El
cardenal Pedro Barreto, tomó posesión este domingo de la Basílica de san Pedro
y san Pablo en la ciudad de Roma
Cumplió con la tradición que da a todos los
purpurados un templo en la capital italiana. Este acto es una muestra de la
universalidad de la Iglesia y de la cercanía con el Papa
La
Basílica de San Pedro y San Pablo
La celebración eucarística comenzó a las
diez y media de la mañana, en el templo ubicado en la periferia de Roma.
En el acto estuvo presente la embajadora del Perú ante la Santa Sede, María
Elvira Velásquez, y algunos integrantes del cuerpo diplomático, así como
numerosos sacerdotes. Un numeroso coro acompañó la misa.
La
Basílica de San Pedro y San Pablo está encargada los Frailes Menores
Franciscanos. Se comenzó a construir en 1939 y fue inaugurada hasta 1955. Fue
erigida parroquia en 1958 y en febrero de 1965, el Papa Pablo VI la estableció
con el título cardinal
Sanctorum Petri e Pauli en Via Ostiense (Santos Pedro y Pablo en Vía
Ostiense).
Homilía
En la homilía, el Cardenal citando al Papa
afirma: “Cuaresma es un tiempo fuerte para una conversión ecológica integral de
cada uno de nosotros y de toda la comunidad eclesial”.
El
purpurado citando el libro del Deuteronomio 26. 4-10, recuerda que así como los
egipcios oprimieron y esclavizaron a los judíos, hoy, “los poderosos del mundo
oprimen y maltratan al pueblo de Dios. El 80% de las riquezas del mundo están
en manos del 20% de la humanidad”.
Esta
situación genera entre “los pobres, marginados, indígenas despojados de sus
tierras, efectos devastadores del cambio climático, causado por la
irresponsabilidad humana debida a la irracional explotación de los recursos
naturales. Es esta la dura esclavitud de la mayoría de la humanidad,
especialmente de los pobres y afligidos”.
El
Cardenal recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y se manifiesta
porque “el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido”. Y
el fruto de la acción liberadora de Dios es que el pueblo posee una tierra en
herencia, “para que la cultivemos y la protejamos”.
Para
Barreto, la certeza, la seguridad puesta en el Dios libertador debe ser
total. Desde esta perspectiva, en el Evangelio, afirma, se nos presenta a
Cristo, tentado, puesto a prueba en el desierto: “A pesar de su hambre… se
mantuvo firme en sus convicciones… Se alimentaba de la Palabra de Dios para
resistir la tentación del desánimo, la división, la envidia y el
enfrentamiento. Experimentó la soledad y el abandono de un mundo sordo y mudo
al sufrimiento del Cristo de hoy”.
El
Cardenal finaliza su homilía haciendo un llamado a ser “fuertes y audaces para
vivir el proceso de la cuaresma … Así promoveremos la vida y la fraternidad
cultivando y protegiendo responsablemente nuestra madre tierra, don de Dios
para todos”.
Acogida de la comunidad
Al terminar la eucaristía, el Cardenal
Barreto agradeció al Papa por nombrarlo cardenal y por darle la misión de la
Basílica de San Pedro y San Pablo. También entregó dos signos, recuerdos para
la parroquia: un afiche con la imagen de los mártires Swignief y Miguel,
Franciscanos Conventuales, un relicario con la tierra regada con la sangre de
los mártires y una efigie del Señor de los Milagros. Después de la misa, el
Cardenal compartió un almuerzo con la comunidad.
Manuel Cubías/Renato Martínez -
Ciudad del Vaticano
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