La
respuesta católica a la ideología de género
Muchos consideran hoy que la diferencia entre
hombre y mujer no es algo natural sino una construcción social, que cada uno
puede decidir lo que es. Esto provoca muchas dudas de identidad. ¿Tiene la
Biblia alguna respuesta?
La Sagrada
Escritura muestra una estructura natural y bipolar de los seres humanos. Cada
persona es una criatura diseñada por Dios por amor, a imagen suya, destinada
por tanto al amor. La sexualidad es una manera de realizar ese amor y abarca
toda la persona: el cuerpo, el sentimiento y el espíritu.
Aquí algunas
luces para aclarar dudas sobre la identidad sexual, extraídas del documento Varón y mujer los creó,
publicado el 10 de junio de 2019 por la Congregación vaticana para la Educación
Católica.
1. El ser humano posee una
naturaleza que debe respetar y que no puede manipular a su antojo
La Biblia
indica que la persona ha sido creada por Dios, no se ha inventado a sí misma.
Existe un
fundamento previo de nuestro ser, más allá de nuestra percepción subjetiva del
mismo. Algo común a todos los seres humanos que los caracterizan y diferencian.
¿Acaso la naturaleza humana no consiste al final en amar?
2. Dios creó al ser humano varón y mujer
“Dios creó
al hombre a su imagen […], varón y mujer los creó“, está escrito en el
Génesis (1, 27).
La diferencia
sexual tiene una raíz que va más allá de lo físico: hombre y mujer son las dos
formas en que se expresa y se realiza la realidad ontológica de la persona
humana. La relación vivificante entre el hombre y la mujer los pone en una
unión íntima con Dios.
3. La naturaleza humana pasa por la unidad del alma y el
cuerpo
En la configuración del propio modo de ser, femenino o
masculino, confluyen factores
biológicos o genéticos. Pero no sólo. También múltiples elementos que tienen
que ver con el temperamento, la historia familiar, la cultura, las experiencias vividas, la formación recibida, las influencias de amigos,
familiares y personas admiradas, y otras circunstancias concretas que exigen un
esfuerzo de adaptación.
4. Sólo el encuentro con el “tú” abre el “yo” a sí mismo
La persona
humana llega a ser ella misma sólo a partir del otro; el “yo” llega a ser él
mismo sólo a partir del “tú” y del “vosotros”; está creada para el diálogo,
para la comunión.
La identidad
personal -que incluye la identidad sexual- madura auténticamente en el momento
en que está abierta a los demás.
Para saber
quién eres, entonces, será más útil responder a preguntas en las que están
implicados los demás que a otras únicamente relacionadas con uno mismo. Por
ejemplo, ¿cuál es mi aportación original? mejor que ¿cómo cumplo mejor mis
deseos?
5. La familia también está preestablecida por la creación
La familia es
el lugar natural en donde la relación de reciprocidad y comunión entre el
hombre y la mujer encuentra su plena actuación.
En ella, el
hombre y la mujer unidos en la elección libre y consciente del pacto de
amor matrimonial, realizan una totalidad en la que entran todos los
elementos de la persona: reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del
sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad. La
familia es una realidad antropológica, y, en consecuencia, una realidad social,
de cultura.
La decadencia
de la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza y a una
serie de numerosos otros problemas sociales que azotan de forma
desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos.
Fuente:
Aleteia






