Ese
diálogo, aseguró el Papa, es el mejor remedio al “Síndrome de Babel”
El
Papa Francisco invitó a las facultades de teología a reforzar la convivencia
pacífica y el diálogo entre culturas y religiones, en concreto, con el judaísmo
y el islam: “los estudiantes de teología deberían ser educados en el diálogo
con el judaísmo y con el islam”, afirmó.
El
Santo Padre realizó esta declaración este viernes 21 de junio en Nápoles,
Italia, donde pronunció el discurso conclusivo del encuentro sobre la teología
después de la “Veritatis gaudium” en el contexto del Mediterráneo, celebrado en
la Pontificia Facultad Teológica de Italia Meridional.
Ese
diálogo, aseguró el Papa, es el mejor remedio al “Síndrome de Babel”. “Pensamos
que el Síndrome de Babel es la confusión que se origina en el no comprender
aquello que el otro dice. Ese es el primer paso, pero el verdadero Síndrome de
Babel es no escuchar aquello que el otro dice y creer que yo sé aquello que el
otro piensa y aquello que dirá. Esto es la peste”.
Los
teólogos, indicó Francisco, “deben ser hombres y mujeres de compasión,
afectados por la vida de los oprimidos, de las esclavitudes de hoy, de las
heridas sociales, de las violencias, de las guerras y de las enormes
injusticias que padecen muchos pobres que viven en las costas de este mar
común”.
En
su discurso, de algo más de 40 minutos, el Papa afirmó que “el Mediterráneo es,
desde siempre, un lugar de tránsito, de intercambio y, en ocasiones, también de
conflictos. Este lugar hoy nos plantea una serie de cuestiones, con frecuencia
dramáticas”.
Entre
esas preguntas, el Papa planteó: ¿Cómo mantenernos seguros en la única familia
humana? ¿Cómo alimentar una convivencia tolerante y pacífica que se traduzca en
fraternidad auténtica? ¿Cómo hacer prevalecer en nuestra comunidad la acogida
al otro y de quien es diferente de nosotros porque pertenece a una tradición
religiosa y cultural diferente a la nuestra? ¿De qué modo las religiones pueden
ser caminos de fraternidad en vez de muros de separación?”.
A
estas preguntas, el Pontífice añadió una más en el ámbito de la teología: ¿Qué
teología es adecuada en este contexto? “Diría que la teología, particularmente
en este contexto, está llamada a ser una teología de acogida y a desarrollar un
diálogo auténtico y sincero con las instituciones sociales y civiles, con los
centros universitarios y de investigación, con los líderes religiosos y con
todas las mujeres y hombres de buena voluntad para la construcción en paz de
una sociedad inclusiva y fraterna y para la protección de la creación”.
El
Papa Francisco también expuso algunos ejemplos de diálogo para una teología de
la acogida. Explicó que la palabra “diálogo” “no es una fórmula mágica, sino
que ciertamente la teología recibe una ayuda en su renovación cuando se asume
el diálogo seriamente, cuando se promueve y favorece entre docentes y
estudiantes, asó como entre otras formas del saber y entre las religiones,
sobre todo con el judaísmo y el islam”.
Por
ello, hizo hincapié en que “los estudiantes de teología deberían ser educados
en el diálogo con el judaísmo y con el islam para comprender las raíces comunes
y las diferencias de nuestras identidades religiosas, y contribuir así de forma
más eficaz a la edificación de una sociedad que aprecie la diversidad y
favorezca el respeto, la fraternidad y la convivencia pacífica”.
“Con
los musulmanes estamos llamados a dialogar para construir el futuro de nuestras
sociedades y de nuestras ciudades; estamos llamados a considerarlos socios para
construir una convivencia pacífica, también cuando se verifican episodios
violentos obra de grupos fanáticos enemigos del diálogo, como sucedió con la
tragedia de la pasada Pascua en Sri Lanka”.
Por
ello, “formar a los estudiantes en el diálogo con los hebreos implica educarlos
en el conocimiento de su cultura, de su modo de pensar, de su lengua, para
comprender mejor nuestra relación en el ámbito religioso”.
En
este sentido, señaló que “en las facultades teológicas y en las universidades
eclesiásticas se deben promover los cursos de lengua y cultura árabe y hebrea,
y el conocimiento recíproco entre estudiantes cristianos, hebreos y
musulmanes”.
Otro
concepto definido por el Santo Padre en su discurso es el de “teología de la
escucha”, que “significa escuchar también la historia y el rostro de los
pueblos que se asoman al espacio mediterráneo para poder descifrar los sucesos
que vinculan el pasado con el hoy, y poder asumir sus heridas junto con su
potencialidad”.
Recordó
que “el Mediterráneo, precisamente, es el mar del mestizaje, un mar
geográficamente cerrado a los océanos, pero culturalmente siembre abierto al
encuentro, al diálogo y a la recíproca culturalización”.
El
Papa reflexionó en su discurso sobre una última pregunta: “¿cuál es, por lo
tanto, la misión de la teología tras la ‘Veritatis gaudium’ en el contexto del
Mediterráneo?”. En su respuesta, Francisco señaló que la teología “debe
sintonizar con el Espíritu de Jesús Resucitado, con su libertad de acudir a las
periferias, también las del pensamiento”.
En
ese contexto, “a los teólogos les corresponde la misión de favorecer siempre de
forma nueva el encuentro de las culturas con las fuentes de la Revelación y de
la Tradición”.
Para
ello, abogó por una necesaria libertad teológica, ya que “sin la posibilidad de
experimentar caminos nuevos no se crea nada nuevo, y no se deja espacio a la
novedad del Espíritu del Resucitado”.
En
definitiva, “es indispensable dotarse de estructuras ligeras y flexibles, que
manifiesten la prioridad dada a la acogida y al diálogo, al trabajo inter y
trans disciplinar en red. Los estudiantes, las organizaciones internas, el
método de enseñanza, el ordenamiento de los estudiantes debería reflejar la
fisionomía de la Iglesia en salida”.
El
Papa Francisco finalizó su discurso señalando que “la teología después de
‘Veritatis gaudium es una teología kerygmática, una teología de discernimiento,
de misericordia y de acogida que se pone en diálogo con la sociedad, las
culturas y las religiones para la construcción de la convivencia pacífica de
personas y de pueblos”.
Fuente:
ACI Prensa