«La
moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas”que son ciertamente
inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más
cuidado pondremos en un ambiente cristiano!
Quisiera
a través de este artículo darles a conocer las 7 prendas más inadecuadas
para asistir a la Santa Misa. Se podrían enumerar más, pero quisiera que
estas siete quedaran en nuestra memoria para evitarlas en un futuro. Algunos se
sorprenderán (no es mi intención causar revuelo), pero sí quisiera dar algunas
pautas para vestirse mejor durante la celebración Eucarística. Se trata
principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobre todo a quienes
deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos
los católicos a la Eucaristía.
¡Ojo!
Antes de mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios
básicos, corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más
adecuado dependiendo de las circunstancias que cada uno viva
¿Qué debemos evitar vestir
cuando vamos a Misa?
1. Camisas deportivas
(equipos de fútbol)
Si
quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido. Si quiero pasear por el parque,
permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el Señor? Imagínense una exhibición de
camisetas deportivas en la Iglesia, colores y equipos por doquier, viendo
a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro hacia el altar porque están en
las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear rivalidad, disgusto, distracción
o molestias en la asamblea. Además es bien sabido que una prenda deportiva se
usa en un ambiente deportivo, por ende debemos evitar llevarlo a Misa.
2. Short muy corto o
minifalda
Para
la playa está bien. El sol cuando calienta puede ser insoportable, pero ¿en la
iglesia? El calor no es excusa para vestir como queramos, es más, si
tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor como muestra de amor por Él. Un
short o una minifalda (en el caso de una dama) es una prenda que llama bastante
la atención en un grupo humano, ¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán
decir ustedes sobre diseños, tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir
una falda está bien, pero una mini-falda, no.
3. Chanclas de playa
Aunque
muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en ambientes veraniegos donde ir a Misa
está de paso entre mi casa y la playa. ¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque
me lleve más tiempo cambiarme de ropa y calzado, lo haré por amor al Señor. Las
chanclas de verano son para la playa, no para la iglesia. Te pones un calzado
más discreto para ir a Misa y luego te los quitas para ir a la playa, ¿cuál es
el problema? Que la pereza o la comodidad no intervengan en la dignidad y
sobriedad que predomina en un templo católico.
4. Sombreros o
gorras
Mi
madre decía: «dentro de la casa no se usa gorra», y ahí va de nuevo,
¡cuánto más en la casa de Dios! Además de evitar tapar la vista a los demás
hermanos es un gran signo de respeto. Cuando se está con alguien importante nos
sacamos el sombrero o la gorra y saludamos, por lo menos así era antes y es
algo que no podemos perder. Los sombreros son para protegerse del sol,
pero dentro de una iglesia, ¿de qué querríamos protegernos? Es mejor
evitarlo. Te lo puedes quitar y dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el
reclinatorio. Llevarlos a la iglesia está bien, usarlos dentro es inapropiado.
5. Escotes o
camisas abiertas
Esto
es parte de la moda de este siglo. Al parecer la premisa es que «mientras más
muestres tu cuerpo, mejor». No es así entre cristianos. Sabemos que el
cuerpo es un don de Dios, es el templo del Espíritu Santo, por lo tanto lo
protegemos con cautela. No andamos mostrándonos a todo el mundo, esto podría
incitar distracción y provocación en los demás. Sinceramente disgusta
un poco ver por la calle desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la
iglesia!. Vamos bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio
transparente, es mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más
dignos, mejor».
6. Joyas, lujos
y anillos exuberantes
Esto
casi no habría que explicarlo. Sabemos todos que a la iglesia no vamos a
exhibir nuestros bienes o a aparentar un cierto status social. ¡Nosotros vamos
a encontrarnos con Jesús! por ende todas las joyas y ornamentos exuberantes
sobran en la Misa. Mientras más sobrios mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo
mejor», claro que sí ¡pero para Dios!, no para que tú hagas alarde de tus
posesiones.
Es
admirable ver cómo grandes empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando
desapercibidos por su forma de vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener
dinero no te va llevar al cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios
¡eso sí!. Así que ya sabes, las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de
evitar posibles robos, nos hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde
nadie tiene preferencias, todos somos hijos de Dios.
Santiago,
en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que entra en
vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y
entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al
que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate aquí, en un buen
lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de pie”, o “Siéntate a
mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces
con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).
7. Zapatos
de fútbol
Todos
sabemos el concepto de calzado deportivo. Aquí vamos de nuevo, es deportivo.
Como ya sabemos lo deportivo se usa en un contexto de deporte, pero ¿en la
iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos un partido
de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa misa es
inadecuado. Mejor usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de
montaña a jugar fútbol es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con
zapatos deportivos es inútil.
Estas
medidas no son para “encajar en un ambiente social”, como muchos podrán creer,
sino para hacer de la Santa Misa un verdadero encuentro con el Señor, un lugar
digno de recibirle, un lugar santo. Como cristianos y católicos estamos llamados
a buscar la perfección, por ende el vestido no debería constituir ocasión para
retroceder en la virtud y en la identificación con Cristo. La limpieza, el
decoro, los modales y la distinción son hábitos básicos que debemos ir
inculcando a las futuras generaciones, más aún en un mundo muchas veces
permisivo.
«Cada
Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender
del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del
purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a
Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de
todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el
principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura
de Ars).
¡Vayamos
dignos al Encuentro del Señor!
Por: H. Edgar Henríquez Carrasco, LC.
Fuente:
Catholic-link.com