Discurso
del Santo Padre
El
Papa Francisco invitó a “ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los
padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que
trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas
ancianas que siguen sonriendo”, esto es, “la santidad ‘de la puerta de al
lado’, de los que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de
Dios”.
En
la mañana de hoy, 12 de diciembre de 2019, el Santo Padre recibió en audiencia
a los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos, entre los que
se encontraba el cardenal Angelo Becciu, prefecto del dicasterio, con ocasión
del 50º aniversario de su institución.
Santidad, “verdadera luz
de la Iglesia”
Así,
Francisco recordó como en 1969 Pablo VI decidió reemplazar la Congregación de
los Ritos Sagrados por dos Dicasterio, el de la Congregación para las Causas de
los Santos y el de la Congregación para el Culto Divino: “Con esta decisión,
permitió dedicar los recursos adecuados de las personas y trabajar en dos
grandes áreas claramente diferenciadas, para corresponder mejor tanto a las
solicitudes cada vez más numerosas de las Iglesias particulares como a la
sensibilidad conciliar”, explicó.
También
se refirió a que, en medio siglo de actividad la Congregación, “ha examinado un
gran número de perfiles biográficos y espirituales de hombres y mujeres para
presentarlos como modelos y guías de vida cristiana”, destacando que “las
numerosas beatificaciones y canonizaciones que se han celebrado en las últimas
décadas significan que los santos no son seres humanos inalcanzables, sino que
están cerca de nosotros y pueden sostenernos en el camino de la vida”.
Igualmente,
el Pontífice indicó que el consabido dicasterio debe verificar las distintas
modalidades de santidad, “la que resplandece más visible como la más oculta y
menos aparente, pero igualmente extraordinaria”, ya que “la santidad es la
verdadera luz de la Iglesia” y “debe ser colocada en el candelabro para que
pueda iluminar y guiar el camino hacia Dios de todo el pueblo redimido”.
Continuar el camino
trazado
Por
último, exhortó a los superiores, cardenales y obispos miembros del Dicasterio
y a todos los oficiales a “continuar por el camino trazado y seguido durante
unos cuatro siglos por la Congregación de los Sagrados Ritos, y continuado
durante los últimos cincuenta años por la Congregación de las Causas de los
Santos”.
En
concreto, el Obispo de Roma pidió a los consultores históricos, teológicos y
médicos que realizaran su trabajo “con plena libertad de conciencia, estudiando
cuidadosamente los casos que se les confían y formulando los juicios
pertinentes con madura reflexión, de forma imparcial y sin tener en cuenta
ningún condicionamiento, cualquiera que sea su procedencia”.
A
los postuladores, por su parte, les llamó a “ser cada vez más conscientes de
que su función requiere una actitud de servicio a la verdad y de cooperación
con la Santa Sede, sin “dejarse guiar por visiones materiales e intereses económicos”
y sin “olvidar nunca que las Causas de beatificación y canonización son
realidades de naturaleza espiritual, no solamente procesal, espiritual”.
Con
respecto al resto de miembros del dicasterio, Francisco apuntó que deben estar
“al lado especialmente de los obispos para apoyar su compromiso de difundir la
conciencia de que la santidad es la exigencia más profunda de todo bautizado,
el alma de la Iglesia y el aspecto primario de su misión”.
A continuación
reproducimos el discurso completo del Papa.
Discurso del Santo Padre
Me
alegra encontrarme con la gran familia de la Congregación de las Causas de los
Santos, que desarrolla su labor al servicio de la Iglesia universal en lo que
se refiere al reconocimiento de la santidad de quienes han seguido fielmente a
Cristo. Saludo con afecto al cardenal Angelo Becciu, Prefecto del Dicasterio, y
le agradezco sus palabras. Saludo a los cardenales y obispos miembros, al
Secretario Monseñor Marcello Bartolucci, al Subsecretario, a los oficiales, a
los consultores y a los postuladores.
Una
ocasión significativa motiva nuestro encuentro de hoy: la Congregación de las
Causas de los Santos celebra este año medio siglo de vida. Efectivamente, el 8
de mayo de 1969, San Pablo VI decidió sustituir la Congregación para los
Sagrados Ritos por dos Dicasterios: la Congregación para las Causas de los
Santos y la Congregación para el Culto Divino. Con esta decisión hacía posible
dedicar los recursos humanos y laborales adecuados a dos grandes áreas
claramente diferenciadas, para responder mejor tanto a las peticiones
cada vez numerosas de las Iglesias particulares como a la sensibilidad
conciliar.
En
este medio siglo de actividad, vuestra Congregación ha examinado un gran número
de perfiles biográficos y espirituales de hombres y mujeres para presentarlos
como modelos y guías de vida cristiana. Las numerosas beatificaciones y
canonizaciones que se han celebrado en las últimas décadas significan que los
santos no son seres humanos inalcanzables, sino que están cerca de nosotros y
pueden sostenernos en el camino de la vida.
De
hecho, “son personas que han experimentado la fatiga cotidiana de la
existencia con sus éxitos y sus fracasos, encontrando en el Señor la fuerza de
volver a levantarse siempre y continuar el camino” (Ángelus, 1 de noviembre de
2019). Y es importante medir nuestra coherencia evangélica con diferentes
tipologías de santidad, ya que “cada santo es una misión; es un proyecto del
Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto
del Evangelio” (Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, 19).
El
testimonio de los beatos y de los santos nos ilumina, nos atrae y nos
interpela, porque es “palabra de Dios” encarnada en la historia y cercana
a nosotros. La santidad impregna y acompaña siempre la vida de la Iglesia
peregrina en el tiempo, a menudo de manera oculta y casi imperceptible. Por lo
tanto, debemos aprender a “ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los
padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que
trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas
ancianas que siguen sonriendo”. Es muchas veces la santidad “de la puerta de al
lado”, de los que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de
Dios” (ibíd., 7).
Vuestro
Dicasterio está llamado a verificar las diversas modalidades de la santidad
heroica, la que resplandece más visible como la más oculta y menos aparente,
pero igualmente extraordinaria.
La
santidad es la verdadera luz de la Iglesia: como tal, debe ser colocada en el
candelabro para que pueda iluminar y guiar el camino hacia Dios de todo el
pueblo redimido. Se trata de una verificación que cumple diariamente vuestro
Dicasterio, llevada a cabo desde la antigüedad con escrupulosidad y exactitud
en la investigación, con seriedad y pericia en el estudio de las fuentes
procesales y documentales, con objetividad y rigor en el examen y en cada nivel
de juicio, concerniente al martirio, a la heroicidad de las virtudes, al
ofrecimiento de la vida y al milagro. Son criterios fundamentales, requeridos por
la seriedad del tema, por la legislación y por las justas expectativas del
pueblo de Dios, que se encomienda a la intercesión de los santos y se inspira
en su ejemplo de vida.
Siguiendo
este camino, el trabajo de la Congregación permite despejar el campo de
cualquier ambigüedad o duda, logrando una plena certeza en el anuncio de la
santidad. Por lo tanto, sólo puedo exhortar a cada uno de vosotros a continuar
por el camino trazado y seguido durante unos cuatro siglos por la Congregación
de los Sagrados Ritos, y continuado durante los últimos cincuenta años por la
Congregación de las Causas de los Santos. En esto animo a los superiores,
cardenales y obispos que son miembros del Dicasterio, y a todos los oficiales.
Los
consultores, en el ámbito histórico, teológico y médico, están llamados a
realizar su trabajo con plena libertad de conciencia, estudiando cuidadosamente
los casos que se les confían y formulando los juicios pertinentes con madura
reflexión, de forma imparcial y sin tener en cuenta ningún condicionamiento,
cualquiera que sea su procedencia. El Reglamento y la praxis del Dicasterio,
así como la vigilancia de los superiores, favorecen una relación de absoluta
independencia entre los autores de los votos individuales y los que forman o
coordinan los congresos particulares. Se trata de tener siempre presentes las
finalidades específicas de las Causas, que son la gloria de Dios y el bien
espiritual de la Iglesia, y están estrechamente vinculadas con la búsqueda de
la verdad y de la perfección evangélica.
Por
su parte, los postuladores deben ser cada vez más conscientes de que su función
requiere una actitud de servicio a la verdad y de cooperación con la Santa
Sede. No deben dejarse guiar por visiones materiales e intereses económicos, no
deben buscar su afirmación personal y, sobre todo, deben evitar todo aquello
que esté en contradicción con el significado de la labor eclesial que realizan.
Los postuladores no deben olvidar nunca que las Causas de beatificación y
canonización son realidades de naturaleza espiritual, no solamente procesal,
espiritual. Por eso deben ser tratadas con una marcada sensibilidad evangélica
y con rigor moral. De hecho, una vez, con el Cardenal Amato, hablamos de la
necesidad del milagro. Se necesita un milagro porque es precisamente el dedo de
Dios allí. Sin una clara intervención del Señor, nosotros no podemos seguir
adelante con las causas de la canonización.
Queridos
hermanos y hermanas, os doy las gracias por vuestro diligente servicio a toda
la Iglesia. A través de vuestra obra, estáis al lado especialmente de los
obispos para apoyar su compromiso de difundir la conciencia de que la santidad
es la exigencia más profunda de todo bautizado, el alma de la Iglesia y el aspecto
primario de su misión. Confío vuestro trabajo cotidiano a la intercesión
maternal de María, Reina de los Santos, y mientras os pido que recéis por mí,
os imparto de todo corazón la bendición apostólica.
Larissa
I. López
©
Librería Editorial Vaticana
Fuente:
Zenit






