El ser santos no está en la grandeza de nuestras acciones, sino en la pureza de la intención
Para poder
guiarte en tu propio proceso de conversión y llegar a la santidad a través de
cosas que nos parecen pequeñas e insignificantes, voy a dejarte por aquí
algunos ejemplos bíblicos que te servirá de apoyo en este propósito.
1.- La ofrenda de la viuda pobre
Mientras Jesús
observaba en la entrada del templo el dinero en la caja del tesoro, no prestaba
mucha atención a los ricos y a las grandes cantidades que dejaban. Realmente lo
que querían era ser vistos y aplaudidos por su ostentosa y abundante ofrenda.
Luego una pobre viuda dejó unas cuantas monedas en
la caja que apenas y alcanzaban para algo. Ésta fue la persona que Jesús miró con gran amor y
aprobación. ¿Por qué? No por la sustancia económica de su
ofrenda – apenas y era algo. Sino que Jesús leyó las profundidades de su
corazón. Ella estaba dando generosamente todo lo que tenía para vivir.
Mensaje de reflexión
El hombre puede
ver y juzgar basado en puras apariencias, pero Jesús lee los movimientos
internos del corazón humano.
Lo que usualmente es digno de alabanza a los ojos
del mundo, Jesús lo desprecia. Por el contrario, lo que el mundo considera insignificante, Jesús lo aprueba y
alaba grandemente.
2.- Santa Teresa y las tareas ordinarias
Santa Teresa y
su Pequeño Camino puede ser nuestro camino hacia la santidad.
La santidad no depende simplemente de la grandeza
de nuestras acciones, sino
de la intensidad del amor que acompaña a la acción.
En otras palabras, el secreto para la santidad es
hacer las cosas ordinarias de la vida diaria con un amor extraordinario todos los días. ¡Ésa es
la clave!
Santa Teresa decía:
"Recoge un alfiler por amor a Dios y salvarás
un alma".
Recoger un
alfiler, hablando físicamente, no es gran cosa. Sin embargo, si la acción es
realizada en la Presencia de Dios, por la intención de agradar a Dios con gran pureza,
entonces tiene un valor infinito a los ojos de Dios.
La mayoría de nosotros no estamos involucrados en
tareas monumentales o monolíticas que aparecerán en las portadas de los
periódicos más famosos del mundo. Por el contrario, muchas de nuestras acciones
son las más ordinarias y mundanas. Pero pueden tener un valor infinito si
conocemos el secreto de ofrecerlas a Dios.
3.- Una madre trabajando con alegría y amor
La mayoría de
las actividades normales de una ama de casa no aparecen en el periódico ni en
el noticiero de las 6:00 p.m. Barrer el piso, sacar la basura, hacer las
compras, preparar y servir comidas y luego limpiar los sartenes y platos, todas
estas actividades son la gloriosa rutina de las amas de casa y de las madres.
Si la madre realiza todo esto con una actitud de
quejas, con el ceño fruncido y haciendo el papel de víctima, entonces sus méritos a los ojos de Dios
son reducidos a casi nada.
Sin embargo, si una madre se levanta en la mañana
ofreciendo su día a Jesús a través del Inmaculado Corazón de María, dispuesta a ofrecer todo lo que hace
para agradar a Dios, para santificar a su familia y salvar sus
almas, entonces sus acciones tienen gran valor.
Lo que puede ser de valor infinito para la
salvación entre las actividades diarias que realizamos son dos acciones e
intenciones específicas. Realicemos nuestras actividades a través de la
poderosa intercesión de María, “Obra maestra de la creación de Dios” y unamos
nuestras acciones al Santo Sacrificio de la Misa.
4.- San Luis María y su amor por María
La importancia
de ir a Jesús a través de la
intercesión de María. María es un atajo hacia el Sagrado
Corazón de Jesús.
San Luis de Montfort pinta esta imagen. Un hombre
pobre quiere darle una manzana golpeada al Rey. No es posible que el pobre
hombre tenga acceso al rey; y más aún el Rey no aceptará la manzana, menos
golpeada. Sin embargo, si el pobre hombre conociera a la Reina, y la Reina
tiene un aprecio verdadero por este pobre hombre, entonces la Reina aceptará la
manzana, la limpiará, la pulirá y la pondrá en una bandeja dorada junto a una
rosa. El Rey, que ama a la Reina, recibirá con mucho gusto la manzana; no por
la calidad de la manzana, sino por la persona que le dio la manzana, su amada
esposa, la Reina.
Por lo tanto, ¡para nosotros debe ser así también! Nuestras acciones son como la
manzana. Casi siempre están manchadas o golpeadas por nuestro
enorme amor propio y egoísmo.
Sin embargo, si podemos entregarnos a nosotros
mismos y nuestras acciones a Jesús a través de las manos y el corazón de la
Reina, entonces el Rey – Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores – no podrá
negarse.
En otras palabras, María puede ennoblecer y santificar nuestras pequeñas acciones ¡Créelo!
5.- La
Santa Misa como sacrificio
Debemos unir
nuestras acciones e intenciones con Jesús en el Santo Sacrificio de la Misa.
Cada Santa Misa ofrecida tiene un valor infinito.
¿Por qué? Por la simple pero profunda razón de que Jesús se ofrece a sí mismo
como Víctima de Expiación para el Padre. El Padre mira a Su Hijo y dice:
"Éste es mi Hijo amado en quien me
complazco".
¡El Padre no
puede negarle nada a Su Hijo!
¿Cómo traducir esto de lo místico a lo práctico?
¡No es tan complicado! Asistan a Misa, pero lleguen temprano. Permítanse 15
minutos. Abran sus
corazones al máximo con una confianza infinita en Jesús, Su
amor por el Padre, Su amor por ustedes y Su amor por el mundo entero. Al
hacerlo, estarán poniendo todo lo que fueron, son y serán en el altar antes de
que inicie la Misa.
Los días, actividades – dejen todo en el altar,
absolutamente todo – no se guarden nada. La cocina, la limpieza, las peleas con
tu hijo adolescente, tus peleas con tu pareja, tu miedo del futuro y las
inseguridades del presente, tu leve dolor de cabeza y tu mente aturdida.
La clave es poner todo ante el altar antes de que inicie la Misa.
Así se estarán ofreciendo a sí mismos y todo lo que han sido, son y serán a lo
largo del día.
Cada detalle acerca de quién eres, tus deseos para
tu familia y para ti, son de extrema importancia para Jesús. Nada se escapa del
ojo amoroso de Jesús. Él conoce incluso cuántos cabellos tenemos en la cabeza y
cuando uno se cae al piso.
El Señor Jesús se preocupa verdaderamente por el mundo entero y
por todos y cada uno de nosotros individualmente.
Luego, cuando se ofrezca la Misa, especialmente
durante la Consagración del Cuerpo y la Sangre, todo lo que pusieron sobre el altar será elevado al Trono Majestuoso del
Padre Eterno en Su Hijo amado en quien Él se complace. A
este Hijo, Él no puede negarle nada.
6.- La Misa del Padre Pio
Finalmente, y
más importante aún, reciban
la Sagrada Comunión en las profundidades de sus almas, como
lo aconsejaba el Padre Pío
Si están bien dispuestos con un corazón ardiendo y
lleno de amor por el Señor Jesús, habrá una explosión de gracias. Sus pequeñas acciones
tendrán valor infinito porque aún la más pequeña de ellas fueron ofrecidas al
Padre Eterno a través del amoroso Corazón de Jesús.
En resumen, aprendamos el arte de la santidad. No está en la
grandeza de nuestras acciones, sino en la pureza de la intención.
Sin embargo, es de mucha importancia aprender a
ofrecernos a nosotros mismos a Dios a través del puro e Inmaculado Corazón de María
y a través de Jesús, la Víctima sin mancha ofrecida a Dios Padre en el
Santísimo Sacrificio de la Misa.
Por: Fr. Ed Bromm
Fuente:
FatherBroom.com // PildoradeFe.net