En
su reciente discurso a la Curia, el Papa ha recordado que no vivimos más en la
cristiandad y ha hablado de la necesidad de una conversión pastoral y de la raíz
de ser auténticos misioneros
![]() |
2019.11.04 Libro missione Gianni Valente (Vatican Media) |
En
el discurso a la Curia que Francisco ha
pronunciado el sábado 21 de diciembre, han sorprendido algunas palabras y
también el modo con el cual los ha dicho. Reconociendo una evidencia ya
predicha por algunos grandes hombres de Iglesia muchos años antes del Concilio
Vaticano II, el Papa ha subrayado: «No estamos más en la cristiandad. No más –
ha recalcado – Hoy no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros,
ni los más escuchados». «No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la
fe», en gran parte del Occidente «ya no constituye un presupuesto obvio de la
vida común», e incluso, es negada y burlada.
Tenemos
por lo tanto necesidad, ha agregado el Papa, «de un cambio de mentalidad
pastoral, que no quiere decir pasar a una pastoral relativista». Un cambio de
mentalidad que parte de la constatación de que «la vida cristiana, en realidad,
es un camino, una peregrinación». Y el camino, obviamente, «no es puramente
geográfico, sino sobre todo simbólico: es una invitación a descubrir el
movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita partir para poder
permanecer, cambiar para poder ser fiel».
En
un tiempo la fe se transmitía en las familias a través de la leche materna y el
ejemplo de los padres, y también la sociedad se inspiraba en los principios
cristianos. Hoy esta transmisión se ha interrumpido y el contexto social
aparece incluso anticristiano, al menos impermeable a la fe cristiana. De ahí
la pregunta que ha dado vida al Concilio y ha atravesado los últimos pontificados:
¿cómo anunciar el Evangelio allí donde ya no es más conocido o reconocido? No
es casualidad que con un creciente exponencial los Obispos de Roma que se han
sucedido hayan indicado precisamente en la misericordia la medicina necesaria
para sanar las heridas de nuestra humanidad contemporánea. La misericordia de
un Dios que te busca, se acerca, y te abraza antes de juzgarte. Es
experimentando ese abrazo que nos reconocemos como pobres pecadores
constantemente necesitados de ayuda.
Al
final del encuentro, Francisco ha querido regalar a los colaboradores de la
Curia el libro-entrevista “Sin Él no podemos hacer nada”, escrito con Gianni
Valente. Y lo ha definido “el documento” que ha querido hacer para el mes
misionero extraordinario. En ese texto de recientemente publicación, el Papa
explicaba que «la misión es obra suya», es decir, de Jesús. «Es inútil
preocuparse. No hay necesidad de organizarnos, no hay necesidad de gritar. No
hay necesidad de trucos o estratagemas», porque «es Cristo quien hace salir a
la Iglesia de sí misma.
En
la misión de anunciar el Evangelio, tú te mueves porque el Espíritu Santo te
empuja, y te lleva. Y cuando tú llegas, te das cuenta de que Él ha llegado
antes que tú, y te está esperando». Anunciar el Evangelio, agregaba el Papa en
el libro-entrevista, «no consiste en asediar a los demás con discursos
apologéticos, ni gritar en la cara de los demás» la «verdad de la Revelación».
Menos aún «sirve lanzar sobre los demás verdades o fórmulas doctrinales como si
fueran piedras», porque «la repetición literal de la proclamación en sí misma
no tiene eficacia, y puede caer en el vacío, si las personas a las que se
dirige no tienen la oportunidad de encontrar y pregustar de alguna manera la
ternura misma de Dios hacia ellos, y su misericordia que sana».
Un
rasgo distintivo de la misión cristiana, sugiere el actual Sucesor de Pedro,
«es aquel de hacer de facilitador, y no de controlador de la fe». Facilitar, es
decir, «hacer fácil, no poner nosotros obstáculos al deseo de Jesús de abrazar
a todos, de sanar a todos, de salvar a todos». Siempre conscientes de que «sin
Él no podemos hacer nada».
Andrea
Tornielli
Vatican
News