San
Leandro la crearía para su hermana
Durante
la Edad Media fueron muchos los monasterios femeninos fundados en toda la
geografía europea. La gran mayoría adaptaban las reglas monásticas masculinas
excepto algunos en los que se aplicaron reglas escritas específicamente para
ellas. Tal fue el caso de la regla creada por San Leandro de Sevilla para su
hermana, Santa Florentina de Cartagena.
Se desconocen muchos datos
claves de la biografía de Santa Florentina pero su historia es importante por
el legado monacal que dejó en la España visigoda del siglo VI. Hija de una de
las muchas familias católicas de origen hispano romano, era la tercera de cinco
hermanos. Excepto Teodosia, San Leandro, San Isidoro y San Fulgencio se
conocen, junto con Santa Florentina, como los Cuatro Santos de Cartagena. En esta
ciudad nacieron y crecieron en la fe católica, mayoritaria en aquella España
visigoda gobernada por una monarquía arriana.
En un momento indeterminado,
la familia se trasladó a vivir a Sevilla, donde Leandro e Isidoro harían
carrera eclesiástica hasta llegar a ostentar el cargo de arzobispo mientras que
Fulgencio fue obispo de varias ciudades. Florentina decidió abrazar la vida
monástica, muy probablemente en un convento de Écija. Su hermano Leandro
redactó para ella y las religiosas de su comunidad una regla conocida como la Regla de San Leandro o Sobre la institución de las vírgenes y el
desprecio al mundo. El texto fue escrito hacia el 580, casi una década
antes de que en el III Concilio de Toledo el rey visigodo Recaredo abjurara del
arrianismo y adoptara el catolicismo.
En el texto de San Leandro,
instaba a su hermana y a todas las mujeres piadosas de su convento a que
buscaran la virtud en la virginidad y se cuidaran unas a las otras procurando
“aliviar a la hermana enferma con solicitud y delicada atención”. A lo largo de
la regla, su hermano le apuntaba algunas pautas a seguir en el día a día como
alejarse del mundo seglar y por tanto de las personas que no fueran religiosas
así como huir de comportamientos poco adecuados. Ser piadoras, no calumniar o
alejarse de la soberbia, ser paciente y humilde son algunas de las indicaciones
que San Leandro le daba: “Gran desatino es la insolencia y el orgullo en una
virgen, de modo que la ira y la soberbia vengan a corromper su espíritu”.
San Leandro aludía a cuestiones
más mundanas como el vestido, el baño o la austeridad en el comer y el beber.
Sus horas debían estar dedicadas a la lectura y la oración: “Tu lectura ha de
ser asidua y oración continua. Tus horas y tareas deben estar distribuidas de
modo que a la lectura siga la oración, y a la oración siga la lectura”.
Sobre
la institución de las vírgenes y el desprecio al mundo, supone un testimonio único
de la vida monástica femenina en la Edad Media en el que podemos vislumbrar
como era la vida de aquellas religiosas que, como Florentina, se alejaron del
mundo para dedicar su vida a Dios.
Según muchos historiadores,
Santa Florentina fue una mujer culta, devota y entregada a la vida religiosa
que fue nombrada abadesa y fundó varios monasterios. Elevada a los altares, la
festividad de Santa Florentina se celebra el 20 de junio. Sus reliquias se
encuentran dispersadas por varias iglesias y catedrales de la geografía
española.
Sandra
Ferrer
Fuente:
Aleteia