Al
maestro del infierno le gusta dar este consejo a sus aprendices demoníacos para
llevar a las personas a uno de los 7 pecados capitales: el adulterio
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© Fizkes |
Mis
amigos, deseo decirles: no perdamos tiempo, pasemos al próximo pecado. El plan
de Sexor y Libidinus, nuestros “sexialistas”, es un éxito casi total.
Mira un poco en Internet,
todo lo que necesitas es un pequeño clic para ver todos los videos e imágenes
pornográficas.
Una de nuestras más bellas
fechorías, a parte de la desesperanza a la que conduce la esclavitud de la carne, es haber
disuelto la vergüenza.
¡Hoy, lo vergonzoso no es el
que habla de su vida sexual, sino de su vida interior! Sin embargo, todavía hay
trabajo. Algunos cristianos permanecen rebeldes al adulterio. ¡No nos
desesperemos, algunos se creen tan seguros de su virtud
que se hacen presas fáciles!
Adulterio, instrucciones
de empleo
¡Ayúdate
con buenos sentimientos! La piedad, por ejemplo: en
cada hombre dormita un paternalista. Una
atracción física no es necesariamente necesaria al comienzo.
Por el contrario, el hombre
se imagina -el deseo estando ausente-, que es inofensivo quedarse solo con una
amiga que sufre de falta de afecto. Él piensa que no es grave tomarla en sus brazos
para consolarla.
Si su esposa se preocupa por
el tiempo que su esposo lleva lejos de su hogar y por esta proximidad física
con una amiga en aflicción, haga que este hombre le explique que no está
enamorado de ella.
Y si van más allá, por
ejemplo, acariciándose, que se tomen mucho tiempo para decirse que, en
cualquier caso, ellos desean permanecer fieles a sus respectivos cónyuges.
Los
hombres tienen una capacidad infinita de creer lo que dicen, incluso cuando sus
palabras son exactamente opuestas a la realidad, y de olvidar sus resoluciones
a medida que avanzan: nunca beses a otra mujer, no vayas a su departamento, etc.
Trabaja también sobre las frustraciones. Que la mujer de tu presa
te rechace, que ella nunca pida la unión de los cuerpos… No desdeñes nada.
Vamos, un
pequeño video porno, así, solo para ver… Y no dejes que tu víctima se imagine
que podría haber una incidencia de su voyerismo sobre su lealtad. Lo esencial
¿no es cierto? es no pasar al acto…
¡Cuidado con la confesión!
Si alguna vez, por
desgracia, la persona decide ir a confesarse, juega con la vergüenza. El adulterio es una de las
faltas más difíciles de admitir.
Deja que tu víctima permanezca vaga, guarde silencio de que
está casada, habla solo de “impureza” sin pronunciar la palabra “adulterio”.
Y si alguna vez lo admite,
arréglatelas para que el sacerdote se escandalice y la culpabilice. La persona
se desanimará y no volverá pronto al confesionario.
Por fin, después de un
cierto período de doble vida, muéstrale cómo la lealtad absoluta es un hermoso ideal… pero un ideal.
Transforma
este asco insoportable de tu víctima a ella misma en una nueva regla de vida, más flexible y menos
hipócrita. Hazla pasar del pecado de debilidad al pecado de malicia.
Ya que tu presa no puede
someter su vida al mandato del Otro, que ella doblegue el mandamiento del Otro
a su vida.
Sobre todo, no le demuestres que más vale un pecador
arrepentido que un cátaro rígido. Si maniobras bien, su alma será tuya para
siempre.
Nuestro objetivo es encerrar
a la persona en lo que los teólogos del Otro llaman pecado mortal habitual.
¡Para eso, debes dejar al sexo ser el primero!
Por el Padre Pascal Ide y Luc Adrian
(Inspirado en Cartas del diablo a su
sobrino de C. S. Lewis).
Fuente:
Aleteia