El Pontífice afirmó que se trata de una de las
heridas más lacerantes del tejido social y económico
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Antoine Mekary | ALETEIA | I.Media |
La corrupción “es una de las heridas más
lacerantes del tejido social, porque lo perjudica gravemente tanto desde un
punto de vista ético como económico: con la ilusión de ganancias rápidas y
fáciles, en realidad empobrece a todos, menoscabando la confianza, la
transparencia y la fiabilidad de todo el sistema”.
Lo dijo el
Papa este lunes 18 de marzo 2019, en el Aula Pablo VI, en la audiencia a los
funcionarios del Tribunal de Cuentas italiano. Por eso, destacó “el
importante papel que desempeña la Magistratura contable para la comunidad, en
particular en la lucha incesante contra la corrupción”.
“La
corrupción degrada la dignidad del individuo y destruye todos los ideales
buenos y hermosos. La sociedad en su conjunto está llamada a comprometerse
concretamente en combatir el cáncer de la corrupción en sus diversas formas”,
agregó.
Precisamente,
el Pontífice está enfrentando esta lacra dentro y fuera de la Iglesia. Y
recientemente ha cesado a su ministro de las finanzas, el cardenal australiano,
George Pell, juzgado culpable de abusos sexuales contra dos menores, que
entonces tenían 12 y 13 años.
El Tribunal
de Cuentas, en Italia, se ocupa del ejercicio de los controles sobre la gestión
y las actividades de las administraciones públicas, es una herramienta válida
para prevenir y superar la ilegalidad y el abuso.
Por su parte, indicó que “cada administrador público debe sentir cada vez más
la responsabilidad de operar con transparencia y honestidad, favoreciendo así
la relación de confianza entre el ciudadano y las instituciones, cuya
disolución es una de las manifestaciones más serias de la crisis de la
democracia”.
“El estricto
control de los gastos por parte de la magistratura contable, por un lado, y la
actitud correcta y clara de los responsables de los asuntos públicos, por otro
lado, pueden frenar la tentación de administrar los recursos de una manera que
no es prudente y para propósitos de clientela”, añadió.
Francisco
explicó que los “bienes comunes constituyen recursos que
deben protegerse en beneficio de todos, especialmente de los más pobres, y ante
su uso irresponsable, el Estado debe realizar una función de supervisión
indispensable y sancionar debidamente las conductas ilegales”.
En este
periodo de Cuaresma, que evidenció por ser un momento de combate espiritual y
“entrenamiento”, instó a “vivir nuestra vida personal y nuestro servicio a la
cosa pública no de manera inerte, resignados a los males que encontramos en
nosotros mismos y alrededor de nosotros”.
“Jesucristo
nos exhorta a enfrentar abiertamente al mal e ir a la raíz de los problemas.
Nos enseña a pagar en persona en esta lucha, no por la búsqueda de un heroísmo
poco realista y por un protagonismo mal disimulado, sino por la humilde
tenacidad de quienes realizan su trabajo, a menudo oculto, resistiendo las
presiones que el mundo no deja de ejercer”, concluyó.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia