Hay personas que devuelven a Dios al mundo y despiertan amor
por donde van, este niño fallecido por el cáncer era una de ellas
Tenía solo 9 años cuando murió, el pasado 31 de
julio en Ibiza, donde vivía con su familia. Los últimos 4 años había estado
luchando contra un cáncer que finalmente lo llevó al cielo, su verdadero hogar,
el lugar al que llevaba a las personas que se cruzaban con él.
Con una fuerza
interior extraordinaria, ha ayudado a centenares de
personas de todo el mundo a reavivar su relación con Jesús y con su madre la
Virgen María.
Algunas, sólo
con ver su foto en las redes sociales, volvían a rezar después de muchos años
sin haberlo hecho. A otras les daba fuerzas para afrontar sus dificultades o
para recuperar el sentido y la magia de cada vida…
En la sala de
espera para la quimio, al ver a los pacientes tan serios, les animaba y les
sonreía, y todos lo rodeaban y le buscaban agradecidos al terminar su sesión.
Pero ya antes
de caer enfermo, Álvaro era alguien especial. Cuando tenía tres años, iba
saludando a la gente por la calle, aun sin conocerla.
¿Y por qué?,
le preguntaban sus padres. Pues, respondía él, porque cuando les decía hola, se
ponían contentos, les cambiaba la cara, y eso es lo que quería él, para no
verlos serios y tristes.
En los últimos meses, cuando los tumores de su cabeza lo habían dejado casi
ciego y sordo, reunía todas sus energías para decirle a alguna persona que
acababa de conocer: “¡No sabes cuánto te quiero!”.
Quizás por eso la iglesia de la Santa Cruz
de Ibiza se quedó pequeña el miércoles pasado, para la celebración de su
funeral.
Álvaro
congregó en el templo a muchos familiares, amigos, autoridades, sacerdotes,…
unas 600 personas tocadas por su paso por este mundo, como un torbellino, breve
pero intenso, abriendo paso a la eternidad.
Al final de
la emotiva celebración, su papá agradeció a todos su acompañamiento en esos
momentos y recordó algunas anécdotas de Álvaro, que hicieron palpable
como desde que nació fue alguien especial, alegre, divertido, servicial, y muy
humano también, que no dejó a nadie indiferente, aunque lo hubiera visto una
sola vez.
Así, su padre
explicó que todos los mendigos de Ibiza eran amigos suyos, porque él siempre
les daba una moneda o hacía que sus padres compraran lo que necesitaban y
volvieran para dárselo.
Y recordó un
día en que el niño se acercó a una mujer que estaba en crisis. Ella llevaba
tiempo pidiéndole a Dios que la guiara porque no sabía lo que tenía que hacer.
Álvaro, sin
saberlo, le dijo: “Tú eres una buena persona y Dios quiere que hagas felices a
los demás”. La señora se acercó a la madre de Álvaro y le dijo: “¡Tu
hijo me ha salvado! Encontré lo que había estado buscando durante años; ¡ahora
sé por él… que Dios me quiere!”.
Esto pasó en
el restaurante del hospital San Juan de Dios de Barcelona, al que la familia
está profundamente agradecida, no sólo por la gran profesionalidad del personal
médico, sino también por la desmesurada acogida de la congregación, que siempre
los recibió con afecto y atención.
En el viaje
de Álvaro a Barcelona para su primera intervención quirúrgica, la familia
conoció “por casualidad” en el aeropuerto a Virginia de la Rosa, quien les
habló de la Virgen de Schoenstatt, que desde entonces les
ha acompañado.
La familia se
vinculó mucho a ella -la llevó a Ibiza y la entronizó en la escuela donde
trabajan los padres de Álvaro- y empezó a pedir el milagro de su curación por
intercesión del fundador de Schoenstatt, el padre José Kentenich.
Esta oración
se extendió por todo el mundo como una corriente espiritual de gran fuerza
impulsada por Álvaro, a quienes muchas personas afirman considerar como a su
propio hijo.
Porque han
vivido a través suyo experiencias espirituales intensas, coincidencias
inexplicables que les han encaminado a Dios, sentimientos puros y nobles que
las han llevado a ser mejores,… ¡tantos secretos que conoce cada persona que le
conoció o supo de él de alguna manera!
La batalla
contra el cáncer se perdió esta vez. Álvaro falleció. Pero no puede
considerarse una derrota el impulso espiritual iniciado con este poderoso niño
a quienes ya muchos se encomiendan convencidos de que les espera en el cielo..
“Alvaro nos
pidió que no dejáramos de rezar”, recuerda Virginia, y por eso seguirá animando
los grupos virtuales iniciados para pedir
su curación, ahora como comunidades que rezan por todos los enfermos y las
necesidades de sus familias. “Sabemos que Álvaro desde el cielo nos estará
mirando -dice- y muy contento estará de que le hemos escuchado”.
Patricia Navas
Fuente:
Aleteia






