La
expresión de que el sacerdote actúa In Persona Christi significa que actúa como
Cristo mismo
Hoy
día, en el mundo que nos toca vivir, se ha perdido mucho el sentido de lo
sagrado. Entramos a un templo y nos cuesta mucho leer los signos religiosos en
los que nos quiere envolver un templo.
Vemos
una imagen o un cuadro y nos interesa más su antigüedad o quién lo pintó. Y,
sobre todo, si es valiosa económicamente. Más que descubrir en la obra, el
mensaje de fe de quien la hizo.
El
incienso, las velas encendidas, el ornamento de los que celebran, poco nos
dicen. Todo ello es muestra de que hemos perdido mucho el sentido de lo
sagrado.
Antes
se le besaba la mano al sacerdote, porque eran manos consagradas, hoy ese signo
no se entiende.
En
este contexto nos cuesta mucho entender, la expresión de que el sacerdote actúa
In Persona Christi significa actúa como Cristo mismo, nuestro Señor y Sumo
Sacerdote ante Dios Padre.
Muchos
sinónimos se usan para expresar esta realidad que configura al sacerdote, por
el carácter recibido en la ordenación, así: vicem Dei, vicem Christi, in
persona Dei, gerit personam Christi, in nomini Christi, representando a Cristo,
personificando a Cristo, representación sacramental de Cristo Cabeza, etc.
La
actuación del sacerdote in persona Christi es muy singular. Específicamente la
podemos ver en la consagración de la Misa.
Como
las formas de los sacramentos deben ajustarse a la realidad, la forma de la
Eucaristía difiere de los demás sacramentos en dos cosas:
1
Porque las formas de los demás sacramentos significan el uso de la materia,
como en el bautismo, la confirmación, etc.; por el contrario, la forma de la
Eucaristía significa la consagración de la materia que consiste en la
transubstanciación, por eso se dice: "Esto es mi cuerpo" - "Este
es el cáliz de mi sangre".
2
Las formas de los otros sacramentos se dicen en la persona del ministro
("ex persona ministri"), como quien realiza una acción: "Yo te
bautizo…" - "Yo te absuelvo…"; o, en la Confirmación y en la
Unción de los enfermos, en forma deprecativa: "N.N., recibe por esta señal
el don del Espíritu Santo" - "Por esta Santa Unción y por su
bondadosa misericordia…", etc.
Por el contrario, la forma del sacramento de la Eucaristía se profiere en la persona de Cristo que habla, in persona Christi loquendi, dando a entender que el sacerdote ministerial no hace otra cosa más que decir las palabras de Cristo en la confección de la Eucaristía (Cf. S. Th., III, 78, 1.).
Por el contrario, la forma del sacramento de la Eucaristía se profiere en la persona de Cristo que habla, in persona Christi loquendi, dando a entender que el sacerdote ministerial no hace otra cosa más que decir las palabras de Cristo en la confección de la Eucaristía (Cf. S. Th., III, 78, 1.).
Por
eso decía el gran San Ambrosio: "La consagración se hace con palabras y
frases del Señor Jesús. Las restantes palabras que se profieren alaban a Dios,
ruegan por el pueblo, por los reyes, por todos. Cuando el sacerdote se pone a
consagrar el venerable sacramento, ya no usa sus palabras, sino las de Cristo.
La palabra de Cristo, en consecuencia hace el sacramento" (De Sacramentis,
L.4, c.4.).
Hay
que aclarar que como todos los sacramentos son acciones de Cristo, algunos
dicen, que el sacerdote en todos ellos obra in persona Christi, pero, eso sólo
se puede decir en sentido amplio. De hecho, el ministro del bautismo válido y
lícito, puede ser un laico, una mujer, un no bautizado; y los ministros del
sacramento del matrimonio, válido y lícito, son los mismos cónyuges; y ninguno
de los ministros mencionados de estos sacramentos tiene el carácter que les da
el poder de obrar in persona Christi.
Por
otra parte, la concelebración eucarística se justifica desde el actuar de los
concelebrantes in persona Christi, dice al respecto Santo Tomás, respondiendo a
la objeción de que sería superfluo que lo que puede hacer uno lo hicieran
muchos: "Si cada sacerdote actuara con virtud propia, sobrarían los demás
celebrantes; cada uno tendría virtud suficiente. Pero, como el sacerdote
consagra en persona de Cristo y muchos son "uno en Cristo" (Gal 3,
28), de ahí que no importe si el sacramento es consagrado por uno o por
muchos…" (S. Th., III, 82, 2, ad 2) Y no hay, propiamente, concelebración
en los otros sacramentos. Es de hacer notar que en la concelebración "se
manifiesta apropiadamente la unidad del sacerdocio" (Concilio Vaticano II,
Sacrosanctum Concilium, n. 57) y, en otro documento se enseña: "se expresa
adecuadamente la unidad del sacerdocio y del sacrificio, como también la de
todo el pueblo de Dios" (Normas generales del Misal Romano, n. 153), por
razón de que los sacerdotes, debido al carácter sacerdotal, obran in persona
Christi.
Además,
más adelante, agrega Santo Tomás refiriéndose al sacramento-sacrificio: "
…éste sacramento es de tanta dignidad, que se hace en la persona de Cristo.
Todo el que obra en persona de otro debe hacerlo por la potestad que le han
conferido… Cristo, cuando se ordena al sacerdote, le da poder para consagrar
este sacramento en persona de Cristo. Así pone a éste sacerdote en el grado de
aquellos a quienes dijo: "Haced esto en conmemoración mía"". (En
III, 82, 2 agrega: "El sacerdote entra a formar parte del grupo de
aquellos que en la Cena recibieron del Señor el poder de consagrar").
"Es propio del sacerdote confeccionar este sacramento" (Cf. S. Th.,
III, 82, 1). Y obrar en persona de Cristo es absolutamente necesario para que
el sacrificio de la Misa sea el mismo sacrificio de la cruz: no sólo es
necesaria la misma Víctima, también es necesario el mismo Acto interior
oblativo y el mismo Sacerdote. Sólo así se tiene, sustancialmente, el mismo y
único sacrificio, sólo accidentalmente distinto.
El
no valorar correctamente la realidad del carácter sacerdotal que habilita para
actuar in persona Christi debilita el sentido de identidad sacerdotal, ni se ve
cómo los ordenados que se vuelven herejes, cismáticos o excomulgados consagran
válidamente -aunque ilícitamente- (Cf. I Concilio de Nicea, Dz. 55; San
Atanasio II, Dz. 169; San Gregorio Magno, Dz. 249; ver Dz. 358. 1087), al igual
que el porqué el sacerdote pecador consagra válidamente. El debilitar la
importancia del obrar in persona Christi.
Todos
los cristianos, los bautizados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, debemos ser otro Cristo, vivir y actuar como Cristo, pero el sacerdote
actúa de manera especialísima In Persona Christi, Cristo mismo, cuando preside
la Liturgia de la Sagrada Eucaristía. Esto tiene una consecuencia en nuestra
relación con la Eucaristía y el sacerdote que la celebra. Vamos a la Eucaristía
a encontrarnos con Cristo en la persona del sacerdote. Por lo tanto, Cristo
debe ser el motivo principal. Cuando perdemos este aspecto, centramos la
Eucaristía en la persona del sacerdote, desvinculándola de su carácter
mistérico. Centrándonos en las cualidades físicas, de dicción o de elocuencia
del que preside. De ahí la importancia de recobrar y ayudar a los fieles a
recobrar esa visión sobrenatural de la Eucaristía. Es importante hacer un
esfuerzo por descubrir, en el sacerdote anciano, enfermo, con limitaciones de
todo tipo, a Cristo que se hace frecuente en él. Así como Cristo en el
Evangelio nos invita a descubrirlo en el que tiene hambre, sed, está desnudo,
enfermo o en la cárcel…
Es
cierto que es necesario que el sacerdote al actuar In Persona Christi haga un
esfuerzo en su vida personal para ser un instrumento y mediación de amor y
misericordia, convirtiéndose en misericordia y amor con su conducta, como dijo
san Agustín de Hipona.
Por
ello les invito a que oremos para que todo sacerdote vaya adelantando y
perfeccionando su ser y, transparente a Cristo en su vida.
Oración
por los Sacerdotes
Oración
del Apóstol (s.XIV)
Cristo,
no tiene manos,
tiene solamente nuestras manos
para hacer el trabajo de hoy.
tiene solamente nuestras manos
para hacer el trabajo de hoy.
Cristo
no tiene pies,
tiene solamente nuestros pies
para guiar a los hombres en sus sendas.
tiene solamente nuestros pies
para guiar a los hombres en sus sendas.
Cristo,
no tiene labios,
tiene solamente nuestros labios
para hablar a los hombres de sí.
tiene solamente nuestros labios
para hablar a los hombres de sí.
Cristo
no tiene medios,
tiene solamente nuestra ayuda
para llevar a los hombres a sí.
tiene solamente nuestra ayuda
para llevar a los hombres a sí.
Nosotros
somos la única Biblia,
que los pueblos leen aún;
somos el último mensaje de Dios
escrito en obras y palabras.
que los pueblos leen aún;
somos el último mensaje de Dios
escrito en obras y palabras.
Por: Mons. Carlos Briseño Arch
Fuente:
vicariadepastoral.org