Es
bueno saber que incluso aquellos que se destacan en la santidad tienen que
luchar con sus nervios
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A veces, no importa lo que hayamos hecho para
evitarlo, la ansiedad nos supera. Puede ser la ansiedad pasajera de ver la
lista de “cosas por hacer” desbordada o los plazos inminentes. Puede ser algo
más serio, que requiere evaluación y asistencia profesional.
Pero sea cual
sea el tipo de ansiedad que podamos estar experimentando, es consolador saber
que incluso los santos tenían este problema.
Esto es lo
que San Francisco de Sales recomienda para evitar la ansiedad y encontrar la
paz.
No subestimes el problema
San Francisco creía que con la única excepción del pecado, la
ansiedad es el mayor mal que le puede pasar a un alma.
Probablemente
ya sepas que la ansiedad es un problema, pero puedes pensar que a Dios no le
importa mucho porque le importa más que evangelices, cumplas con tu deber o
reces. Después de todo, ¿no deberías preocuparte por los demás y no por ti
mismo?
San Francisco no estaría de acuerdo. Y Dios tampoco.
Nuestro Señor
ordenó que amemos a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Cuando estás
ansioso, amarte a ti mismo significa hacer lo que puedas para remediar la
ansiedad. No significa ignorarla en la creencia errónea de que a Dios le
importa poco. Él quiere que tengamos alegría al hacer su voluntad.
San Francisco
escribe:
Si nuestro corazón está conmovido y turbado
internamente, pierde la fuerza necesaria para mantener las virtudes que había
adquirido y los medios para resistir las tentaciones del enemigo.
Comprende la causa
Si bien es natural concentrarse en las
circunstancias que causan ansiedad, San Francisco cree que la causa puede ser
más profunda. Para él, la raíz de la ansiedad es “un deseo excesivo de ser
liberado de un mal presente o de adquirir un bien esperado”.
En otras
palabras, la ansiedad surge cuando deseamos algo demasiado. Nuestros deseos son
buenos, pero a veces pueden ser demasiado fuertes, lo que causa ansiedad. Este
punto es crucial porque convierte la ansiedad en algo sobre lo que podemos
tener algo de control, aunque no siempre se siente así.
Haga de la paz interior la prioridad
Cuando empiezas a reconocer que tu corazón
está ansioso, dice el santo:
búscalo antes de hacer cualquier otra cosa
y tráelo silenciosamente a la presencia de Dios, sometiendo todos sus afectos y
deseos a la obediencia y dirección de su voluntad divina.
4 pasos para recuperar la paz
Traer tu corazón a la presencia de Dios no
es una fórmula mágica, por supuesto. Pero, si seguimos estos cuatro pasos,
muchas veces la ansiedad disminuirá gradualmente.
1. Pide la
ayuda de Dios.
2. “Resuelve
no hacer nada en lo que tu deseo insista hasta que tu mente haya recuperado la
paz, a menos que sea algo que no se pueda posponer”.
3. “Debes
tratar de verificar la corriente de tus deseos con mansedumbre y calma”, lo
cual se hace mejor al aceptarlos tal como son.
4. “Si puede
revelar la causa de su ansiedad a su director espiritual, o al menos a algún
amigo fiel y devoto, puede estar seguro de que rápidamente encontrará alivio”.
Blake Robinson
Fuente:
Aleteia






