La verdadera devoción a María, no se queda en Ella, sino nos conduce hacia Dios
A la Virgen María Dios le ha concedido un poder muy especial, capaz de vencer
al demonio y de convertir los corazones. Los católicos lo sabemos y por ello
nos acogemos confiados a su guía y protección. Pero hay muchas personas que no
lo saben, y lamentablemente se pierden de su maternal intercesión.
Por eso, y aprovechando que vamos a iniciar el mes
de mayo, mes tradicionalmente mariano, vale la pena recordar al menos
siete razones de nuestra devoción a María.
1.- María es Madre de Jesucristo.
Lo dice en la Biblia (ver Mt 1,16.18; 2, 11; Lc 1,
42-43).
2.- María vive en el cielo, al lado de su Hijo.
Los católicos creemos que fue asunta al cielo en
cuerpo y alma, pero para quienes no aceptan lo que no está en la Biblia (aunque
la propia Biblia no pide eso), hay un argumento bíblico: Jesús afirma que “para
Dios todos viven, porque no es un Dios de muertos sino de vivos” (Lc 20, 38),
así que María está viva y en el cielo.
3.- María nos comprende y nos ayuda.
Como ser humano, como mujer, nos comprende
perfectamente. Y los Evangelios la muestran siempre atenta a las necesidades de
los demás y siempre dispuesta a ayudar: por ej: en cuanto se entera de que su
anciana prima está embarazada, va presurosa a apoyarla (ver Lc 1, 36.39-40), y
en cuanto se da cuenta de que en cierta boda faltaba el vino, avisó a Jesús (ver
Jn 2, 3).
4.- María es nuestra Madre.
Desde la cruz, Jesús encomendó a María al discípulo
amado (ver Jn 19, 25-27), y en él, a todos
nosotros.
5.- María intercede por nosotros.
No acudimos a Ella como si fuera diosa, nuestra
devoción no es idolatría. Le pedimos, como en el Avemaría que ‘ruegue por
nosotros’, a ¿quién? a Dios.
En revelaciones y apariciones como la de la Virgen de
Guadalupe, María nos ha declarado su amor maternal y ofrecido su intercesión.
En la Biblia dice que “hay un solo mediador entre Dios y los hombres: Cristo
Jesús” (1 Tim 2, 5), pero ello no quita que María pueda interceder por
nosotros ante su Hijo, al igual que tú o yo podemos orar por otros, como pide
la Biblia (ver St 5, 16; 1 Tim 2, 1)
6.- María obtiene de Jesús cuanto le pide.
En el Antiguo Testamento vemos que la mujer más
poderosa de un reino no era la esposa del rey (solían tener muchas), sino su
madre (ver, por ej: 1Re 1). En el Evangelio vemos que también María, Madre del
Rey, tiene el poder de obtener de su Hijo lo que le pide. En la boda de Caná,
Jesús acepta intervenir, sólo porque Su Madre se lo pidió (ver Jn 2, 6-11).
Hay quien dice que Jesús no tenía consideración a
María porque en dos ocasiones la llamó ‘mujer’ en lugar de ‘mamá’, a lo que
cabe responder que, como judío, Jesús sin duda cumplió el mandamiento de honrar
al padre y a la madre (ver Ex 20, 12). Llamar a María ‘mujer’ no era señal de
desprecio, todo lo contrario, era encumbrarla a una posición universal,
expresar que Ella es la nueva Eva, y que si por una mujer, Eva, nos vino el
pecado y la muerte, por otra ‘mujer’, María, nos viene la redención, por medio
de su Hijo.
7.- María nos lleva hacia Dios.
La verdadera devoción a María, no se queda en Ella,
sino nos conduce hacia Dios. María no quiere nada para sí, Ella nos presenta a
Jesús y siempre nos pide: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5). Acercarnos a
Ella es acercarnos a Él, amarla para amarlo a Él.
Por Alejandra María Sosa