Aquí
encontrará una serie de textos, en los que se muestran algunos rasgos
significativos de cómo entendían y vivían el misterio santo de la Pascua las
primeras generaciones cristianas
Son textos muy significativos para nosotros
hoy, y una ayuda espléndida para respirar más plenamente, en los umbrales ya
del tercer milenio cristiano, el aire fresco de la fe en la Resurrección de
Cristo, primicia de la nuestra, fuente de esperanza cierta y manantial
inagotable de ese Amor que el mundo entero necesita más que ninguna otra cosa.
Con una Piedra en el
Sepulcro
El
14 [del mes de Nisán] es la verdadera Pascua del Señor, la gran inmolación: en
lugar del cordero, el Hijo de Dios; Aquel que fue atado y, sin embargo, ató al
fuerte; que fue juzgado, y es Juez de vivos y muertos; que fue entregado en
manos de los pecadores para ser crucificado; que fue traspasado en su santo
costado, e hizo brotar del mismo el doble baño de la purificación: el agua y la
sangre, la Palabra y el Espíritu; que fue sepultado en el día de la Pascua, con
una piedra cerrando el sepulcro.
Apolinar de Hierápolis (siglo II)
Apolinar de Hierápolis (siglo II)
El Misterio del Bautismo
En
los años anteriores, el Señor, celebrando la Pascua, comió el cordero pascual
inmolado por los judíos. Pero una vez que hubo predicado el Evangelio, siendo
Él mismo la Pascua, el cordero de Dios, que era llevado como oveja al matadero,
enseguida explicó a los discípulos el misterio de estas imágenes, y esto el día
13 [de Nisán], cuando le preguntan: ¿Dónde quieres que te hagamos los
preparativos para comer la Pascua? Era el mismo día en que tenía lugar la
santificación de los ázimos y la preparación de la fiesta. Por eso san Juan
describe en ese día el lavatorio de los pies de los discípulos, que el Señor
realiza justamente como preparación. Fue, pues, al día siguiente en el que
nuestro Señor murió, siendo Él mismo la Pascua inmolada por los judíos.
Por
eso el 14 [de Nisán], el día de su muerte, a primera hora de la mañana,
habiéndolo conducido a Pilatos, los sumos sacerdotes y los escribas no entraron
en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua, por la tarde,
sin impedimentos. Con este preciso cálculo de días concuerdan todas las
Escrituras y los evangelios en plena armonía. Lo confirma también la
resurrección; resucita el tercer día, que corresponde al primer día [de la
fiesta judía] de Las Semanas de la cosecha, cuando estaba prescrito que el
sacerdote ofreciese un haz.
Escucha
lo que dice el profeta: El Señor nos resucitará después de dos días y al tercer
día, resucitados, viviremos en su presencia. El primer día es para nosotros la
Pasión del Salvador; el segundo, el de su descenso al lugar de los muertos; el
tercero es el día de la resurrección. Si el apóstol san Pablo nos enseña que en
estas palabras se esconde el misterio del bautismo, es necesario que aquellos
que son bautizados en Cristo sean bautizados en su muerte y sean también
sepultados con Él, y con Él resuciten de la muerte al tercer día. Cuando, por
tanto, tú hayas recibido el misterio del tercer día, entonces Dios comenzará a
guiarte y a mostrarte el camino de la salvación.
Orígenes (siglo III)
Orígenes (siglo III)
Victoria sobre la Muerte
La
Pascua verdadera es la abstinencia del mal, el ejercicio de la virtud y el paso
de la muerte a la vida. Es esto lo que se aprende de la imagen antigua.
Entonces se esforzaban en pasar desde Egipto a Jerusalén; ahora nosotros nos
esforzamos en pasar de la muerte a la vida. Entonces, del Faraón a Moisés;
ahora, del diablo al Salvador.
Ayunamos
pensando en la muerte, para poder después vivir. Vigilamos sin tristeza, pero
más bien como gente que espera al Señor que vuelve del banquete, para volverse
a encontrar entre nosotros y anunciar cuanto antes el signo de la victoria
sobre la muerte.
San Atanasio (siglo IV)
San Atanasio (siglo IV)
A Pan y Agua
Los
seis días de la Pascua transcurren para todos a base de comer sólo pan, sal y
agua, al atardecer. Los más piadosos prolongan el ayuno hasta dos, tres y
cuatro días, y algunos toda la semana, hasta el canto del gallo, al despuntar
el domingo, vigilando todos los seis días y celebrando las asambleas en los
seis días y en toda la Cuaresma, de la hora nona a la de vísperas. En algunos
lugares se hace la vigilia en la noche que sigue a la feria quinta, hasta el
despuntar de la Pascua, y en la noche del domingo.
San Epifanio (siglo IV)
San Epifanio (siglo IV)
«Como entre nosotros»
El
sábado se prepara la vigilia pascual en la iglesia mayor, es decir, en el
Martyrium. La vigilia pascual se desarrolla como entre nosotros; además, aquí
sólo se da el hecho de que los neófitos, una vez bautizados y puesta la vestidura
blanca, son conducidos enseguida, apenas salidos de la fuente, a la Anástasis
(lugar de la celebración eucarística), junto con el obispo. El obispo traspasa
las puertas de la Anástasis; se recita un himno y el obispo pronuncia una
oración para ellos; luego retorna con ellos a la iglesia mayor, donde el pueblo
está en vigilia. Aquí se hace lo mismo que entre nosotros y, después de la
oblación, tiene lugar la despedida. Después de la despedida, que sigue a la
vigilia en la iglesia mayor, inmediatamente, al canto de himnos, se nos conduce
a la Anástasis. Aquí se lee de nuevo el pasaje evangélico de la resurrección,
se hace una plegaria y el obispo repite la oblación. La vigilia concluye aquel
día a la misma hora que entre nosotros.
Del Itinerario de Egeria (siglo IV)
Del Itinerario de Egeria (siglo IV)
«Mis hermanos y señores»
Estos
días, como todos saben, nosotros celebramos la Pascua, y en ellos se canta el
Aleluya. Debemos, sin embargo, hermanos, poner mucha atención para comprender
con el alma aquello que celebramos visiblemente. Pascua es una palabra hebrea
que significa paso; en griego [suena] pásjein, padecer, y en latín pascere, en
el sentido con que se dice: Apacentaré a los amigos. ¿Quién es el que celebra
la Pascua sino quien pasa de la muerte de los propios pecados a la vida de los justos,
como dice el Apóstol: Hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los
hermanos? ¿Quién es el que celebra la Pascua sino quien cree en Aquel que ha
padecido en la tierra, para reinar con Él en el cielo? ¿Quién es el que celebra
la Pascua sino quien apacienta en los hermanos a Cristo? Él, en efecto, ha
dicho de los pobres: Quienquiera que lo haya hecho a uno de los míos más
pequeños, me lo ha hecho a mí. Cristo está ascendido en el cielo y es indigente
en la tierra; interpela al Padre por nosotros y aquí abajo pide el pan desde
nosotros. Por eso, mis hermanos y señores, si queremos celebrar una Pascua
saludable, pasemos de los pecados a la justicia, padezcamos por Cristo,
apacentemos en los pobres a Cristo.
«En los años anteriores, el Señor, celebrando
la Pascua, comió el cordero pascual inmolado
por los judíos. Pero una vez que hubo predicado
el Evangelio, Él mismo se convirtió
en el Cordero de Dios»
«¿Quién es el que celebra la Pascua
sino quien cree en Aquel que ha padecido
en la tierra, para reinar con Él en el cielo?»
San Agustín (siglo IV)
Fuente:
ACI Prensa






