Vivimos
en un tiempo de pruebas, en que los creyentes aprenderán la diferencia entre el
optimismo superficial y la esperanza cristiana
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| The Dish via Vimeo CC-BY-NC |
Los
cristianos que se atreven a plantar cara a la decadencia religiosa, que
rechazan las soluciones pasajeras y retornan a las antiguas tradiciones,
encontrarán la fuerza no solamente para sobrevivir, sino para prosperar con
alegría en el Occidente post-cristiano
El
veterano periodista Rob Dreher acaba de publicar un potente estudio sobre qué
aflige a los Estados Unidos, donde propone que la mejor solución podría ser
(como indica el título de su nuevo libro) La Opción Benedictina. El
libro acaba de publicarse en español. Los materiales promocionales lo describen
así:
Vivimos
en un tiempo de pruebas, en que los creyentes aprenderán la diferencia entre el
optimismo superficial y la esperanza cristiana. Por oscura que sea la sombra
que se cierne sobre Occidente, la luz del cristianismo no tiene por qué
apagarse. No será fácil, pero los cristianos que se atreven a plantar cara a la
decadencia religiosa, que rechazan las soluciones pasajeras y retornan a las
antiguas tradiciones, encontrarán la fuerza no solamente para sobrevivir, sino
para prosperar con alegría en el Occidente post-cristiano.
La Opción Benedictina es
una fascinante y sobria lectura, que prevé para los Cristianos de Occidente un
futuro que algunos describirían como distópico. ¿La situación es realmente tan
sombría? Después de leer el libro, sentí curiosidad por oír qué piensa Rod
sobre todo esto, así que le envié algunas preguntas por correo electrónico.
– Aleteia: Cuéntenos, Rod.
¿Qué es exactamente “La Opción Benedictina”?
Es
la elección que todos los cristianos creyentes afrontan hoy en día, en la
América post-cristiana: ¿Seguimos viviendo como si estos fuesen tiempos
normales, o nos abrazamos a nuestra condición de exiliados en Babilonia, y
comenzamos a construir una vida que nos permite mantenernos en la fe en esta
nueva Edad Oscura que nos acecha?
El
nombre proviene del famoso párrafo final del libro de 1981 del filósofo
Alasdair MacIntyre Después de la virtud,
en la que comparó el caos moral de la modernidad tardía con la decadencia de
Roma antes de su hundimiento.
Él
dijo que en esos días, hubo hombres y mujeres de virtud que dejaron de intentar
“apuntalar el imperio” ―una especie de “Hagamos Roma Grande Otra Vez”― y en su
lugar se pusieron a construir nuevas formas de comunidad dentro de las cuales
podrían vivir sus convicciones contraculturales en un tiempo de grandes
dificultades. MacIntyre dijo que hoy en día nos aguarda un “nuevo, y sin duda
muy diferente, San Benito”.
Habiendo
leído a MacIntyre y convencido de sus tesis, empecé a preguntarme lo que este
nuevo y muy diferente San Benito tendría que decirnos a nosotros, los cristianos
del siglo 21.
Benito
de Nursia, como probablemente saben, se considera el fundador del monasticismo
occidental. Su Regla se convirtió en la guía para el movimiento
monástico que floreció en la temprana Edad Media, y que no solamente preservó
la Fe y ayudó a difundirla a través de la Europa de los bárbaros, sino que
además plantó los cimientos para el renacimiento de la civilización.
Si
vamos hacia una Edad Oscura post-Cristiana ―y creo que es el caso― entonces
nosotros los Cristianos debemos preguntarnos qué lecciones podemos aprender de
los Benedictinos que puedan aplicarse a nuestras propias vidas fuera de los
monasterios. Esto es lo que explora La Opción Benedictina.
– ¿Es este un tema ante
todo religioso, es decir, cristiano? ¿O tiene aplicaciones más amplias?
Es
ante todo religioso, pero justo por eso, tiene más amplias aplicaciones. Me
explico. En la era secular, nos hemos acostumbrado a compartimentar nuestra fe.
El cristianismo es algo que hacemos en domingos y festivos, y es generalmente
solo una parte de nuestra vida. Pero esto no es suficiente. Jesús no quiere ser
Señor de solamente una parte de nuestra vida. Una potente razón para que tantos
Cristianos de hoy miren, actúen y piensen de una manera no diferente de la
del mundo a nuestro alrededor es que hemos arreglado nuestra vida para mantener
a raya una conversión verdadera.
La
espiritualidad Benedictina se opone a eso. Es un estilo de vida que lo ordena
todo al servicio de Cristo. Por supuesto, bajo la Regla, los días y actividades
de un monje están estrictamente reglamentadas, mucho más de lo que los cristianos
ordinarios pueden o deberían aceptar.
Pero
nosotros los cristianos laicos no tenemos menos obligación de ordenar nuestra
vida hacia Cristo como hacen los monjes. Como el monje sabe, no es suficiente
con simplemente tener buenos pensamientos y correctas intenciones. Las
prácticas que emprendemos en la vida diaria bien nos acercan a Dios, o bien nos
alejan de Él. La espiritualidad Benedictina es una espiritualidad práctica, un
estilo de vida cristiano que consagra las rutinas de cada día.
La
Opción Benedictina tiene pues implicaciones sobre cómo trabajamos, cómo
rezamos, cómo veneramos, cómo practicamos la política, cómo educamos a nuestro
niños, cómo utilizamos la tecnología ―básicamente, sobre toda nuestra vida. No
es un programa de 20 puntos sobre cómo poner en orden tu vida. La Ben Op,
como se la conoce, será diferente para diferentes comunidades, dependiendo en
su tradición en la Fe y circunstancias locales. Lo que sí tienen en común las
comunidades Ben Op, sin embargo, es el compromiso a vivir de una manera
tradicionalmente cristiana y conscientemente contracultural, cada día.
– Eso suena como una nueva
forma radical de vivir para muchos estadounidenses. ¿Por qué piensa que es
necesaria ahora ?
Flannery
O’Connor dijo que debemos empujar al mundo tan fuerte como este nos empuja a
nosotros. Los cristianos de hoy ―católicos, protestantes y ortodoxos
igualmente― no estamos empujando fuerte en absoluto. En consecuencia, estamos
siendo zarandeados, y catequizados por una cultura anti-cristiana.
La
investigación en ciencias sociales es dañosa. Junto con sus colegas, el
sociólogo de Notre Dame Christian Smith ha descubierto que los cristianos
estadounidenses contemporáneos saben muy poco acerca de la fe cristiana tal
como se ha entendido históricamente. Por el contrario, han abrazado una falsa
sensación de bienestar que él llama “Deísmo Terapéutico Moral”. Anecdóticamente,
mis frecuentes conversaciones con profesores de colegios cristianos confirman
los hallazgos de Smith.
Padres,
iglesias y escuelas cristianas están produciendo creyentes quienes poseen poco
o ningún entendimiento acerca de qué significa pensar y actuar como un cristiano.
Todo versa sobre la sensación de sentirse bien con uno mismo. Este es el preludio
hacia una pérdida del cristianismo por completo.
Yo
creo que muchos de los que estamos vivos hoy veremos un colapso al estilo
europeo del cristianismo estadounidense. Los científicos sociales solían pensar
en los Estados Unidos como un contraejemplo a la tesis de la secularización. Es
decir, observaban los altos niveles de identificación religiosa en los Estados
Unidos, en comparación a las deprimentes cifras de Europa, como prueba de que
la modernización no siempre conlleva una secularización. Ahora, eso ha
cambiado. El declive sin precedentes de la fe religiosa entre los millennials muestra
que Estados Unidos se encuentra en la misma pendiente hacia abajo.
La
única manera de oponerse a esto es arraigarnos profundamente en nuestra fe, no
solo en términos de lo que aprendemos de ella ―doctrina, escrituras, historia
de la iglesia― sino también en términos de nuestras prácticas, tanto
individuales como colectivas. No hay otra alternativa.
El
padre Casiano, antiguo prior del monasterio Benedictino en Nursia, ciudad natal
del santo, me dijo que las familias y comunidades cristianas que no abrazan
alguna forma de la Opción Benedictina no van a poder superar estos tiempos
difíciles. Y tiene toda la razón.
– Si tuviera que resumir
el mensaje del libro brevemente, ¿cuál sería?
Los
cristianos en Occidente están entrando en una época de apostasía en masa, el
equivalente espiritual a la gran inundación que engulló el mundo en los tiempos
de Noé. Los creyentes tenemos que construir arcas para llevar nuestra fe a
través de este mar oscuro y tempestuoso, para no perder nuestras propias almas,
y para que la fe esté presente durante la reconstrucción, cuando las aguas se
calmen. Aun cuando los cristianos ordinarios estamos llamados a vivir en el
mundo, el estilo de vida Benedictino, con más de 1.500 años de antigüedad, es
un modelo para nosotros.
La
Opción Benedictina no es nada más que la Iglesia siendo la Iglesia que nosotros
debíamos ser. Es una llamada al arrepentimiento. Algunos críticos me acusan de
ser “alarmista”, y digo que sí, lo soy, porque ciertamente hay muchas razones
para alarmarse. Si no nos alarmamos, entonces no estamos leyendo de manera
precisa las señales de los tiempos. Pero si solamente reaccionamos por miedo, y
no estamos determinados a vivir con júbilo en medio de nuestro dolor, no
estamos leyendo el Evangelio.
En
el Occidente post-cristiano, debemos aprender cómo ser lo que el Papa Benedicto
nos apeló a ser: minorías creativas que modelan el amor de Cristo y la alegría
de Su compañerismo en un mundo frío y oscuro. Como cristianos, debemos
evangelizar, y la forma más eficaz de evangelización hoy está en la vida que
conducimos en oposición a la manera de ser del mundo.
Greg
Kandra
Fuente:
Aleteia






