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Ángelus diciembre 2019 © Vatican Media |
A
las 12 de la mañana de ayer, el Santo Padre Francisco se asoma por la ventana
del estudio del Palacio Apostólico del Vaticano para rezar el Ángelus con los
fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
A
continuación, ofrecemos las palabras del Papa antes de la oración del Ángelus
Palabras del Papa antes
del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
este cuarto y último domingo de Adviento, el Evangelio (cf. Mt 1,18-24) nos
guía hacia la Navidad a través de la experiencia de José, de San José, una
figura aparentemente en segundo plano, pero en cuya actitud está encerrada toda
la sabiduría cristiana. Él, junto con Juan el Bautista y María, es uno de los
personajes que la liturgia nos propone para el tiempo de Adviento; y de los
tres es el más modesto. Uno que no predica, que no habla, pero trata de hacer
la voluntad de Dios; y la cumple al estilo del Evangelio y de las
Bienaventuranzas: «Dichosos los pobres de corazón, porque el Reino de Dios les
pertenece» (Mt 5,3). Y José es pobre porque vive de lo esencial; trabaja, vive
del trabajo, es la pobreza típica de aquellos que son conscientes de depender
en todo de Dios y en Él depositan toda su confianza.
La
historia del Evangelio de hoy presenta una situación humanamente vergonzosa y
contrastante. José y María están comprometidos; todavía no viven juntos, pero
ella está esperando un bebé por obra de Dios. José, ante esta sorpresa,
naturalmente queda turbado, pero…. en vez de reaccionar de manera impulsiva y
punitiva, como ocurría en esa época con la ley, busca una solución que respete
la dignidad y la integridad de su amada María. Dice el Evangelio: «José, su
esposo, que era un hombre justo y no queriendo ponerla en evidencia, pensó en
dejarla en secreto» (v. 19). José, de hecho, sabía bien que si hubiera
denunciado a su prometida, la habría expuesto a graves consecuencias, incluso a
la muerte. Él tiene plena confianza en María, a quien ha elegido como su
esposa, no entiende, pero busca otra solución
Esta
inexplicable circunstancia le lleva a cuestionar su unión. Por eso, con gran
sufrimiento, decide alejarse de María sin crear escándalo. Pero el Ángel del
Señor interviene para decirle que la solución que está proyectando no es la que
quiere Dios, más bien, el señor le abre un camino nuevo, un camino de unión, de
amor y de felicidad, y le dice: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu
casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo»
(v. 20).
En
este punto, José confía totalmente en Dios, obedece las palabras del Ángel y
lleva a María con él. Fue precisamente esta confianza inquebrantable en Dios la
que le permitió aceptar una situación humanamente difícil y, en cierto modo,
incomprensible. José entiende, en la fe, que el niño engendrado en el vientre
de María no es su hijo, sino el Hijo de Dios, y él, José, será el cuidador
asumiendo completamente su paternidad terrenal. El ejemplo de este hombre
amable y sabio nos insta a mirar hacia arriba y ver más allá de lo que vemos. Se
trata de recuperar la asombrosa lógica de Dios que, lejos de los pequeños o
grandes cálculos, está hecha de apertura hacia nuevos horizontes, hacia Cristo
y su Palabra.
Que
la Virgen María y su casto esposo José nos ayuden a ponernos a la escucha de
Jesús que viene, y que pide ser incluido en nuestros proyectos y en nuestras
elecciones.
Raquel
Anillo
Fuente:
Zenit