Con
amor podemos causar una felicidad mucho mayor que la mera disposición de
regalar algo
![]() |
| valeriya kozoriz - Shutterstock |
El
amor inspira las buenas ideas. Cuando el regalo es el resultado de un pedido
casi siempre pierde parte de su valor y el placer que es capaz de dar, mientras
que cualquier cosa motivada por una solicitud amorosa conserva íntegra su
capacidad de hacer feliz.
El amor se adelanta a las
necesidades y a los deseos
El
amor nos lleva a atender un deseo o a satisfacer una necesidad antes de que el
otro nos la pida. No esperamos a que nos diga qué es lo que quiere: detectamos
lo que necesita o desea y, procurando quitar los obstáculos del camino,
satisfacemos esa petición oculta.
El
amor en el corazón es lo que nos permite descubrir esos deseos más profundos y
por eso cuando los materializamos, somos efectivos: podemos recoger lágrimas,
generar sonrisas y aliviar el peso del cansancio porque el amor purifica,
enaltece y ennoblece cuanto toca.
El amor es la respuesta
más sincera
Cuando
sólo estamos respondiendo a un pedido podemos hacerlo para no parecer
antipáticos, porque sentimos que no podemos resistirnos a la insistencia del
otro y tenemos que cumplir o simplemente porque así podemos quitarnos de encima
un incordio.
Pero
cuando damos algo con amor más allá de la mera disposición a servir, hay un
acto sincero que causa una felicidad mucho mayor en el otro y en nosotros
mismos. Nos llenamos de buenos sentimientos que nos animan a corresponder con
lo mejor que hay en nosotros.
El amor es el mayor regalo
del mundo
La
mayoría de los dones que Dios nos concede los recibimos sin haberlos pedido y
su mayor regalo es el de la Navidad. Dice San Juan que en esto se manifestó
entre nosotros el amor de Dios: en que envió a su Hijo Unigénito al mundo para
que recibiéramos por él la vida.
En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él
nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros
pecados. Si Dios nos amó así, nosotros debemos amarnos unos a otros.
El amor nos impulsa a dar
más
La
disposición amorosa nos pone en acción y nos impulsa a obrar por el bien con
iniciativa propia. Cuando respondemos a una petición, sigue existiendo el
riesgo de volver a caer en la indiferencia, pero el amor siempre nos mueve a
buscar más por los demás y su felicidad.
Cuando
el regalo está inspirado por un motivo de caridad nunca deja de producir una
enorme alegría y concede a quien lo entrega abundantes beneficios también,
porque cuanto más puro es el amor, más das y más recibes.
Cecilia
Zinicola
Fuente: Aleteia






