Resumen del capítulo V
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| Oración y procesión para dar comienzo al Sínodo de la Amazonía © Vatican Media |
Dadas
las enormes dificultades para acceder a la Eucaristía que muchas comunidades
eclesiales amazónicas presentan, el Documento final del Sínodo de la
Amazonía incluye la propuesta de “establecer criterios y disposiciones de parte
de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26, de
ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan
un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el
presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable (…)”.
Esta
sugerencia es contemplada en el punto 111 del citado documento, apreciando el
celibato como un “don de Dios” y “considerando que la legítima diversidad no
daña la comunión y la unidad de la Iglesia, sino que la manifiesta y sirve (LG 13;
OE 6)”.
El
Documento final de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos sobre la
Región Panamazónica bajo el tema Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia
y para una Ecología Integral, presenta 120 puntos y está dividido en una
introducción, cinco capítulos y una conclusión.
La conversión sinodal
Los
capítulos responden a cinco conversiones: la conversión integral, la conversión
pastoral, la conversión cultural, la conversión ecológica y la conversión
sinodal. Así, efectivamente, el capítulo V, titulado “Nuevos caminos de
conversión sinodal” está centrado en esta “dimensión cosntitutiva de la
Iglesia”.
En
concreto, el capítulo comienza subrayando dicha necesidad de conversión
sinodal, con “un horizonte de comunión y participación buscamos los nuevos
caminos eclesiales, sobre todo, en la ministerialidad y la sacramentalidad de
la Iglesia con rostro amazónico”. En dichos caminos, “la vida consagrada, los
laicos y entre ellos las mujeres, son los protagonistas antiguos y siempre
nuevos”.
Sinodalidad y Espíritu
Santo
Así,
en el punto 87, se describe que dicha sinodalidad “indica la forma
específica de vivir y actuar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia del
Pueblo de Dios, que manifiesta y realiza de manera concreta su ser “comunión”,
en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en la participación activa
de todos sus miembros en su acción evangelizadora (…)”.
En
esta línea en el siguiente punto se señala que para caminar juntos en la
Iglesia es preciso “fortalecer una cultura de diálogo, de escucha recíproca, de
discernimiento espiritual, de consenso y comunión para encontrar espacios y
modos de decisión conjunta y responder a los desafíos pastorales”. Igualmente,
se resalta en el 89, “ser verdaderamente ‘sinodal’ es avanzar en armonía bajo el
impulso del Espíritu (Santo) vivificador”.
En
el 90, por su parte, se expone que “el discernimiento comunitario permite
descubrir una llamada que Dios hace oír en cada situación histórica” y que el
Sínodo de la Amazonía constituye “un momento de gracia para ejercitar la
escucha recíproca, el diálogo sincero y el discernimiento comunitario para el
bien común del Pueblo de Dios en la Región Amazónica, y luego, en la etapa de
actuación de las decisiones, para seguir caminando bajo el impulso del Espíritu
Santo en las pequeñas comunidades, las parroquias, las diócesis, los
vicariatos, las ‘prelacías’, y en toda la región”.
Eucaristía, “culmen de la
comunión sinodal”
El
documento final reconoce el derecho de la comunidad a la Eucaristía, pues “la
vida sacramental es la integración de las diversas dimensiones de la vida
humana en el Misterio Pascual, que nos fortalece”, motivo por el que las
comunidades “claman verdaderamente por la celebración de la Eucaristía” (punto
110).
Y
es que este sacramento constituye “punto de llegada (culmen y consumación) de
la comunidad; pero es, a la vez, punto de partida: de encuentro, de
reconciliación, de aprendizaje y catequesis, de crecimiento comunitario”.
El papel de las mujeres
Con
respecto a la sección del capítulo dedicada a la “ministerialidad eclesial”,
los párrafos del 99 al 103 se refieren a la cuestión de “la presencia y la hora
de la mujer”, uno de los más discutidos mediáticamente durante la Asamblea.
En
concreto, el 102 pide revisar el Motu Propio de San Pablo VI, Ministeria
quedam, “para que también mujeres adecuadamente formadas y preparadas puedan
recibir los ministerios del Lectorado y el Acolitado”, entre otros, y dado que
en los “nuevos contextos de evangelización y pastoral en la Amazonía” la
mayoría de las comunidades católicas son lideradas por mujeres” se pide que
“sea creado el ministerio instituido de ‘la mujer dirigente de la comunidad’” y
que todo esto sea reconocido “dentro del servicio de las cambiantes exigencias
de la evangelización y de la atención a las comunidades”.
Por
otro lado, en el número 103, se hace referencia a la “Comisión de Estudio sobre
el Diaconado de las Mujeres”, creada por el Papa Francisco en 2016 en la que se
“llegó a un resultado parcial sobre cómo era la realidad del diaconado de las
mujeres en los primeros siglos de la Iglesia y sus implicaciones hoy” y expone
que “nos gustaría compartir nuestras experiencias y reflexiones con la Comisión
y esperamos sus resultados”.
Diaconado permanente
En
el documento se recoge la importancia y la urgencia del diaconado permanente
para la Iglesia Amazónica, especialmente “por el servicio eclesial que
requieren muchas comunidades, especialmente los pueblos indígenas” (número
104).
Se
hace especial incidencia, en el punto 106, en torno a la relevancia de la
formación permanente de este diaconado, que, “además de las asignaturas
obligatorias, debe incluir temas que favorezcan el diálogo ecuménico,
interreligioso e intercultural, la historia de la Iglesia en la Amazonía, el
afecto y la sexualidad, la cosmovisión indígena, la ecología integral y otros
temas transversales que son típicos del ministerio diaconal” y “un programa de
seguimiento para la formación continua (espiritualidad, formación teológica,
asuntos pastorales, actualizaciones de documentos de la iglesia, etc.), bajo la
guía del obispo”.
Laicado y vida consagrada
El
punto número 94 reconoce “la necesidad de fortalecer y ampliar los espacios
para la participación del laicado, ya sea en la consulta como en la toma de
decisiones, en la vida y en la misión de la Iglesia”. En el siguiente se
describe que “para la Iglesia amazónica es urgente que se promuevan y se
confieran ministerios para hombres y mujeres de forma equitativa” como muestra
de la conciencia de la dignidad bautismal”.
De
este modo, en el 95, se contempla que “el Obispo pueda confiar, por un mandato
de tiempo determinado, ante la ausencia de sacerdotes en las comunidades, el
ejercicio de la cura pastoral de la misma a una persona no investida del
carácter sacerdotal, que sea miembro de la comunidad”.
En
cuanto a los consagrados, el punto 98 propone apostar por una vida de entrega a
Dios con identidad amazónica, fortaleciendo las vocaciones autóctonas, apoyando
“la inserción y la itinerancia de los consagrados, junto a los más empobrecidos
y excluidos” y resaltando que “los procesos formativos deben incluir el enfoque
desde la interculturalidad, la inculturación y los diálogos entre
espiritualidades y cosmovisiones amazónicas”.
Formación inculturada
Los
puntos 107 y 108 hablan sobre la importancia de la formación de los sacerdotes:
“una escuela comunitaria de fraternidad, experiencial, espiritual, pastoral y
doctrinal, en contacto con la realidad de las personas, en armonía con la
cultura local y la religiosidad, cerca de los pobres”. Es necesario preparar
pastores “alimentados por la Eucaristía y la Sagrada Escritura”.
Por
otro lado, para hacer frente a los retos “pastorales y misioneros” de la
Amazonía, se apunta a incluir en los contenidos académicos disciplinas que
aborden la ecología integral, la eco teología, la teología de la creación, las
teologías indias, la espiritualidad ecológica, la histórica de la Iglesia en la
Amazonía, la antropología cultural amazónica, etc.” y a insertar los centros
formativos en “la realidad Amazónica”.
Fondo amazónico
De
acuerdo al párrafo 112, la extensión de territorio amazónico, unida a la
escasez de ministros ordenados y de recursos financieros, llevan replantearse,
“la forma de organizar las iglesias locales, repensar las estructuras de
comunión en los niveles provinciales, regionales, nacionales y, también, desde
la Panamazonía” y exige “articular espacios sinodales y generar redes de apoyo
solidario”
Así,
con fin de lograr “una Iglesia presente, solidaria y samaritana”, se sugiere
“crear un fondo Amazónico para el sostenimiento de la evangelización;
sensibilizar y estimular a las agencias internacionales de cooperación católica
para que apoyen más allá de los proyectos sociales a las actividades de
evangelización”.
Universidad y episcopado
amazónicos
Del
mismo modo, en el punto 114, se realiza la propuesta de una “Universidad
Católica Amazónica basada en la investigación interdisciplinaria (incluyendo
estudios de campo), en la inculturación y en el diálogo intercultural; que la
teología inculturada incluya la formación conjunta para ministerios laicales y
formación de sacerdotes, basada principalmente en la Sagrada Escritura”.
Por
último, el 115 recoge la idea de crear “un organismo episcopal que promueva la
sinodalidad entre las iglesias de la región, que ayude a delinear el rostro
amazónico de esta Iglesia y que continúe la tarea de encontrar nuevos caminos
para la misión evangelizadora, en especial incorporando la propuesta de la
ecología integral, afianzando así la fisonomía de la Iglesia amazónica”.
Rito Amazónico
En
los puntos 116 y 119 hablan tratan sobre el Rito Amazónico, apuntando que la
Iglesia, en su labor evangelizadora, debe trabajar para que “el proceso de
inculturación de la fe, se exprese en las formas más coherentes, a fin de que
también pueda celebrarse y vivirse según las lenguas propias de los pueblos
amazónicos”. Es urgente, por tanto, formar comités de traducción y redacción de
textos bíblicos y litúrgicos en las distintas lenguas “preservando la materia
de los sacramentos y adaptándolos a la forma, sin perder de vista lo que sea
esencial” y potenciando “la música y el canto, todo lo cual es aceptado y
fomentado por la liturgia”.
El
nuevo organismo de la Iglesia en la Amazonía se encargaría de convocar una
comisión competente para estudiar y dialogar la elaboración de un rito
amazónico, “que exprese el patrimonio litúrgico, teológico, disciplinario y
espiritual amazónico, con especial referencia a lo que la Lumen Gentium afirma
para las Iglesias orientales (cf. LG 23)”.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit






