El entierro de un altar desconsagrado nos recuerda el misterio sagrado que
se realizó en él
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John Casamento | CC BY-SA 3.0 |
A menudo,
cuando el edificio de una iglesia católica se cierra y se vende o se derriba,
los muchos artículos litúrgicos que hay dentro del edificio deben eliminarse adecuadamente.
Si bien en la mayoría de los casos estos artículos y accesorios se reutilizan
en nuevas iglesias, a veces no hay un lugar alternativo para colocarlos.
¿Qué se debe
hacer con un antiguo altar que ya no sirve para su propósito?
En primer lugar,
la Iglesia católica otorga a cada altar una “bendición” o “consagración” que lo
distingue para uso sagrado. Sobre el altar, el pan y el vino
eucarísticos se transforman en el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de
Jesucristo. Es uno de los objetos más sagrados de toda la iglesia.
De hecho, un
nuevo altar solo puede ser consagrado por un obispo y la ceremonia es
elaborada. Imita de alguna manera el bautismo de un nuevo cristiano cuando el
obispo usa aceites sagrados para bendecir el altar y lo viste con una prenda
blanca después de que se han completado las oraciones.
De esta
manera, el altar se convierte en una especie de “sacramental”, en
el sentido de que es apartado o bendecido por la Iglesia con el propósito de
santificar nuestras vidas y celebrar los sacramentos.
Si bien es
cierto que un altar puede ser “desconsagrado” por la autoridad competente de la
Iglesia, todavía existe la necesidad de honrar el altar, o al menos
la mensa (parte superior) del altar. Fue sobre esta mensa donde se celebró el
santo sacrificio de la misa.
Al igual que
otros sacramentales, la mensa de un altar puede ser enterrada, y muchas
parroquias entierran el viejo altar en su cementerio (después de eliminar
cualquier reliquia de santos que pueda estar incrustada en él).
Esto reconoce
el misterio espiritual que se realizó en el altar y asegura que sea tratado con
el mayor respeto. También nos recuerda que el sacrificio de la
Misa no es una mera recreación de la Última Cena, sino una fiel representación
de un solo evento que ocurrió hace casi 2.000 años.
La realidad
espiritual detrás de la Misa es profunda y tiene un poderoso efecto en este
mundo, y el entierro de un antiguo altar honra ese hecho.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia