Discurso del Papa en la
plaza de la iglesia
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| El Papa visita Loreto en la Fiesta de la Anunciación del Señor © Vatican Media |
“La
Santa Casa es la casa de los jóvenes, porque aquí la Virgen María, la
joven llena de gracia, sigue hablando a las nuevas generaciones, acompañando a
cada uno en la búsqueda de su propia vocación”, ha anunciado el Papa en Loreto,
en Italia, lugar donde se encuentra la Casa de la Virgen María, en el marco de
la fiesta de la Anunciación del Señor.
El
Santo Padre visitó ayer, 25 de marzo de 2109, la localidad de Loreto, donde ha
sido recibido por el arzobispo prelado, Monseñor Fabio Dal Cin, y ha
celebrado la Santa Misa en el Santuario.
Después,
ha ofrecido un discurso en la plaza de la iglesia, a los más de 10.000 fieles
allí congregados, y tras rezar juntos el Ángelus, las campanas de todos los
campanarios de Las Marcas han repicado y el Papa ha dado una vuelta en
papamóvil entre los fieles y peregrinos antes de ir a almorzar con los obispos.
Cristo vive
Cinco
meses después de la celebración del Sínodo de los Obispos sobre los
jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el Pontífice ha querido formar
en este lugar sagrado, el día de la Anunciación, la nueva Exhortación
Apostólica, fruto del Sínodo dedicado a los jóvenes.
Con
el título ‘Christus vivit – Cristo vive’, el Santo Padre ha recordado que
en el evento de la Anunciación, aparece la dinámica de la vocación, expresada
en los tres momentos que marcaron el Sínodo: 1) Escucha del proyecto de la
Palabra de Dios; 2) Discernimiento; 3) Decisión.
Casa de la familia
“A
este oasis de silencio y piedad, vienen muchos, de Italia y de todo el mundo,
para conseguir fortaleza y esperanza”, ha dicho el Papa pensando en los
jóvenes, las familias y los enfermos. Así, el Santo Padre ha indicado que
la casa de María es también la casa de la familia, y ha explicado que
en la “delicada” situación del mundo actual, “la familia fundada en el
matrimonio entre un hombre y una mujer asume una importancia y una misión
esenciales”.
Casa de los enfermos
Asimismo,
el Papa ha anunciado que la casa de María es la casa de los enfermos: “Por
favor, no caigamos en esa cultura del descarte que proponen las múltiples
colonizaciones ideológicas que hoy nos atacan”, ha advertido. “La casa y la
familia son la primera cura del enfermo para amarlo, apoyarlo, alentarlo y
cuidarlo”.
Dios,
a través de María, “confía una misión en nuestro tiempo a vosotros y a quienes
están vinculados a este Santuario”: Llevar el Evangelio de la paz y de la vida
a nuestros contemporáneos a menudo distraídos, atrapados por intereses
terrenales o inmersos en un clima de aridez espiritual, ha exhortado. “Hay
necesidad de personas sencillas y sabias, humildes y valientes, pobres y
generosas”.
***
Discurso del Papa
Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días! Y gracias por vuestro calurosa bienvenida,
¡gracias!
Las
palabras del ángel Gabriel a María: “Alégrate, llena de gracia” (Lc 1, 28),
resuenan de manera singular en este Santuario, un lugar privilegiado para
contemplar el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Aquí, de hecho,
están las paredes que, según la tradición, provienen de Nazaret, entre las
cuales la Santísima Virgen pronunció su “sí”, convirtiéndose en la madre
de Jesús. Desde que la llamada “casa de María” se convirtió en una
presencia venerada y amada en este lugar, la Madre de Dios no ha dejado de
conseguir beneficios espirituales para aquellos que, con fe y devoción, vienen
aquí para rezar. Entre estos, hoy también me coloco yo, y agradezco a Dios el
habérmelo concedido precisamente en la fiesta de la Anunciación.
Saludo
a las Autoridades, con gratitud por su acogida y su colaboración. Saludo al
arzobispo Fabio Dal Cin, que ha expresado los sentimientos de todos vosotros.
Con él saludo a los otros prelados, a los sacerdotes, a las personas
consagradas, con un pensamiento especial para los Padres capuchinos, a quienes
está confiada la custodia de este insigne santuario tan querido por el pueblo
italiano. ¡Son buenos estos capuchinos! Siempre en el confesionario, siempre,
hasta el punto de que entras en el santuario y siempre hay allí, uno, o dos, o
tres o cuatro, pero siempre; tanto por la mañana como por la tarde y es un
trabajo difícil. Son buenos y les agradezco especialmente este precioso
ministerio del confesionario continuo durante toda la jornada. ¡Gracias! Y a
todos vosotros, ciudadanos de Loreto y peregrinos reunidos aquí, extiendo mi
cordial saludo.
A
este oasis de silencio y piedad, vienen muchos, de Italia y de todo el mundo,
para conseguir fortaleza y esperanza. Pienso en particular en los jóvenes,
las familias y los enfermos.
La
Santa Casa es la casa de los jóvenes, porque aquí la Virgen María, la
joven llena de gracia, sigue hablando a las nuevas generaciones, acompañando a
cada uno en la búsqueda de su propia vocación. Por eso he querido firmar aquí
la Exhortación Apostólica, fruto del Sínodo dedicado a los jóvenes. Se titula “Christus
vivit – Cristo vive”. En el evento de la Anunciación, aparece la dinámica
de la vocación, expresada en los tres momentos que marcaron el Sínodo: 1)
escucha del proyecto de la Palabra de Dios; 2) discernimiento; 3) decisión.
El
primer momento, el de la escucha, se manifiesta con las palabras del
ángel: “No temas María, […] concebirás un hijo, le darás a luz y le pondrás por
nombre Jesús” (vv. 30-31). Siempre es Dios quien toma la iniciativa de llamar
para que lo sigamos. Dios es quien toma la iniciativa. Él nos precede
siempre, nos precede, abre camino en nuestra vida. La llamada a la fe y al
camino coherente de vida cristiana o a la consagración especial es una irrumpir
discreto pero fuerte de Dios en la vida de un joven, para ofrecerle su amor
como un regalo. Es necesario estar listos y dispuestos a escuchar y aceptar la
voz de Dios, que no se reconoce en el ruido y la agitación. Su diseño sobre nuestra
vida personal y social no se percibe quedándose en la superficie, sino bajando
a un nivel más profundo, donde actúan las fuerzas morales y espirituales. Es
allí donde María invita a los jóvenes a bajar y entra en sintonía con la acción
de Dios.
El
segundo momento de cada vocación es el discernimiento, expresado en las
palabras de María: “¿Cómo será esto?” (V. 34). María no duda; su pregunta no es
una falta de fe; de hecho, expresa el deseo de descubrir las “sorpresas” de
Dios. Ella está atenta para captar todas las exigencias del plan de Dios para
su vida, para conocerlo en todas sus facetas, para que su colaboración sea más
completa y más responsable. Es la actitud propia del discípulo: toda
colaboración humana con la iniciativa gratuita de Dios debe inspirarse en una
profundización de las propias capacidades y actitudes, conjugadas con el saber que
siempre es Dios es el que da, el que actúa; así también la pobreza y la
pequeñez de aquellos a quienes el Señor llama a seguirlo en el camino del
Evangelio se transforma en la riqueza de la manifestación del Señor y en la
fuerza del Todopoderoso.
La decisión es
el tercer pasaje que caracteriza toda vocación cristiana y se hace explícita en
la respuesta de María al ángel: “Hágase en mí según tu palabra” (v. 38). Su
“sí” al proyecto de salvación de Dios, actuado a través de la Encarnación, es
la entrega a Él de toda su vida. Es el “sí” de la plena confianza y la total
disponibilidad a la voluntad de Dios. María es el modelo de cada vocación y la
inspiradora de toda pastoral vocacional: los jóvenes que buscan o se preguntan sobre
su futuro, pueden encontrar en María aquella que los ayuda a discernir el plan
de Dios para sí mismos y la fuerza para adherirse a él.
¡Pienso
en Loreto como en un lugar privilegiado donde los jóvenes pueden venir en busca
de su vocación, a la escuela de María! Un polo espiritual al servicio de la
pastoral vocacional. Por lo tanto, espero que se relance el Centro “Juan Pablo
II” al servicio de la Iglesia en Italia e internacionalmente, en continuidad
con las indicaciones surgidas del Sínodo. Un lugar donde los jóvenes y sus
educadores puedan sentirse bienvenidos, acompañados y ayudados a discernir. Por
este motivo, también pido encarecidamente a los frailes capuchinos un servicio
más: el servicio de ampliar el horario de apertura de la basílica y de la Santa
Casa a última hora de la tarde y también a primera de la noche cuando haya
grupos de jóvenes que vienen a orar y discernir su vocación.
El
Santuario de la Santa Casa de Loreto, también debido a su ubicación geográfica
en el centro de la península, se presta a convertirse, para la Iglesia que está
en Italia, en un lugar de propuesta para la continuación de los encuentros
mundiales de los jóvenes y de la familia. Es necesario, en efecto, que el
entusiasmo de la preparación y celebración de estos eventos se corresponda con
la actualización pastoral, lo que da sustancia a la riqueza de los contenidos,
a través de propuestas de profundización, oración y compartición
La
casa de María es también la casa de la familia. En la delicada
situación del mundo actual, la familia fundada en el matrimonio entre un hombre
y una mujer asume una importancia y una misión esenciales. Es necesario
redescubrir el plan trazado por Dios para la familia, reafirmar su grandeza y
su carácter insustituible al servicio de la vida y de la sociedad. En la casa
de Nazaret, María vivió la multiplicidad de las relaciones familiares como
hija, novia, esposa y madre.
Por
eso, cada familia, en sus diferentes componentes, encuentra aquí acogida e
inspiración para vivir su identidad. La experiencia doméstica de la Virgen
Santa indica que la familia y los jóvenes no pueden ser dos sectores
paralelos de la pastoral de nuestras comunidades, sino que deben caminar
juntos, porque muy a menudo los jóvenes son aquella que una familia les ha dado
durante su crecimiento. Esta perspectiva recompensa en unidad una pastoral
vocacional atenta a expresar el rostro de Jesús en sus muchos aspectos, como
sacerdote, como esposo, como pastor.
La
casa de María es la casa de los enfermos. Aquí encuentran acogida los
que sufren en cuerpo y espíritu, y la Madre da a todos la misericordia del
Señor de generación en generación. La enfermedad hiere a la familia y los
enfermos deben ser acogidos dentro de la familia. Por favor, no caigamos en esa
cultura del descarte que proponen las múltiples colonizaciones ideológicas que
hoy nos atacan. La casa y la familia son la primera cura del enfermo para
amarlo, apoyarlo, alentarlo y cuidarlo. Por eso el santuario de la Santa Casa
es el símbolo de cada casa acogedora y santuario de los enfermos. Desde aquí
les envío a todos, en cualquier parte del mundo, un pensamiento afectuoso y les
digo: Vosotros estáis en el centro de la obra de Cristo, porque compartís y
lleváis de manera más concreta la cruz de cada día detrás de Él. Vuestro
sufrimiento puede convertirse en una colaboración decisiva para la venida del
Reino de Dios.
Queridos
hermanos y hermanas: Dios, a través de María, confía una misión en nuestro
tiempo a vosotros y a quienes están vinculados a este Santuario: Llevar el
Evangelio de la paz y de la vida a nuestros contemporáneos a menudo distraídos,
atrapados por intereses terrenales o inmersos en un clima de aridez espiritual.
Hay necesidad de personas sencillas y sabias, humildes y valientes, pobres y
generosas.
En
resumen, personas que, según la escuela de María, acojan el Evangelio sin
reservas en sus vidas. Así, a través de la santidad del pueblo de Dios, desde
este lugar seguirán difundiéndose en Italia, en Europa y en el mundo
testimonios de santidad en cada estado de vida, para renovar la Iglesia y
animar a la sociedad con la levadura del Reino de Dios.
¡Qué
la Santísima Virgen ayude a todos, especialmente a los jóvenes, a recorrer el
camino de la paz y la fraternidad fundadas en la acogida y el perdón, en el
respeto a los demás y en el amor, que es entrega de uno mismo! Nuestra Madre,
estrella luminosa de alegría y serenidad, conceda a las familias,
santuarios del amor, la bendición y la alegría de la vida. María, fuente de
todo consuelo, brinde ayuda y confortación a los que están sometidos a duras
pruebas.
Con
estas intenciones, ahora nos unimos en la oración del Ángelus.
Rosa
Die Alcolea
©
Librería Editorial Vaticano
Fuente:
Zenit






