El
Padre Justin cuenta su vocación y agradece a la Fundación CARF por becar sus
estudios en la Ciudad Eterna
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| Fr. Justin Chukwunonso Nzekwe |
“En el espíritu del documento del Vaticano II, Optatam Totius, puedo admitir plenamente que
mi familia fue en realidad el primer seminario para mí. Nací y crecí en una
familia muy católica, y a eso le debo el éxito del camino que condujo a mi
sacerdocio. Mi madre era un miembro devoto de la Sociedad Bíblica Católica y mi
padre acudía diariamente a misa. Recuerdo estar yendo con mi padre a las misas de
la mañana y a la de domingo a una edad muy temprana. También tengo dos hermanos
y seis hermanas que están muy cerca de Dios. En nuestra familia, rezábamos
oraciones matutinas y oraciones nocturnas juntos todos los días, y nadie se
perdía este encuentro sino tenía buenas razones.
A una edad
muy temprana les comuniqué a mis padres mi deseo de ser sacerdote por el
ejemplo que vi en mi entonces párroco. Después de considerar mi gran celo por
ser sacerdote a esa edad, mis padres ahorraron algo de dinero de sus escasos
recursos y me enviaron al seminario menor a la edad de diez años.
Con tal decisión, comenzó el largo viaje hacia mi sacerdocio. En el seminario
menor, recibí formación espiritual y académica por tres años en la sección
junior y otros tres años en la sección senior.
Año
espiritual
La segunda etapa de mi formación en el
seminario se denominó el “año espiritual”. Fue uno de los años más
significativos en mi proceso de formación. En esta etapa, profundizamos en
nuestros conocimientos académicos, pero sobre todo, tomamos muy en serio
la vida espiritual.
Fue un año de
oración intensiva y una decisión difícil sobre si continuar el camino hacia el
sacerdocio. No se nos permitió ir a casa a menudo en esta etapa, pero fuimos
entrenados para pasar horas de oraciones y adoración con el Señor.
Teníamos 15
minutos de Lectio Divina cada
mañana, durante los cuales nos iban enseñando cómo leer la Biblia y
familiarizarnos con la Palabra de Dios. Más significativo en esta etapa de mi
formación fue la “investidura”. Desde los siete años en que ingresé en el
seminario, usé uniforme escolar. Con la investidura, fuimos investidos
ceremoniosamente con una sotana blanca y un sobrepelliz, y
desde ese día comenzó mi camino en el seminario mayor.
Trabajamos
muy duro para lograrlo, y cuando conseguimos la sotana, comenzamos a aprender a
ser sacerdotes: vivir como un sacerdote, caminar como un sacerdote, hablar como
un sacerdote e incluso comer como un sacerdote. La sotana blanca era simbólica,
nos recordaba la naturaleza de nuestro llamado y lo impecable que debíamos de
ser.
Años
impactantes
Los años de seminario mayor fueron
impactantes y me abrieron la mente, estudié filosofía y otras materias
seculares en la primera etapa, y teología en la segunda etapa en el famoso Bigard
Memorial Seminary de Enugu, Nigeria. Fue un momento para
equilibrar la alta espiritualidad que había adquirido a lo largo de los años
con una sólida formación académica.
Entré en
contacto con mi primera crisis de vocación seria después de mis años de
filosofía, cuando me encargaron un trabajo pastoral habitual de un año en el seminario
diocesano menor, para enseñar y participar en la formación de seminaristas
menores. En momentos de dificultad, Dios tiene que dirigir nuestra vida. Recé
mucho para experimentar el mejor discernimiento posible. Creo totalmente que mi
vida, es una vida de gracia.
Soy un amante
de la Adoración Eucarística, y pasé mucho tiempo durante este período con el
Señor en la Eucaristía. Le pedía que se hiciera en mí la voluntad de Dios
también a través de la poderosa intercesión de nuestra Madre María. Pedí a mi
familia que rezara por mí. Durante este tiempo, algunos amigos abandonaron el
seminario porque no tenían vocación y me afectó.
Sin embargo,
a través de las oraciones y la intercesión de la Santísima Virgen María, salí
de la crisis más fuerte y victorioso. Finalmente elegí vivir en la casa del
Señor todos los días de mi vida. Y pasé los últimos cuatro años en el seminario
como estudiante de teología más centrado y resuelto. Estaba decidido y listo
para acoger el sacerdocio sin mirar atrás. Tomé mis estudios seriamente, pero
aún más seriamente tomé mi vida de oración.
Estoy muy agradecido a mis
formadores y a mis directores espirituales que jugaron un gran papel en mi
formación en el seminario.
Después de nuestros estudios en el
seminario mayor, los seminaristas fuimos enviados a diferentes parroquias para
realizar labores pastorales según la tradición de mi diócesis y más tarde,
fuimos ordenados diáconos.
El retiro de una semana antes de mi
ordenación diaconal fue grandioso. Fue espiritualmente enriquecedor. Todavía recuerdo
cuánto recé la última noche antes de mi ordenación, y lo conmovedor que era
cuando saludé a mis padres después de que me entregaran al obispo según la
costumbre de nuestra iglesia local.
“Soy
un sacerdote de Dios”
Mi vida nunca se volvió igual después, mi
amor por la Iglesia de Dios se hizo más fuerte, pero más especialmente mi amor
por Dios. Mi ordenación sacerdotal también tomó un proceso similar. Toda la
gloria a Dios, finalmente soy un sacerdote de Dios.
Fui enviado a
una parroquia como vicario parroquial y profesor en la escuela secundaria
parroquial, después de mi ordenación. Desarrollé el pasatiempo de escribir
cuando era seminarista, y también he publicado un par de libros. No dejé de
leer, como sacerdote, y mi amor por la enseñanza también creció.
Trabajé con
los jóvenes y con toda la parroquia en general y la experiencia fue
enriquecedora. Dos años y pico después de mi ordenación, el
obispo decidió enviarme a Roma para continuar mis estudios y
poder servir probablemente en el seminario mayor después de mis estudios. Estoy
agradecido por su apoyo y asistencia, y más agradecido a él por elegirme como
beneficiario de este fondo de becas que actualmente hace posible mis estudios
teológicos.
Centro
Académico Romano Fundación CARF, nació en 1989, y ayuda
fundamentalmente a la formación integral de sacerdotes y seminaristas de la
Universidad Pontificia de la Santa Cruz (PUSC), de las Facultades de Estudios
Eclesiásticos de la Universidad de Navarra (UNAV) y de los Colegios Eclesiásticos
Internacionales Sedes Sapientiae y Bidasoa.
Por CARF Centro Académico Romano Fundación
Fuente:
Aleteia






