“Idolatría
e ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad pertenecen a todos
los tiempos”, advirtió el Papa
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El Papa Francisco reza el Ángelus en la Plaza de San Pedro. Foto: Vatican Media |
Durante
el rezo del Ángelus este domingo 17 de febrero en la Plaza de San Pedro del
Vaticano, el Papa Francisco afirmó que las Bienaventuranzas nos ayudan a no
confiar en las cosas materiales o pasajeras.
En
su reflexión ante miles de fieles presentes, el Santo Padre reflexionó sobre el
Evangelio del día, en el que San Lucas narra el episodio de las
Bienaventuranzas: “Son un mensaje decisivo que nos alienta a no poner
nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no crear la felicidad
siguiendo a los vendedores de humo, que muchas veces son vendedores de muerte,
a los profesionales de la ilusión. No los sigan. Son incapaces de dar
esperanza”, dijo.
Mediante
las Bienaventuranzas, “el Señor nos ayuda a abrir los ojos, a adquirir una
mirada más penetrante sobre la realidad, a curar la miopía crónica que el
espíritu mundano nos contagia”.
“El
texto se articula en cuatro Bienaventuranzas y cuatro advertencias formuladas
con la expresión ‘ay de vosotros’. Con estas palabras, fuertes e incisivas,
Jesús nos abre los ojos, nos hace ver con su mirada más allá de las
apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las
situaciones con fe”.
En
su sermón, “Jesús declara bienaventurados a los pobres, a los hambrientos, a
los afligidos, a los perseguidos; y advierte a aquellos que son ricos, siempre
sonrientes, que están saciados, y que son aclamados por la gente”.
El
Papa explicó que “la razón de estas bienaventuranzas paradójicas está en el
hecho de que Dios es cercano a aquellos que sufren, e interviene para
liberarlos de su esclavitud; Jesús ve esto, ve la bienaventuranza más allá de
la realidad negativa”.
Del
mismo modo, “el ‘ay de vosotros’, dirigido a aquellos que lo pasan bien, sirve
para despertarlos del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del
amor, mientras estén a tiempo de hacerlo”.
Según
explicó Francisco, las palabras de Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas
son una enseñanza contra el peligro de la idolatría: “La página del Evangelio
de hoy nos invita, por lo tanto, a reflexionar sobre el sentido profundo de
tener fe, que consiste en fiarse totalmente del Señor. Se trata de derrumbar
los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero; solo Él
puede dar a nuestra existencia esa plenitud tan deseada y, al mismo tiempo, tan
difícil de alcanzar”.
De
hecho, “son muchos, también en nuestros días, aquellos que se presentan como
dispensadores de felicidad: prometen el éxito en poco tiempo, grandes ganancias
entregadas en mano, soluciones mágicas a todo problema… Y aquí es fácil
deslizarse sin darse cuenta hacia el pecado contra el primer Mandamiento: la
idolatría, sustituir a Dios por un ídolo”.
“Idolatría
e ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad pertenecen a todos
los tiempos”, advirtió el Papa. “Describen algunas actitudes contemporáneas
mejor que muchos análisis sociológicos”.
Por
ello, “Jesús nos abre los ojos a la realidad. Estamos llamados a la felicidad,
a ser bienaventurados, y lo conseguimos en la medida en que nos situamos de
parte de Dios, de su Reino, de la parte de aquello que no es efímero, sino que
dura para la vida eterna”.
“Somos
felices si nos reconocemos necesitados delante de Dios y si, como Él y con Él,
permanecemos cercanos a los pobres, a los afligidos, a los hambrientos. También
nosotros delante de Dios somos pobres, afligidos y hambrientos”.
“Somos
capaces de la alegría cada vez que, poseyendo bienes en este mundo, no nos
hacemos ídolos a los que entregar nuestra alma, sino que somos capaces de
compartirlo con nuestros hermanos”, destacó el Papa.
Fuente:
ACI Prensa