Mons.
Fisechella inicia la catequesis con el texto de Hechos 8, 26-40, donde aparecen
como protagonistas Felipe y el etíope
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| Festival de la juventud en Medjugorje |
Mons.
Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la
Nueva Evangelización, dirige a los jóvenes presentes en Medjugorje la
catequesis “Los jóvenes nuevos evangelizadores”, con ocasión de la 30ª edición
del Festival de la Juventud
Mons.
Fisechella inicia la catequesis con el texto de Hechos 8, 26-40, donde aparecen
como protagonistas Felipe y el etíope. “En realidad, afirma el prelado, el
corazón de toda la historia es la acción de Dios que abre los corazones de los
dos para que se conviertan en anunciadores convencidos del Evangelio de
Jesucristo. Además de los personajes, por lo tanto, la primacía de Dios y la
persona de Jesucristo están fuertemente insertadas”.
Felipe y el Etíope
Seguidamente,
Mons. Fisichella expresa los rasgos característicos de cada personaje. Primero
el etíope: se dice que era “eunuco, alto funcionario de la corte de la reina
Candace y superintendente de todos sus tesoros”. En el relato aparece como “una
persona interesada en la religión”, y haciendo un paralelo, al igual que sucede
con muchos bautizados en la actualidad, “están interesados en las sagradas
escrituras, pero no encuentran quién se las explique en profundidad”.
El
texto de los Hechos de los Apóstoles, al igual que otros textos, nos “abren a
una visión más universal de la salvación”, por eso “El Evangelio es una
propuesta de libertad para todos. Es la salvación para aquellos que desean dar
pleno sentido a sus vidas y están dispuestos a abrir sus corazones para que
puedan ser transformados por el poder de la gracia”.
El
segundo personaje es Felipe. “Él es el nuevo evangelizador” a quien el Espíritu
llama a “no quedarse quieto (…) El nuevo evangelizador no es un hombre sentado
a la mesa (…) Por esta razón debe levantarse y ponerse en marcha (…) Debe salir
a la calle. Sólo allí podrá encontrar a alguien a quien podrá anunciarle el
evangelio (…) Se pone en camino, pero no es suficiente”.
El nuevo evangelizador
Mons.
Fisichella plantea, entonces, la metodología de evangelización de este relato
bíblico: “El primer rasgo es precisamente el de darse a conocer al
interlocutor. Este último lo invita a sentarse a su lado. La simpatía por el
receptor es un rasgo fundamental de la nueva evangelización. Cuando nos
acercamos a alguien debemos hacerlo con "gentileza" y
"respeto" sabiendo que estamos poniendo en juego su libertad”.
“Felipe,
por lo tanto, da un segundo paso: provoca al interlocutor”. Éste está leyendo
al profeta, pero no es capaz de entrar en las profundidades del texto y del
significado. Lo sabe muy bien, porque su pregunta es precisamente ésta: ¿a
quién se dirige y a quién se refiere?
Felipe
responde a la pregunta etíope con toda su convicción. Felipe expresa al etíope
el corazón y el centro de toda la historia antigua y de lo que se abre ante sus
ojos para el futuro. Cristo es el salvador, el cumplimiento de la promesa
antigua, el que carga los pecados del pueblo y que es sacrificado por nosotros.
Es fácil imaginar la pasión de Felipe al hablar de Jesús. Lo había conocido en
persona, le había traído a Nicodemo de noche, era su intérprete con los de
lengua griega... en resumen, Felipe es convincente y creíble.
Porque
Felipe fue convincente y creíble el etíope pide ser bautizado. “El desafío del
nuevo evangelizador es predicar con su vida para poder tocar el corazón y la
mente de su interlocutor” afirma Fisichella. “El bautismo atestigua que el
etíope tiene fe y cree en Cristo. Pero inmediatamente se convierte también en
evangelizador. El verdadero evangelizador, por lo tanto, es fructífero. Su obra
es verdadera y real cuando los que lo conocen se convierten en evangelizadores
a su vez”.
El Evangelio llegó a
África antes de llegar a Europa
Mons.
Fisichella afirma: “Una de las Iglesias más antiguas es precisamente la que
encuentra su lugar en África y la que ha dado a la Iglesia naciente testimonios
memorables de fe y martirio” (…) “La universalidad del Evangelio se
convierte en una expresión más fuerte y convincente de la profundidad de la
Palabra de Jesucristo, que todos encontramos y que a nadie excluye”.
“La
figura de Felipe y de los etíopes, por lo tanto, nos provoca a reflexionar no
poco sobre el significado de nuestro ser evangelizadores. Aprendamos de ellos a
ser obedientes a la voz del Espíritu. Pongámonos a disposición para dejar lo
que estamos haciendo y seguir sus instrucciones. Recorramos el camino para
alcanzar a aquellos que tienen deseo y anhelo de Dios. Les ofrecemos la Palabra
que salva y perdona. Una palabra que habla de Amor porque nos dirige a ver la
fuente misma del amor: Cristo, el Hijo de Dios encarnado, muerto y resucitado
por nosotros” insiste Mons. Fisichella.
Amor al creador y amor al
prójimo
Mons.
Fisichella subraya la importancia del amor en la evangelización: “El amor es
algo grande si se remonta a sus comienzos, si se le devuelve a su origen, si se
le devuelve a su fuente. Desde allí siempre se necesita comida para seguir
fluyendo. El amor es el único entre todos los movimientos del alma, entre
sentimientos y afectos, con el que la criatura puede corresponder al Creador,
aunque no en pie de igualdad; el único con el que puede corresponder a su
prójimo, ciertamente en pie de igualdad. Cuando Dios ama, no desea otra cosa
que ser amado”.
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del Vaticano
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