No
hablo de salir del armario para evitar equívocos; pero es cierto que hay
demasiados cristianos voluntariamente escondidos en el gueto
Católicos
apocados que ocultan su fe como si se tratara de una neurosis y viven en su
gazapera, aconejados, sin atreverse a enseñar la oreja. Les han dicho que la fe
es algo íntimo y personal; que han de ser respetuosos incluso con los que no lo
son. De acuerdo; pero también el embarazo es íntimo y se luce con orgullo sin
el menor recato. Tal como se está poniendo las cosas, los católicos tenemos la
obligación de dar la nota. Cuando el silencio se interpreta como aquiesciencia,
es un deber moral dar la cara, y, sin agredir a nadie, cantar las cuarenta al
lucero del alba. ¿Y qué haremos para salir del agujero? ¿Cómo daremos la nota?
Mi
amigo Kloster, que es un hombre sabio y no tiene pelos en la pluma, dictó estas
sabias recetas que transcribo sin más preámbulos:
-
Cuando vayas de turista a una catedral, saluda ante todo al Dueño y Señor de la
casa, que vive en la Capilla del Santísimo. No te limites a admirar las
vidrieras. No olvides que las iglesias son Sagrarios, no meros edificios de
interés cultural.
-
No te importe quedar con tus amigos “después de Misa”. A lo mejor alguno se
anima y queda contigo “antes”.
-
Limpia y enriquece tu lenguaje. Nada tengo contra el taco como interjección
lírica, que, usado con moderación, sosiega el ánimo; pero la mugre sobra. ¿Para
qué tantas referencias glandulares, tanta alusión al presunto oficio de la
madre de un tercero, tanta basura sexual? No sé si la cara es el espejo del
alma (espero que no), pero el idioma sí que lo es.
-
Y hablando del lenguaje, no es preciso que digas “Jesús” cada vez que oigas un
estornudo, pero habrá que poner de moda algunas viejas y entrañables expresiones:
“si Dios quiere”, “con la ayuda de Dios”, “adiós” ... Sustituirán con ventaja
al “hasta luego” que todo el mundo profiere aunque se despidan para la
eternidad.
-
Di a tu novia que se tape el ombligo y sus alrededores; que prefieres mirarla a
los ojos, porque es lo único que no envejece. A lo mejor se ruboriza de gusto.
Y tú, no es preciso que exhibas la etiqueta de tu ropa interior. Esos
pantalones, que ya utilizaba Cantinflas hace sesenta años, francamente, son una
horterada.
-
Cuando empieces a salir con una “niña supermona” (o un “niño supermono”),
pregúntale qué piensa sobre Dios, la Iglesia, la familia, los hijos... Y no
olvides que, en el noviazgo, es más importante conocerse que tocarse.
-
Si vas al restaurante un viernes de Cuaresma, pide al camarero que te enseñe el
menú de vigilia. Si no lo entiende, llama el chef y se lo explicas. Y, antes de
comer, bendice la mesa. Si se dan cuenta los vecinos, mejor para ellos.
-
Cuando estés de viaje y llegues al hotel en una ciudad desconocida, di en
recepción que te informen sobre los horarios de Misas de las iglesias más
cercanas. Si son buenos profesionales, harán la gestión sin mover un músculo.
Cosas más insólitas les piden cada día.
-
Cuando hables de tu novia con tus amigos evita la terminología culinaria o
troglodita: Fulanita no “está buena” porque no es objeto de consumo. Te
sugeriría dos docenas de alternativas, pero sonarían un poco antiguas. Seguro
que tú mismo sabrás inventar otras. Sé creativo.
-
No toleres la blasfemia en tu entorno. Si la atmósfera se pone apestosa, basta
con una frase ingeniosa y contundente, como la que empleó mi amiga Natalia hace
años: “oye, tío, ¿por qué no insultas a tu padre y dejas al mío en paz?”
Natalia tiene una voz aguda y un tanto chillona. A su “amigo” se le atragantó
la Pepsi.
-
Utiliza Internet sin miedo y echa la red –es decir la web- para pescar:
participa en los debates, da doctrina, difunde los enlaces católicos en
Facebook, Twitter o en el resto de redes sociales. Forma un grupo de amigos
cibernautas y llévales el mensaje de Jesucristo.
-
Está genial que tengas en los favoritos del navegador a tu grupo musical
preferido, a tu web de hoteles y viajes superbaratos, tu estación de radio
favorita, etc. Sin embargo, no te olvides de incluir sitios católicos que
te ayuden a formarte en valores y a ampliar tus conocimientos en la fe, como
por ejemplo, Web católico de Javier
-
No te olvides de poner un filtro para que no entre en casa la basura
cibernética. No se trata sólo de proteger a los niños. Los adultos estamos
igual de indefensos porque todos somos corruptibles y capaces de las mayores
aberraciones. Si tuvieses siempre sobre la mesa un montón de revistas pornográficas,
¿estás seguro de que nunca echarías una ojeada?
- ¿Y
que ocurriría si, sobre esa mesa de trabajo, hubiese una imagen de la Virgen? A
Luisa, cuando la puso por primera vez en su oficina, se la rompieron.
Volvió
a poner otra, y la pintarrajearon. La tercera fue sustituida por una foto
pornográfica...; pero la guerra no duró mucho. Desde hace más de un año nadie
toca su imagen de la Virgen de Guadalupe. Y su amiga Marijose ha puesto otra.
- En
tu casa, piso o apartamento también podrías poner un buen cuadro de Santa
María. Es fácil encontrar uno que sintonice con su estilo: los hay para todos
los gustos.
-
Quítate ese colmillo de gorila que llevas al cuello. Cualquiera diría que se lo
arrancaste a una amiga de la infancia. Una medalla-escapulario es mucho más
práctica. Ahora, muchos chavales se cuelgan el rosario como si fuera un collar.
Aprovecha la ocasión para explicarles cómo se usa.
-
Visita a tu párroco alguna vez. Necesita sentir el afecto de sus feligreses.
Dale ideas, cuéntale el último chiste, tomaros un café, y escúchale, que a
veces está muy solo.
-
En el cestillo de la Misa echa papel moneda. La calderilla está bien para las
propinas o los parquímetros, pero en la Iglesia necesitan algo más que las
sobras. Y en el mes de junio pon la equis en la casilla de la Iglesia Católica
a la hora de realizar la declaración de la renta.
-
En verano, llévate a Jesús de vacaciones. Él solía ir también a la montaña y a
la playa. Y comía pescado a la brasa al anochecer. Aprende a descansar a su
lado, sin huir. No lo mandes a un asilo ni lo abandones en la primera
gasolinera.
-
Habla de Dios a tus amigos. “Hablar de” es hablar de uno mismo, de lo que Él ha
hecho contigo. Por eso cuesta. Hacer apostolado es quedarse a la intemperie,
pero vale la pena.
-
Y si es necesario, sal a la calle con una pancarta. Algunas veces los
cristianos tenemos que manifestarnos, hacer bulto y gritar fuerte, llenando las
avenidas y las plazas de las grandes ciudades. No quemes papeleras ni estropees
el mobiliario urbano. Lleva a los viejos y a los niños, que somos gentes de paz
y no correrán riesgos.
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