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El
prefecto del Dicasterio Vaticano para las Comunicación, Paolo Ruffini, anunció
esta mañana los nombres de los cuatro miembros para la Comisión encargada de
redactar el documento final del Sínodo, designados por el Papa. Son el cardenal
Christoph Schönborn, el obispo Marcelo Sánchez Sorondo, el arzobispo Edmundo
Ponciano Valenzuela y el padre Rossano Sala.
En
la mañana del 15 de octubre de 2019, tuvo lugar la 11ª Congregación
general de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos sobre la Amazonía,
“nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, en curso en el
Vaticano hasta el 27 de octubre. Hoy participaron 180 padres sinodales junto
con el Papa Francisco.
Crear
urgentemente una Organización episcopal permanente y representativa, coordinada
por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y por la REPAM (Red Eclesial
Panamazónica), para promover la sinodalidad en la Amazonía: esta es una de las
sugerencias que surgieron de la 11ª Congregación general del Sínodo especial
para la región.
Este
organismo, integrado en el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), debería
contribuir a la realización de la fisonomía de la Iglesia en la Amazonía, con
vistas a una pastoral común más eficaz, concretando también las indicaciones
que el Papa Francisco quiera dar después del Sínodo, y trabajando en la defensa
de los derechos de los pueblos indígenas, en la formación integral de los
agentes pastorales y en la creación de seminarios amazónicos.
Esta
acción pastoral conjunta, elaborada sinodalmente por todas las
circunscripciones eclesiásticas panamazónicas, en relación orgánica con el
CELAM, servirá para afrontar problemas comunes, como la explotación del
territorio, la delincuencia, el narcotráfico, el tráfico de drogas y la
prostitución.
Observatorio para los
derechos humanos
El
Aula del Sínodo vuelve a mirar a los pueblos indígenas, centrándose en los
problemas derivados de la colonización, la migración interna y el avance de los
modelos económicos depredadores y colonialistas, que a menudo matan. Esto
provoca la expropiación y desalojo de las comunidades originarias de sus
territorios, que se ven obligadas a emigrar en contra de su voluntad.
Por
el contrario, los pueblos indígenas en movilidad deben ser entendidos en su
peculiaridad a través de un cuidado pastoral específico, de manera que sus
derechos humanos y ambientales estén siempre garantizados, en particular el
derecho a ser consultados e informados antes de cualquier acción en sus
respectivos territorios.
En
este sentido, se sugiere la creación de un observatorio permanente para los
derechos humanos y la protección de la Amazonía. El grito de la tierra y de los
pueblos amazónicos debe ser escuchado, se reafirma, dando voz sobre todo a los
jóvenes, porque se trata de una cuestión de justicia intergeneracional.
Inculturación y educación
La
cuestión de la inculturación es también central, un modo de ser para la Iglesia
que se abre a descubrir nuevos caminos en la rica diversidad de las culturas
amazónicas, para hacer de ella una Iglesia más discípula y hermana, más que
Maestra y Madre, en actitud de escucha, servicio, solidaridad, respeto,
justicia y reconciliación.
Vinculada
al tema de la inculturación, retorna la educación de los pueblos indígenas
amazónicos, una educación que lamentablemente se caracteriza por su mala
calidad y fuerte precariedad. ¿Qué puede hacer entonces la Iglesia, que es una
de las instituciones más cualificadas y fuertes en el campo de la formación?
Por
ejemplo, las universidades católicas pueden optar preferentemente por la
educación de los pueblos indígenas, o generar estrategias de solidaridad para
apoyar económicamente a las universidades indígenas, como la Nopoki, en Perú,
para que se proteja el derecho a la identidad cultural y se salvaguarde la
sabiduría ancestral de los pueblos originarios de la Amazonía, en nombre del
diálogo y el intercambio de culturas, sensibilidades, lenguas y visiones.
Testimonio de los mártires
Los
Padres sinodales reflexionan también sobre la violencia: la Amazonia es como
una mujer violada de la cual acoger el grito, se subraya en la Aula, porque
sólo así se puede despertar de nuevo la evangelización. En efecto, el anuncio
efectivo del Evangelio se realiza sólo en contacto con el dolor del mundo que
espera ser redimido por el amor de Cristo, gracias a una teología de la vida.
Hay,
por tanto, una fuerte referencia al valioso ejemplo de los mártires misioneros
de la región, como Monseñor Alejandro Labaka, la monja terciaria capuchina Inés
Arango, o la hermana Dorothy Stang, que dieron su vida en nombre de la causa de
los pueblos amazónicos indefensos y por la protección del territorio. La obra
misionera en la Amazonía debe ser más apoyada, se afirma en el Aula, y por eso
se reflexiona sobre la creación de un fondo financiero, tanto nacional como
internacional, para fortalecer la misión en la región, especialmente para los
costos de transporte y capacitación de los propios misioneros.
El desafío ecuménico
Sin
olvidar que el compromiso misionero debe realizarse también desde una
perspectiva ecuménica, porque una Iglesia misionera es también una Iglesia
ecuménica. Este desafío concierne también a la Amazonía: lejos de todo
proselitismo o colonialismo intra-cristiano, la evangelización cristiana es la
invitación libre, dirigida a la libertad de los demás, a entrar en comunicación
y a entablar un diálogo vital. Una evangelización atractiva será, por tanto, la
prueba de un ecumenismo creíble.
Otro
punto de reflexión es la música, un lenguaje común comprensible para todos que
conduce a la reflexión sobre la comunicación de la fe: no debe negar la
doctrina -explican los Padres sinodales- sino hacerla comprender a través de la
sensibilidad humana. De esta manera, la Buena Nueva será atractiva para todos,
yendo hacia ese renacimiento de lo sagrado que se vive incluso en las zonas más
salvajes de la Amazonía.
La respuesta de la
Eucaristía
Ante
las difíciles situaciones que se viven en la Amazonía, importantes respuestas
provienen de la Eucaristía, por la que pasa la gracia de Dios, y de un amplio
ministerio, que comienza también con las mujeres, protagonistas indiscutibles a
la hora de transmitir el sentido radical de la vida. Tal vez tengamos que
preguntarnos -se pregunta el Aula- si no es el caso de replantearse el
ministerio. En efecto, muchas comunidades tienen dificultades para celebrar la
Eucaristía por falta de sacerdotes: se sugiere, por tanto, modificar los
criterios de selección y preparación de los ministros autorizados para
administrar este sacramento
Ministerio femenino, según
el ejemplo de la antigüedad
Se
necesitan nuevos caminos hacia las tradiciones antiguas, afirman los padres
sinodales. De hecho, algunas intervenciones recuerdan las prácticas de la
antigüedad que veían a los ministerios vinculados a las mujeres, y se
reflexiona acerca de la posibilidad de restaurar ministerios análogos,
particularmente para el lectorado y el acolitado. Alguien más se ocupa de la
facultad de dispensar del celibato, para poder ordenar a “ministros” hombres
casados que, bajo la supervisión de un presbítero responsable, puedan ejercer
en comunidades eclesiales dispersas.
Al
mismo tiempo, se propone la creación de un fondo para financiar la formación de
los laicos en los ámbitos bíblico, teológico y pastoral, para que puedan
contribuir cada vez mejor a la acción evangelizadora de la Iglesia. Finalmente,
en este contexto, se recuerda también la importancia de las comunidades
eclesiales de base y de la vida consagrada, que es profecía y envío a las
fronteras del mundo.
Fuente:
Zenit