Decir esa frase es algo que hay que alabar, siempre y cuando se haga bien
En ciertos
lugares, muchos fieles tienen la costumbre de, al terminar de confesar sus
pecados, añadir “y me acuso de
todos los pecados olvidados”. Esto es algo que hay que alabar,
siempre y cuando se haga bien. Sin embargo, hoy quiero mencionarte dos riesgos
de esta “práctica”.
1. No hacer bien el examen de conciencia
Uno de los 5 pasos para hacer una buena confesión
es haber hecho bien el examen de conciencia, esto es, examinar bien en qué le
hemos fallado a Dios. Por lo tanto, si has hecho bien el examen de conciencia,
pero al momento de confesar, algún pecado se te olvidó, está bien añadir dicha
frase. Ahora bien, si esa frase (“me
acuso de todos los pecados olvidados”) es sólo para justificar de
no haber preparado la confesión, sería un grave error. El primer riesgo
entonces es que nos lleve a una pereza espiritual, de no preparar bien la confesión.
2. Vergüenza de los pecados
Otro riesgo de utilizar dicha frase sería el hecho
de tener algún pecado que me da pena que el sacerdote lo escuche, y por lo
tanto prefiero omitirlo con la frase “y me acuso de todos los pecados olvidados”. Nunca debemos
olvidar que la confesión es “quedar mal” con el sacerdote para quedar “bien”
con Dios,” y no al revés. Entonces, si “para quedar bien” con
el sacerdote decido omitir voluntariamente un pecado, esa confesión sería
inválida.
En
síntesis, no hay problema en utilizar dicha frase si te has examinado y
esforzado en preparar la confesión, pero por diversos motivos al momento de
confesarte se te olvida algún pecado. Sin embargo, sería un grave error que por
no preparar la confesión o por pena al sacerdote que me confiesa decida emplear
“y me acuso de todos los pecados olvidados”.
Por: P. Samuel Bonilla
Fuente:
PadreSam.com






