Palabras
del Papa antes de la oración mariana
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Fieles en la plaza de San Pedro se unen al Papa para rezar el Ángelus. Captura de pantalla |
A
las 12 del mediodía de hoy tercer domingo de Cuaresma, el Santo Padre Francisco
apareció en la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar
el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en Plaza de San Pedro.
Palabras del Papa antes
del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13: 1-9) nos habla de la
misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús cuenta la parábola de la
higuera estéril. Un hombre ha plantado una higuera en su propio viñedo, y con
gran confianza todos los veranos va a buscar sus frutos, pero no encuentra
ninguno, porque ese árbol es estéril. Impulsado por esa decepción que se repite
durante tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Luego llama
al agricultor que está en el viñedo y expresa su insatisfacción, ordenándole
que corte el árbol, para que no explote el suelo innecesariamente. Pero el
viñador le pide al dueño que sea paciente y le solicita una prórroga de un año,
durante la cual él mismo se encargará de cuidar la higuera con más cuidado y
delicadeza para estimular su productividad. Esta es la parábola.
Y,
¿qué representa esta parábola? ¿Qué representan los personajes de esta
parábola? El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús,
mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida.
Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad y le ruega que la espere
y le dé un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten
en ella. La higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa una
existencia estéril sin frutos, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es el
símbolo de quien vive solo para sí mismo, satisfecho y tranquilo, en su propia
comodidad, incapaz de dirigir sus ojos, la mirada y su corazón hacia quienes
están a su lado y que están en estado de sufrimiento, en condiciones de
pobreza, de dificultad. Esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual
contrasta con el gran amor del viñador por la higuera: tiene paciencia, sabe
esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Prometió a su amo que cuidaría
especialmente de ese árbol infeliz.
Esta
semejanza del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un
tiempo para la conversión. Todos nosotros necesitamos convertirnos, dar un paso
hacia delante y la paciencia de Dios y la misericordia nos acompañan en esto.
A
pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene
paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en el camino del
bien. Pero la extensión implorada y otorgada mientras se espera que el árbol
finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador
le dice al dueño: “Déjalo este año” (v. 8). La posibilidad de conversión no es
ilimitada; por eso hay que aprovecharse de ello de inmediato; De lo contrario
se perdería para siempre.
Nosotros
podemos pensar en esta Cuaresma: ¿Qué debo hacer yo para acercarme más al
Señor, para convertirme, para cortar con aquellas cosas que no van? “No, no
esperaré a la próxima Cuaresma”. ¿Estarás vivo en la próxima Cuaresma? Pensemos
cada uno de nosotros: ¿Hoy que cosa debo hacer ante esta misericordia de Dios
que me espera y siempre perdona? ¿Qué debo hacer? Nosotros podemos confiar
mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos
justificar la pereza espiritual sino aumentar nuestro compromiso, de responder
prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón.
En
el tiempo de Cuaresma el Señor nos invita a la conversión, cada uno de nosotros
debe sentirse interpelado por esta llamada corrigiendo algo en la propia vida,
en la propia manera de pensar, actuar y vivir relaciones con los demás.
Al
mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía en la capacidad de
todos para poder “levantarse” y reanudar el camino. Dios es Padre Él no apaga
la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para que puedan
fortalecerse y lleven su contribución de amor a la comunidad.
Que
la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como
un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios y
a su misericordia.
Raquel
Anillo
Fuente:
Zenit