Con
estas oraciones, nos concederá sus gracias y nos ayudará en todo
Cuando estamos físicamente cerca de alguien a
quien amamos, lo natural es hablar con esa persona. No siempre, claro, ya que
las personas que se aman pueden estar juntas cómodamente en silencio. Sin
embargo, sería extraño pasar un día entero o incluso varias horas sin decir
nada a un ser querido que tenemos al lado.
Los santos
aplican este mismo principio a Dios. Él está próximo a nosotros, hablando a
nuestros corazones, y nosotros deberíamos responder.
Nuestras palabras pueden ser tan sencillas como cualquier saludo o intercambio
que haríamos con unos padres, unos hijos, una pareja o unos hermanos en la misma
habitación que nosotros.
“Jesús, confío en ti”, es un ejemplo. O simplemente “Abba”.
También puede ser una hermosa oración “Jesús, sé Jesús en mi vida”, o “Jesús,
María y José, os amo. Salvad almas”.
Estas breves
oraciones brotarán de forma natural de nuestros corazones si vivimos en la consciencia de
que estamos
de forma constante e indefectible en la presencia de Dios.
Aunque no nos
sea posible tener esa consciencia en primera línea de nuestra mente
constantemente, con práctica sí podremos ser más conscientes de la cercanía de
Dios en muchísimos momentos a lo largo del día.
“Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. Vivimos
como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no
consideramos que también está siempre a nuestro lado”, dijo san Josemaría
Escrivá.
Es preciso convencerse de que Dios está
junto a nosotros de continuo.
En la larga
tradición de la Iglesia, se le han dado varios nombres a estas breves
oraciones, a estos pequeños saludos que dedicamos
a Nuestro Señor a lo largo del día. Se les llama aspiraciones u oraciones jaculatorias (del
latín “relativo al lanzamiento”) o también oraciones “flecha”.
Esta última
designación la empleaba el Padre Pío al describir estas oraciones breves, espontáneas
y fervorosas. Decía que eran como “flechas que hieren el corazón de Dios”.
Además, el querido santo italiano afirmó
que las oraciones “flecha” tienen un poder especial a la hora de traer sobre
nosotros la gracia de Dios.
…esta palabra no es exagerada en este caso…
En un escrito
de diciembre de 1914, el Padre Pío afirmó que no era una exageración afirmar
que Dios está obligado a
responder a estas oraciones. Según escribió:
Les insto a
que renueven continuamente la intención correcta que tenían al principio y a
que ocasionalmente reciten oraciones jaculatorias. Esas oraciones son como
flechas que hieren el corazón de Dios y le obligan —y esta palabra no es
exagerada en este caso—, le obligan, les digo, a concederles sus gracias y su
ayuda en todo.
Kathleen Hattrup
Fuente: Aleteia