Mensaje
del Papa al director de la FAO
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© Flickr/FAO |
Con
respecto a la lucha contra el hambre y la desnutrición, el Papa Francisco
considera que “la primera preocupación ha de ser siempre la persona humana”
y que “cuando se ponga a la persona humana en el lugar que le corresponde”, “las
operaciones de ayuda humanitaria y los programas destinados al desarrollo
tendrán una mayor incidencia y darán los resultados esperados”.
Con
motivo del Día Mundial de la Alimentación, celebrado hoy, 16 de octubre de
2019, y cuyo tema este año es “Nuestras acciones son nuestro futuro. Una
alimentación sana para un mundo #HambreCero”, el Santo Padre Francisco ha
enviado al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, un mensaje.
Para
Francisco, esta Jornada Mundial de la Alimentación se hace eco cada año “del
grito de tantos hermanos nuestros que siguen sufriendo las tragedias del hambre
y la malnutrición” y el citado lema de 2019 “pone de relieve la distorsión del
binomio alimento/nutrición”.
Hábitos alimenticios
inadecuados
El
Papa resalta en su mensaje cómo “la comida deja de ser medio de subsistencia
para convertirse en cauce de destrucción personal. Así, frente a los 820
millones de personas hambrientas, tenemos al otro lado de la balanza casi 700
millones de personas con sobrepeso, víctimas de hábitos alimenticios
inadecuados” y muestra su preocupación por que en los países de renta baja “se
sigue comiendo poco y mal, copiando modelos alimenticios de las áreas
desarrolladas”.
Además,
advierte que a esta malnutrición se le asocian patologías como la diabetes,
enfermedades cardiovasculares y otras formas de enfermedades degenerativas,
tales como la anorexia y la bulimia.
Ante
esta realidad, el Pontífice señala que es necesaria, “una conversión de nuestro
modo de actuar, y la nutrición es un punto de partida importante, pues vivimos
gracias a los frutos de la creación (cf. Sal 65,10-14; 104,27-28) y
estos no pueden reducirse a un simple objeto de uso y dominación”.
Estilo de vida respetuoso
De
este modo, los trastornos alimentarios solo se pueden combatir cultivando
estilos de vida inspirados en una visión agradecida de lo que se nos da,
buscando la templanza, la moderación, la abstinencia, el dominio de sí y la
solidaridad (…). Se trata de volver a la simplicidad y a la sobriedad, y vivir
cada momento de la existencia con un espíritu atento a las necesidades del
otro”. En definitiva, de adquirir “un estilo de vida que nos permitirá cultivar
una relación saludable con nosotros mismos, con nuestros hermanos y con el
entorno en el que vivimos”.
En
la asimilación de esta forma de vida la familia juega un papel esencial, pues
en este ámbito “se aprende a disfrutar el fruto de la tierra sin abusar de él y
se descubren las mejores herramientas para difundir estilos de vida respetuosos
del bien personal y colectivo”, explica el Obispo de Roma.
Necesidad de instituciones
Por
otro lado, el Santo Padre estima “cruel, injusto y paradójico que, hoy en día,
haya alimentos para todos y, sin embargo, no todos tengan acceso a ellos, o que
existan regiones del mundo en las que la comida se desperdicia, se desecha, se
consume en exceso o se dedican alimentos a otros fines que no son
alimenticios”. Y, para salir de la espiral, Francisco apunta que es preciso
promover “instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más
pobres acceder de manera regular a los recursos básicos» (Enc. Laudato si’,
109)”.
Por
último, el Papa expone que “la lucha contra el hambre y la desnutrición no
cesará mientras prevalezca exclusivamente la lógica del mercado y se busque
sólo la ganancia a toda costa (…)”.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit