeres de “ser hermanos en cuanto hijos e hijas de Dios”,
condenan cualquier forma de violencia, especialmente aquella revestida de
motivos religiosos, y se comprometen a difundir los valores auténticos y la paz
en todo el mundo.
Llamamiento a leer el
documento
Este
documento se estudiará en las escuelas y universidades de varios países. Así,
el Papa ha pedido a todos que se lea este importante documento, porque “da
tantas oportunidades para ir adelante en el diálogo sobre la fraternidad
humana”, ha asegurado.
El
Papa ha relatado: “Quisimos dar un signo ulterior, claro y decisivo, de que, en
cambio, es posible encontrarse, es posible respetarse y dialogar, y que, a
pesar de la diversidad de culturas y tradiciones, el mundo cristiano y el
islámico aprecian y protegen los valores comunes”.
San Francisco de Asís
La
Providencia “ha querido que haya sido un Papa llamado Francisco” –ha recordado–
800 años después de la visita de San Francisco de Asís al sultán al-Malik
al-Kamil, y ha confesado haber pensado a menudo en el santo durante este viaje:
“me ayudaba a llevar el Evangelio en el corazón, el amor de Jesucristo,
mientras vivía los diversos momentos de la visita”, especialmente la oración
“para que el diálogo entre el cristianismo y el islam sea un factor decisivo
para la paz en el mundo de hoy”, ha narrado.
Presencia cristiana
Francisco
ha narrado que se encontró con una representación de la comunidad católica
en la catedral de San José en Abu Dabi, -un templo muy sencillo-, y
luego, tras este encuentro, celebró para todos la Misa en el estadio de Zayed.
“Eran muchísimos!”, ha exclamado el Papa. “Dicen que entre los que estaban
dentro del estadio, que tiene una cabida de 40.000 personas y los que estaban
fuera viéndolo en las pantallas, llegaban a 150.000”.
Asimismo,
el Papa ha contado que tuvo la ocasión de saludar al primer sacerdote –de
noventa y tantos años– que fue allí a fundar tantas comunidades y
también a otro sacerdote, de noventa y tantos años, que sigue trabajando.
No ha dejado de agradecer a todos los sacerdotes, religiosos y laicos que
“animan la presencia cristiana en esa tierra”.
RD
Sigue
la catequesis completa que ha ofrecido el Papa Francisco en la audiencia
general, celebrada el miércoles, 6 de febrero de 2019.
***
Catequesis del Papa
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
los últimos días hice un breve viaje apostólico a los Emiratos Árabes Unidos.
Un viaje breve pero muy importante que, en relación con el encuentro de 2017 en
Al-Azhar, en Egipto, ha escrito una nueva página en la historia del diálogo
entre el cristianismo y el islam y en el compromiso de promover la paz en el
mundo sobre la base de la fraternidad humana.
Por
primera vez, un Papa ha ido a la península arábiga. Y la Providencia ha querido
que haya sido un Papa llamado Francisco, 800 años después de la visita de San
Francisco de Asís al sultán al-Malik al-Kamil. He pensado a menudo en San
Francisco durante este viaje: me ayudaba a llevar el Evangelio en el corazón,
el amor de Jesucristo, mientras vivía los diversos momentos de la visita; en mi
corazón estaba el Evangelio de Cristo, la oración al Padre por todos sus hijos,
especialmente por los más pobres, por las víctimas de injusticias, de las
guerras, de la miseria… La oración para que el diálogo entre el cristianismo y
el islam sea un factor decisivo para la paz en el mundo de hoy.
Doy
las gracias de todo corazón al Príncipe Heredero, al Presidente, al
Vicepresidente y a todas las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, que me
han recibido con gran cortesía. Ese país ha crecido mucho en las últimas
décadas: se ha convertido en una encrucijada entre Oriente y Occidente, en un “oasis”
multiétnico y multirreligioso y, por lo tanto, en un lugar adecuado para
promover la cultura del encuentro. Expreso mi gratitud al obispo Paul Hinder,
vicario apostólico de Arabia Saudita, quien preparó y organizó el evento para
la comunidad católica, y mi “agradecimiento” se extiende con afecto a los
sacerdotes, religiosos y laicos que animan la presencia cristiana en esa
tierra.
He
tenido la oportunidad de saludar al primer sacerdote –noventa y tantos años-
que había ido allí a fundar tantas comunidades. Está en silla de ruedas, ciego,
pero no pierde la sonrisa; la sonrisa de haber servido al Señor y de haber
hecho tanto bien. También salude a otro sacerdote, siempre de noventa y tantos
años, pero este seguía trabajando. ¡Muy bueno! Y tantos sacerdotes que están
allí al servicio de las comunidades cristianas de rito latino, de rito
siro-malabar, siro-malankar, de rito maronita que vienen de Líbano, de la
India, de Filipinas y de otros países.
Además
de los discursos, en Abu Dabi, se dio un paso más: el Gran Imán de Al-Azhar y
yo firmamos el Documento sobre la Fraternidad Humana, en el que juntos
afirmamos la vocación común de todos los hombres y mujeres de ser hermanos en
cuanto hijos e hijas de Dios, condenamos cualquier forma de violencia,
especialmente aquella revestida de motivos religiosos, y nos comprometemos a
difundir los valores auténticos y la paz en todo el mundo. Este documento se
estudiará en las escuelas y universidades de varios países. Pero también yo os
pido, por favor, que lo leáis, que lo conozcáis, porque da tantas oportunidades
para ir adelante en el diálogo sobre la fraternidad humana.
En
una época como la nuestra, en la que es fuerte la tentación de ver un choque
entre la civilización cristiana y la islámica y también la de considerar a las
religiones como fuentes de conflicto, quisimos dar un signo ulterior, claro y
decisivo, de que, en cambio, es posible encontrarse, es posible respetarse y
dialogar, y que, a pesar de la diversidad de culturas y tradiciones, el mundo
cristiano y el islámico aprecian y protegen los valores comunes: la vida, la
familia, el sentido religioso, el respeto por los ancianos, la educación de los
jóvenes y muchos otros.
En
los Emiratos Árabes Unidos vive alrededor de poco más de un millón de cristianos:
trabajadores de varios países asiáticos. Ayer por la mañana, me encontré con
una representación de la comunidad católica en la catedral de San
José en Abu Dabi, -un templo muy sencillo-, y luego, tras este encuentro,
celebré para todos, -¡eran muchísimos! – Dicen que entre los que estaban dentro
del estadio, que tiene una cabida de cuarenta mil personas y los que estaban
fuera viéndolo en las pantallas, llegaban a ciento cincuenta mil. Celebré la
Eucaristía en el estadio de la ciudad, anunciando el Evangelio de las
Bienaventuranzas. En la misa, concelebrada con los patriarcas, los
arzobispos mayores y los obispos presentes, rezamos de forma particular por la
paz y la justicia, con una especial intención por Oriente Medio y Yemen.
Queridos
hermanos y hermanas, este viaje pertenece a las “sorpresas” de Dios. Por lo
tanto, alabémoslo, así como a su providencia, y recemos para que las semillas
esparcidas den frutos según su santa voluntad.
Rosa
Die Alcolea
©
Librería Editorial Vaticano
Fuente:
Zenit