Un
milagro extraordinario que te dejará sin palabras
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Siempre es una gran alegría la llegada muy
esperada de un bebé a una familia. Así fue con Lucas (nombre imaginario). Su
mamá Silvia y su marido estaban muy contentos con el nacimiento de su tercer
hijo. Pero lamentablemente, apenas nació, el pequeño contrajo un virus letal.
Los médicos
comprendiendo su grave estado de salud, tuvieron que hacerle tres
cirugías de urgencia, pero Lucas no mejoraba. Y prepararon a
los padres para lo peor.
Silvia, muy
triste y desesperada, corrió a pedirle un milagro a Padre Pío,
santo de quien era muy devota y en cuyo honor había creado un grupo de oración
en su honor. También le rezó a la Virgen María, convencida de que como madre
escucharía sus plegarias.
A Lucas, por
la gravedad de su estado, lo pusieron en observación en un régimen restringido
de visitas. Sus padres podían verlo solo algunos minutos durante el día y a
través de un vidrio, situación que agravaba más el dolor de Silvia y de su
marido.
Entonces sucedió que un día que el padre fue a ver a su pequeño niño, sus
lágrimas se le escaparon al ver a Lucas tan sereno y tierno como si no
padeciera ninguna enfermedad. Era tan dulce como todos los
recién nacidos.
Con gran
tristeza le envía un beso a través del vidrio y se dirige a la puerta de
salida, mirando hacia el suelo, y encuentra una estampita de la Virgen
María Auxiliadora, cosa que le pareció extraña porque mantenían
el hospital siempre con una limpieza impecable.
Volvió sobre
sus pasos y le pidió a una enfermera que por favor pusiera la estampita en
la incubadora donde se encontraba Lucas. Ella amablemente
acepta su pedido.
Al salir del
hospital el papá sintió una insólita serenidad.
Le comentó lo sucedido a su esposa y ella esa misma noche sueña
con Padre Pío que sin hablarle sólo la miró y le sonrió.
Al día
siguiente los padres fueron convocados por los médicos, que les anunciaron que inexplicablemente
Lucas había mejorado tanto, que en pocos días podría ya estar en casa con sus
otros hermanos.
Al año
siguiente para agradecer a Padre Pío
el milagro de la vida de Lucas, los padres y el niño fueron a visitar
al santo a San Giovanni Rotondo.
Cuando llegan
a la iglesia, como siempre repleta de fieles, unos voluntarios sin conocerlos los hacen
pasar delante de toda la gente, para hacerlos llegar enseguida a la tumba del
santo.
En ese
momento llega un fraile capuchino anciano, bendice a la mamá y toma a
Lucas en sus brazos diciendo: “Finalmente me trajiste al niño del milagro,
pensé que nunca lo vería … y moriría sin poder darle un beso y una bendición
especial. Me hicieron esperar tanto, ya estaba preocupado. De
todas maneras hija, reza siempre y educa al niño de la mejor manera posible.
Tiene una gran misión en el mundo”.
Antes de
despedirse, el fraile regala a la madre una medalla, para que se la
ponga a Lucas, pidiéndole que nunca se la saque, porque lo protegerá siempre a
lo largo de su vida.
Sin darle
tiempo a Silvia que maravillada por lo sucedido, a hacerle ninguna pregunta,
saluda a los padres y se va.
Llegando a
casa el niño ve una estampita de Padre Pío, y comienza a llamarlo: “abuelito,
abuelito”. Su madre cariñosamente le explica que el señor en la imagen era
Padre Pío y no su abuelo, a lo que el niño la corrigió: “No, es el
abuelo, abuelo Pío”.
Padre Pío es
alguien muy especial que lleva la magia del amor a donde va…
Fuente: “Il mio Papa”, Año 6,
número 39, pag. 64-67