Discurso
del Papa
Audiencia con la
Unión Católica de la Prensa Italiana © Vatican Media
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El
Santo Padre invitó a los profesionales de la comunicación a no tener miedo “de
trastocar el orden de las noticias, de dar voz a los que no la tienen; de
contar la ‘buena noticia’ que genera la amistad social: no de contar cuentos,
sino buenas noticias reales; de construir comunidades de pensamiento y de vida
capaces de leer los signos de los tiempos”.
Hoy,
23 de septiembre de 2019, el Papa Francisco recibió en audiencia a los miembros
de la Unión Católica de la Prensa Italiana (UCSI), que celebran el 60
aniversario del nacimiento de dicho organismo.
En
primer lugar, el Papa los ha animado a continuar con su misión inspirada en “el
servicio de las personas, del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia”, siendo
“la linfa de las raíces que os vieron nacer: la fe, la pasión por la
historia de los hombres y el cuidado de las dimensiones antropológicas y éticas
de la comunicación”.
“Hablar al estilo
evangélico”
Por
otro lado, también los exhortó a ser “la voz de la conciencia de un periodismo
capaz de distinguir el bien del mal, las opciones humanas de las inhumanas”, ya
que hoy en la realidad existe una “mescolanza” en la que todo aquello no se
distingue.
Para
el Pontífice, este encargo también supone “ser libre ante el público: hablar al
estilo evangélico: ‘sí, sí’, ‘no, no’, porque lo demás viene del maligno (cf.
Mt 5,37)” y porque “vuestras palabras cuentan la historia del mundo y le dan
forma, vuestras historias pueden generar espacios de libertad o esclavitud, de
responsabilidad o de dependencia del poder”. Asimismo, consciente de que los
editores pasan la verdad “por el alambique de la conveniencia financiera”,
deseó que pudieran contribuir a “desenmascarar las palabras falsas y
destructivas”.
Por
último, además de recordar la importancia de “identificar fuentes creíbles,
contextualizarlas, interpretarlas y priorizarlas”, Francisco aludió a que el 12
de junio de 2010 la Iglesia proclamó beato al primer periodista laico, Manuel
Lozano Garrido, un profesional de la comunicación que arriesgó su vida por ser
cristiano durante la Guerra Civil española. Asimismo, animó a seguir su ejemplo
porque “en su ‘decálogo del periodista’ recomienda ‘pagar con la moneda de la
franqueza’, ‘trabajar el pan de la información limpia con la sal del estilo y
la levadura de la eternidad’ y no servir ‘ni pasteles ni platos picantes, sino
el buen bocado de la vida limpia y esperanzadora’”.
A
continuación sigue el discurso completo del Papa Francisco.
***
Discurso del Santo Padre
Queridos
hermanos y hermanas,
Os
doy la bienvenida con motivo del 60º aniversario de la Unión Católica de la
Prensa Italiana y agradezco a la Presidenta sus amables palabras. ¡Es valiente,
habla con fuerza!.
Os
habéis reunido para conmemorar una “vocación comunitaria” – fruto del sueño de
los fundadores – que es la de ser, como dice vuestro Estatuto, “una asociación
profesional y eclesial inspirada en el servicio de las personas, del Evangelio
y del Magisterio de la Iglesia”.
Os
animo a llevar a cabo esta misión yendo siempre a la linfa de las raíces
que os vieron nacer: la fe, la pasión por la historia de los hombres y el
cuidado de las dimensiones antropológicas y éticas de la comunicación. La
revista “Desk” y la página web, la escuela de formación de Asís y las múltiples
actividades en los territorios son los signos concretos de vuestro servicio al
bien común.
Para
renovar vuestra armonía con el Magisterio de la Iglesia, os exhorto a ser la
voz de la conciencia de un periodismo capaz de distinguir el bien del mal, las
opciones humanas de las inhumanas. Porque hoy hay una mescolanza que no se
distingue, y vosotros tenéis que ayudar para que no sea así. El periodista -que
es el cronista de la historia- está llamado a reconstruir la memoria de los
hechos, a trabajar por la cohesión social, a decir la verdad a toda costa:
también hay una parresia –es decir, un valor- del periodista,
siempre respetuosa, nunca arrogante.
Esto
significa también ser libre ante el público: hablar al estilo evangélico: “sí,
sí”, “no, no”, porque lo demás viene del maligno (cf. Mt 5,37). La comunicación
necesita palabras reales en medio de tantas palabras vacías. Y en esto tenéis
una gran responsabilidad: vuestras palabras cuentan la historia del mundo y le
dan forma, vuestras historias pueden generar espacios de libertad o esclavitud,
de responsabilidad o de dependencia del poder. Cuántas veces el
periodista quiere seguir este camino, pero detrás tiene un editor que le dice
“no, esto no se publica, esto sí, eso no” y se pasa toda esa verdad por el
alambique de la conveniencia financiera del editor, y se acaba por comunicar lo
que no es verdadero, lo que no es bello y que no es bueno.
De
muchos de vuestros predecesores habéis aprendido que sólo mediante el uso de
palabras de paz, justicia y solidaridad, creíbles gracias a un testimonio
coherente, se pueden construir sociedades más justas y solidarias. Por
desgracia, sin embargo, también se aplica lo contrario. Ojalá contribuyáis a
desenmascarar las palabras falsas y destructivas.
En
la era de la web, la tarea del periodista es identificar fuentes creíbles,
contextualizarlas, interpretarlas y priorizarlas. A menudo pongo este ejemplo:
una persona muere de frío en la calle y no es noticia y una caída de dos puntos
en la Bolsa la recogen todas las agencias (cf. Ap. Exhort. Evangelii
gaudium, 53). Hay algo que no funciona.
No
tengáis miedo de trastocar el orden de las noticias, de dar voz a los que no la
tienen; de contar la “buena noticia” que genera la amistad social: no de contar
cuentos, sino buenas noticias reales; de construir comunidades de pensamiento y
de vida capaces de leer los signos de los tiempos. Os doy las gracias porque ya
os esforzáis por trabajar por ello, incluso con documentos como Laudato
si’, que no es una encíclica ecológica, sino social, y promueve un nuevo modelo
de desarrollo humano integral: cooperáis para que se convierta en una cultura
compartida, -¡gracias!- como una alternativa a los sistemas en los que uno se
ve obligado a reducirlo todo al consumo.
Las
asociaciones como la vuestra, para seguir dando fruto, deben ser capaces de
reconocer con humildad y podar las “ramas secas”, que se han secado
precisamente porque con el tiempo han perdido el contacto con las raíces. Hoy
en día, actuáis en un contexto histórico y cultural radicalmente diferente de
aquel en el que nacisteis. Y mientras tanto, también se han desarrollado formas
más racionalizadas y centradas en la misión de la gestión asociativa: os animo
a seguirlas sin miedo y a reformaros desde dentro para ofrecer un mejor
testimonio.
Vuestro
camino está históricamente vinculado al de la Iglesia en Italia, y estáis
acompañados por algunos padres escritores de la Civiltá Cattolica que
son miembros de la Asociación. Ojalá sigáis contando con estas importantes
referencias.
El
12 de junio de 2010, la Iglesia proclamó beato al primer periodista laico,
Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo; vivió en los días de la Guerra
Civil española, cuando ser cristiano significaba arriesgar la vida. A pesar de
la enfermedad que le obligó a vivir veintiocho años en una silla de ruedas,
nunca dejó de amar su profesión. En su “decálogo del periodista” recomienda
“pagar con la moneda de la franqueza”, “trabajar el pan de la información
limpia con la sal del estilo y la levadura de la eternidad” y no servir “ni
pasteles ni platos picantes, sino el buen bocado de la vida limpia y
esperanzadora”. ¡Realmente un buen ejemplo a seguir!
Queridos
amigos, a vosotros y a vuestras familias os aseguro mi recuerdo en la oración.
Bendigo de corazón vuestra obra, para que sea fructífera. Y, por favor, no os
olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!.
Larissa
I. López
©
Librería Editorial Vaticana
Fuente:
Zenit