¡Dejemos descansar a mamá! La ternura infinita de San José
con el niño en brazos: ‘No busco a alguien que me haga feliz en Navidad,
sino a quien hacer feliz’
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José arrulla a Emmanuel (Dios entre
nosotros), extasiado,
fuera del mundo y extraño de cualquier sentimiento de melancolía, tristeza o
egoísmo. Él hace silencio para que su esposa descanse, es ajeno al rumor del
mundo individualista y consumista, quizás susurra una canción de cuna para
mimar al niño.
El papa
Francisco sorprendió otra vez: la imagen viral del pequeño pesebre que le
regalaron le ha dado la vuelta al mundo: ¡Dejemos descansar a mamá! Pero,
qué sucede si admiramos el pesebre desde la perspectiva de san José.
José es un papá ‘adoptivo’, pues él no es el
padre biológico de Jesús, sin embargo lo quiere, al igual que a su esposa, y a
través de esa paternidad Jesús recibe el título de ‘hijo de David’, es un
sentimiento que crece y se concretiza en sus cuidados.
La contemplación
de la Virgen María, madre, que lo ha dado todo, en un sí sin
condición a Dios, conmueve. Sin embargo, quedémonos ahora observando a san José
despierto cuidando del niño en brazos.
‘No busco a alguien que me haga feliz en
Navidad, sino a quien hacer feliz’, parece que expresara. Es el hombre que ama sin protagonismo.
José es modesto, aparece poquísimo en el Evangelio. En su rostro asoma una
sonrisa, mientras acaricia e interactúa con el bebé: ‘No llores mi niño
¡Dejemos descansar a mamá!
José ha tomado la decisión de ser feliz no por sí, sino por su familia y sin
importar la persecución, los obstáculos y los sacrificios. A pesar de sus manos
grandes y callosas de carpintero, José es maestro de caricias paternas.
José nos enseña a asumir la responsabilidad
de vivir por los demás,
saliendo de nosotros mismos, para regocijarnos en la atención hacia los más
débiles, hacia los que esconden a Dios en su ser, como María y el pequeño
nacido en Belén.
José nos
enseña a escuchar la voluntad de
Dios. Él no habla, no predica, pero cumple la voluntad de Dios. Confía
en María, su esposa, no comprende totalmente lo que le pide Dios, pero busca
una solución para que su prometida no sea expuesta a injusticias y alejar al
niño de todo peligro.
José es un hombre fiel al amor, que no escapa al primer problema y que se
deja tocar por el cariño del infante salvador y elige tener
en su regazo paternal al pequeñín que le anunció el ángel Gabriel en su sueño.
Él sueña el anuncio de un amor que salvará el mundo y sin comprenderlo
totalmente se deja llevar.
¡María duerme
tranquila! María sabe que José protegerá
al pequeño, dará la vida por él si fuera necesario. El Papa lo indica como
el custodio de la sagrada familia.
José se deja tocar por la inocencia del
niño, se deja contagiar de su dulzura.
El Dios indefenso le extiende sus manitas de infante, mientras lo observa con
sus ojitos curiosos y deseosos de afecto.
José lo mira
y no se pregunta: ¿qué puede hacer ése
niño por mí?. Al contrario, se cuestiona: ¿Qué puedo hacer yo por el pequeño Jesús? –
A lo mejor, necesita calor, cariño y mis cuidados -. ‘María, duerme, estoy yo
aquí’.
José es un hombre dócil y sabio que nos
invita a levantar la mirada y
llevarla hacia más allá, invita el papa Francisco. “Se trata de recuperar la
lógica sorprendente de Dios que, alejada de pequeños o grandes cálculos, está
hecha de apertura hacia nuevos horizontes, hacia Cristo y su Palabra” (Ángelus
22.12.2019).
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia






